Lo que se dice un ídolo

  • La razón del Chino Una vez más el ingreso del Chino Álvaro Recoba fue decisivo para definir un clásico a favor de Nacional. Tal cual había sucedido en el primero de la temporada, el talento individual del gran jugador surgido en la década del 90 en Danubio desequilibró el clásico, esta vez con un preciso tiro libre en el que demostró toda su clase. Es cierto que en la incidencia tuvo su cuota de responsabilidad el joven arquero aurinegro Gelpi, la pelota ingresó en el palo que él estaba cubriendo, pero el mérito mayúsculo es del Chino, a quien nadie puede discutir en su calidad de ídolo tricolor.

  • Dos veloces borrados Los dos jugadores que en lo previo se especulaba que podían ser los más peligrosos de sus equipos jugaron mal y pasaron prácticamente desapercibidos. Tabaré Viudez y Fabián Estoyanoff tuvieron ayer una tarde para el olvido, no pudiendo evitar ser minimizados por las zagas rivales.

  • Da Silva acertó El resultado de ayer le dio la razón al entrenador aurinegro, que entre semana había vaticinado con cierta picardía que el favorito a ganar el clásico era Nacional. Además los yerros defensivos de sus dirigidos terminaron por confirmar otra presunción que el Polilla había manifestado públicamente al menos en tres ocasiones: que un equipo que recibe tantos goles de pelota quieta no puede salir campeón, o lo que es peor “jugando así...”. Ayer en los vestuarios, al término del partido, el técnico carbonero -cuyo crédito con su parcialidad es a juzgar por la receptividad del público casi igual a cero- también tuvo tiempo de criticar la actuación arbitral, aunque obvió hacer referencia a la grosera mano de Zalayeta en el primer gol de Peñarol, a la feísima falta que el propio Zalayeta cometió contra Jadson Viera y que debió determinar su expulsión, y también al evidente penal no sancionado sobre el delantero de Nacional Richard Porta en la parte final del partido. Jorge Orosmán sentenció: “Por algo, con Vázquez, de nueve clásicos Peñarol ganó uno sólo y Nacional ganó cinco”, reforzando su idea de que su equipo fue muy superior en el juego y que Nacional solo había llegado tres veces, además de ironizar con que la mano para que fuera penal para Nacional existió y la de Peñarol no, o que Damonte tendría que haberse ido expulsado mucho antes de que le hicieran la falta que terminó en el gol de Recoba. Hábil declarante el Polilla…

  • Números clásicos El partido de ayer de acuerdo a la postura de unos y otros pudo haber sido el 508 o el 449 del historial. En el primer caso, tomando al CURCC y Peñarol como la misma institución, se registran -computando la totalidad de los duelos, oficiales y amistosos- 180 victorias aurinegras, 167 tricolores y 162 empates. Si en cambio se sigue la postura oficial tricolor de los últimos años el total baja a 450 enfrentamientos, con 156 triunfos peñarolenses, 146 albos y 148 empates. En lo que no hay dudas es en la era profesional de los campeonatos uruguayos. En esa estadística sobre un total de 194 duelos hay 71 imposiciones aurinegras, 56 tricolores y 67 empates.

En lo que va del siglo XXI los clásicos rivales se han medido, contado toda clase de enfrentamientos, en 46 ocasiones con 21 victorias de Nacional, 11 de Peñarol y 14 empates.

Se profundiza una tendencia. Peñarol propone buenos clásicos, pero Nacional los gana. Los aurinegros se imponían al minuto y estuvieron dos veces en ventaja. Jugaron un muy buen primer tiempo y un complemento al menos correcto. Pero los tricolores disimularon otra tarde floja con una contundencia envidiable. Remontaron repetidamente y lo dieron vuelta para ganar 3-2. Negocio redondo: mantienen dos puntos de ventaja en la anual, mientras Peñarol queda a cinco y está a punto de perder el año.

En la olla del Centenario no faltó ni un ingrediente. Hubo un gol al minuto y un marcador cambiante. Un golazo del Chino y otro de Zalayeta, que puso la cancha entre dos panes y se la comió. Polémicas por un mal arbitraje de Vázquez, que pide a gritos que Remar inaugure el tratamiento contra la adicción al siga, siga. Jadson Viera podría prestar su testimonio acerca del flagelo, porque fue víctima de una dura falta de Zalayeta, y en esa jugada se rompió un tendón rotuleano. Gallardo se vio obligado a poner a Pablo Álvarez