Meterse en pleno verano en una piscina con temperaturas cercanas a los 35 grados puede parecer una verdadera locura. Y lo es, para algunos, pero para otros es lo mejor que podría pedirse. Por ejemplo, el sábado a primeras horas de la tarde los termómetros en Salto pasaban los 35 grados y la sensación térmica sin duda superaba esos valores. la diaria dialogó allí con una familia de Quilmes, Argentina, que habían hecho 745 kilómetros para llegar al camping que está en Termas del Arapey. El padre dijo que hacía unos 15 años que concurrían allí y resumió: "Es hermoso, somos unos enamorados de Arapey". Agregó que preferían el destino termal porque a su esposa no le gustaba el agua fría de las playas argentinas ni "comer un sandwich y masticar arena", y toda la familia se solidarizaba con ella, que por esos momentos se estaba durmiendo una siesta al sol en el borde de la piscina cuyo fondo estaba cubierto con agua. Les gustaba la tranquilidad del lugar y tenían un picnic instalado debajo de una palmera, de allí iban sacando los víveres y si faltaba algo el padre iba hasta el campamento. Los niños estaban tirados mitad al sol, mitad a la sombra, pero para ellos no era espectacular el agua termal: "Para nosotros es una tortura meternos en la piscina", dijo la niña, y el varón asintió: "La única recompensa es que cuando salís sentís el frescor". Al meternos a la piscina comprobamos los veredictos de la ella, así como la recompensa de la salida.

Lo bueno es que las piscinas termales de ése y de otros complejos están abiertas al menos hasta las 23.00, y allí en Arapey había una que funcionaba las 24 horas, "eran las 3.00 de la mañana de anoche y nosotros estábamos metidos", comentó el hombre. Pero más allá del calor o del frío del agua, el lugar ofrece una tranquilidad "impagable" para todos los consultados.

Un matrimonio de Santa María, en Río Grande del Sur, en Brasil, explicaron que las termas les queda a la misma distancia que Florianópolis, pero que prefieren el destino termal por la calidez de las aguas, porque no hay tanta gente como en la isla brasileña y porque en estas tierras se siente "como en su propia casa, y eso pasa en pocos lados".

En las Termas del Arapey la intendencia administra, además de las piscinas, el camping, los bungalows, apartamentos, los moteles y un hotel; dos hoteles privados (uno es cinco estrellas y se está construyendo otro). Hay cuatro piscinas grandes, una techada, una semicubierta, una con toboganes y la más grande (que anexa una infantil), conocida como la piscina deportiva, que es la que hasta años atrás tuvo un trampolín (que se sacó después de algunos accidentes). Pero la deportiva está en reparación desde hace dos semanas y su ausencia se hace sentir. La obra es financiada gracias a un proyecto del Ministerio de Turismo y Deporte con el Banco Interamericano de Desarrollo y se espera que esté concluida antes de la Semana de Turismo. Además de la reparación de los baños y vestuarios, se quitará la profundidad de tres metros (se alega que ya no es necesario porque no está el trampolín), nivelándola a 1.40. También hay un zoológico y un área enorme de parque, parte de ella al borde del arroyo Arapey.

Hay, asimismo, un complejo de viviendas municipales donde viven durante todo el año cerca de 300 personas, una escuela y una policlínica.

Camping de Arapey

El lugar es sumamente prolijo, muy sombreado y cada parcela tiene parrillero con agua y pileta. Muchos acampantes se instalan cómodamente con freezer, ventilador, televisión, cocinilla y áreas toldeadas para pasar unos cuantos días. Cada tanto se veían algunas casas rodantes, que suelen dejar los brasileños que van asiduamente. Entre los acampantes había una familia de Montevideo, los hijos miraban dibujitos y la madre explicó que prefieren las termas al agua fría de la costa. Próximo a ellos estaba una familia de Rivera, asiduos de las termas del Arapey pero siempre fascinados de la tranquilidad y de la diversión en las piscinas, y el hombre afirmó: "En un hotel no me meten ni de casualidad".

En otro sector acampaban en seis carpas 15 personas de Uruguayana, Brasil, que habían ido por tres días. Uno de ellos asaba carnes y brochetes de corazones de pollo que traían de sus pagos (como la cerveza, "muito cara en Uruguay", resumió). También eran asiduos, valoraban la calma y la tranquilidad de las termas y el pueblo, "más educado".

Salto Chico

A tres kilómetros de la capital del departamento se encuentra la playa Salto Chico, donde el río Uruguay atraviesa unas piedras formando rápidos, de ahí la denominación del lugar; aguas arriba se encuentra la Represa de Salto Grande, en lo que era un enorme salto natural de agua que fue aprovechado para construir la obra que genera energía eléctrica para Uruguay y Argentina.

El sábado de tarde era la hora ideal para refrescarse en aquellas aguas, dinámicas por la corriente de los rápidos. La gente se sienta a la orilla con las reposeras y a tomar mate en ronda, están también los que eligen las rocas como bancos y los que hacen deportes en el agua, los niños jugando en el agua o en la orilla,y gente pescando. Un matrimonio explicó que el lugar no se promociona tanto como las termas "porque es gratis", pero es tanto o más lindo.

Llamaban la atención los autos estacionados al borde de la orilla, apenas a unos metros de esa costa; sin embargo, en la margen sur de esa playa, donde hay servicio de guardavidas, bajar con autos está prohibido. Marcos, uno de los guardavidas, explicó que bajar a la playa con los vehículos no está permitido en ninguno de los dos sitios, pero que por un motivo u otro no había carteles que lo indicaran, entonces se restringían sus posibilidades de control. Esto representa un factor de riesgo para las condiciones de la playa, que se ha erosionado en los últimos años y las pocas elevaciones de arena y pedregullo que quedan son cada vez más aplanadas por los vehículos.

La tarde del sábado estuvo nublada y por eso los lugareños decían que había poca gente. El sol salió al final de la tarde y las imágenes eran realmente hermosas. Sentados con las reposeras en el agua estaba un matrimonio y la mamá de la señora, procedentes de Palma Sola, un poblado de Artigas, y que también tenían una casa en Salto. No cambiaban por nada aquel paraíso.

Daymán

El domingo al mediodía seguía nublado y ya habían caído algunas gotas en la zona de las Termas de Daymán, pero eso no era impedimento para disfrutar de ellas. A diferencia de las de Arapey, allí sólo se va a pasar el día, y además de las nueve piscinas hay espacios con parrilleros, todos con buena sombra. Al igual que en Arapey, las piscinas se dividen por usos: infantiles, de relax, de deportes; desde hace un par de años se comenzó a enfriar la temperatura de dos piscinas, bajándola a 30 grados, mientras que las de descanso rondan los 39; “la vedette” tiene 42 grados. Las termas del Daymán son las más cálidas de todo el litoral, “la vedette” atrae a muchos de estos lados y de Argentina, más que nada por los usos terapeúticos, “hay personas que sólo vienen por esa piscina”, comentó uno de los guardavidas.

En otra de las piletas la persona podía acostarse y encima caían cuatro chorros de agua; un señor de salto disfrutaba gustosamente del masaje mientras explicó que iba casi siempre, en cualquier momento del año. Los picos se dan en Semana de Turismo -un Viernes Santo puede llegar a circular por allí 8.000 personas-, y un domingo cualquiera, cerca de 3.000. Los bañistas destacaron la belleza del lugar y las virtudes del agua termal, entre un chapuzón y otro.