Cada uno de los tres centros educativos que recorrió ayer la diaria tiene sus peculiaridades, pero reúnen una característica común: el dictado de cursos se vio afectado debido a las mejoras edilicias pendientes.

Que sí, pero no

Los salones del Liceo Nº 62 están en condiciones similares a las del año pasado; los alumnos saben que deben de tener distancia de los cables con electricidad que están al descubierto, así como del muro edificado el año pasado para separar el recinto de la vereda sobre la calle Lezica, que ya se rajó. Pero esta vez, padres y docentes optaron por no postergar más los planteos. Ocuparon el local del 23 al 24 de marzo y una semana después consiguieron que se colocaran algunos vidrios y que se instalara el agua en los salones exteriores, que habían sido clausurados por la Inspección General de Trabajo del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (IGT-MTSS). Además lograron que fueran electricistas a dar presupuestos.

El 31 de marzo los padres resolvieron que sus hijos no concurrirían a clase hasta que no comenzaran a hacer los arreglos principales, y por eso estaban allí ayer de mañana. En ese contexto, contaron que la adscripta llamó a autoridades del Consejo Directivo Central de la Administración Nacional de Educación Pública (Codicen-ANEP), que respondieron que las clases debían dictarse con normalidad porque la empresa ya había ido. Pero no era así. Sentados en un salón, los padres demoraron un buen rato en redactar un fax al director general del Consejo de Educación Secundaria (CES), Juan Pedro Tinetto, pidiéndole una entrevista “a los efectos de buscar una rápida y definitiva solución”.

La mayoría de los docentes estaban reunidos en un salón. Otros no se adhirieron al paro, entre ellos una docente que dictaba una clase a un único alumno. Poco después, tres varones que cursan primero y segundo contaron su primer día de clase. “En mi clase había yo”, comentó uno, y otro le reprochó “el burro primero” y agregó que en la suya habían sido tres. Pese a todo, uno de ellos, Schubert, opinó que el año arrancaba bastante bien, porque se estaba conociendo con compañeros y porque “ya del primer día [los docentes] me dijeron que iba bastante bien” y, así como los otros, estaba contento de estar allí, pues estaban aburridos de estar en sus casas.

Encaminado

El jueves al mediodía empezaron las clases en el Liceo Nº 48. Las dos primeras semanas del año lectivo estuvo cerrado por decisión del CES, por las reformas edilicias pendientes, y luego se desarrolló el paro de tres días de la Asociación de Docentes de Enseñanza Secundaria de Montevideo.

María Rosa Castiglia, directora del centro, destacó que pudo comunicarse directamente con las autoridades del CES, con las que no podía dialogar desde que estaba Jorge Carbonell como consejero (1995-2000). Allí la obra más importante era la impermeabilización de la azotea; dijo que una parte de ésta había sido construida hace más de un año, pero que en lugar de usar membrana la empresa usó un tejido malla negra con asfalcote, lo mismo que ocurrió en el Liceo Nº 45. Castiglia agregó que la obra para rehacer ese tramo y completar el resto ya estaba aprobada, y que representantes de la empresa ganadora de la licitación habían ido al liceo a fines de diciembre y en febrero, pero no podían iniciar el trabajo porque faltaba la firma de autoridades del CES. Ésta estuvo recién después que asumieron los nuevos jerarcas y la obra se inició, finalmente, el 28 de marzo.

Paralelamente, se está viendo cómo rehabilitar baños de la planta alta, clausurados por filtraciones, y una parte del patio que se inunda los días de lluvia por desperfectos en la construcción, que data de 1999.

Estados alterados

El clima en el Liceo Nº 45 de Flor de Maroñas era tanto o más caótico que el del 62. Los docentes estaban en el patio y los padres en un núcleo aparte, cercanos a ellos. El problema más grave en ese recinto se deriva de la filtración de la azotea, que fue hecha con material inapropiado, hace algunos años, y terminó partiendo la planchada (el edificio tiene 13 años). Las sucesivas filtraciones provocaron que se mojaran las máquinas de la sala de informática y deterioraron las instalaciones eléctricas, por las que corre agua hasta la planta baja, ocasionando también la inhabilitación de un salón y que no haya luz en una adscripción ni en la biblioteca. El área fue clausurada por la IGT en marzo. El viernes 30, una empresa envió a un trabajador para acondicionar la azotea, pero ayer de mañana no concurrió; la directora llamó y supo que el empleado había renunciado y por eso se envió más tarde a otra persona.

Docentes y padres esperaban ayer a Tinetto para revisar la estructura del liceo y dialogar sobre el plan de obras, tal como se había acordado, según los docentes, en la reunión mantenida entre autoridades del Codicen, del CES y de la Federación de Profesores de Enseñanza Secundaria del Uruguay (Fenapes) el 28 de marzo. Sin embargo, los docentes contaron que Tinetto le respondió ayer a la directora del liceo que no iba a concurrir “porque no tiene nada que hacer en este liceo”, y “dijo que ya tenía un acuerdo [de obra] firmado”, pero se preguntaban con quién era el pacto en el que no habían participado docentes ni padres.

A todo eso, algunos chicos esperaban también resoluciones. “¿Tuvieron clase?”, les preguntamos al verlos dentro del recinto, “¡Ojalá!”, respondieron y detallaron su malestar por haber perdido un mes de clase. “Nos sentimos indignados y defraudados por las condiciones en que pretendían y pretenden que nuestros hijos concurran a este centro de estudio”, decía una carta que los padres firmaron ayer dirigida a las autoridades del Codicen. “Hemos decidido no permitir el ingreso de nuestros hijos a clases, hasta recibir de parte de ustedes un convenio aceptable y compromiso firmado”, sostuvieron en la misiva.

Un rato después los padres debatían en tonos elevados si habilitar o no las clases. Si daban el brazo a torcer significaba que todo el mes se había perdido en vano, decían algunos, mientras otros rechazaban el accionar y preferían aceptar los “salones de lata”, o que se les diera clase en el gimnasio -también inhabilitado- o en cualquier parte, con tal de que no abandonaran la voluntad de estudiar.

Las soluciones

El Consejo de Ministros trató ayer el tema; al finalizar, el ministro de Educación y Cultura, Ricardo Ehrlich, explicó que entre organismos de ANEP y la Corporación Nacional para el Desarrollo hay 544 obras planteadas (para un total de 2.805), de las que 71% están “en ejecución o próximas a iniciar en estos días”, 13% están finalizadas y 16% comenzarán en el primer semestre del año. La mayoría de ellas están destinadas a la atención de situaciones de emergencia (techos, instalaciones eléctricas y saneamiento), y cerca de 79 son obra nueva y sustitución o ampliación de locales. Pero “este esfuerzo aparece como insuficiente para lograr la necesaria confianza de todos los actores que se requiere para asegurar los cambios profundos”, reconoció Ehrlich, y anunció lo pactado en el Consejo de Ministros.

“Estamos planteando la realización de un esfuerzo nacional para la mejora de la infraestructura edilicia de la educación pública, una especie de política de shock que se sumaría a los esfuerzos en curso”, dijo en relación a las obras ya acordadas. Anunció que en ello participará “de manera muy importante” el Ministerio de Transporte y Obras Públicas, que UTE y OSE harán intervenciones, así como el Ministerio de Defensa Nacional. Se trabajará a partir de una lista preliminar confeccionada por ANEP, y la coordinación será compartida por ese organismo y el Poder Ejecutivo. Hoy comenzarán las reuniones.

Encuentros cercanos

Los padres del 62 no enviaron aquel borrador y sobre las 16.30 concurrieron al edificio del CES. Salieron cerca de las 21.30 de una reunión que duró dos horas, en la que fueron recibidos por los tres consejeros del CES. “No tuvimos ninguna solución, promesas, promesas y más promesas”, se quejó Claudia Malzoni, madre que participó del encuentro. Mañana de tarde concurrirá al liceo una arquitecta y se volverán a pedir presupuestos por la obra de electricidad, ya que sólo recibieron el de una empresa. La madre reprobó la comunicación entre el Codicen y el CES, y estaba muy molesta con Daniel Guasco, quien, cuando ellos comentaron que habría que cortar algunas ramas de los árboles, ironizó, según Malzoni, diciendo que no los cortaran todos, por si debían dar clases debajo de ellos.

Horas antes había sido Guasco el encargado de acudir, junto con un arquitecto, a hablar con los padres y docentes del liceo 45. Pero la delegación no llevó el acuerdo y sobre las 20.30 algunos padres y docentes quedaron haciendo guardia en la puerta del liceo, mientras otros se trasladaron al CES para encontrar a Tinetto.

Allí fueron recibidos, al igual que los del 62, y lograron firmar el acuerdo el CES, docentes y padres. En ese caso, mañana comienzan las clases. Al fin.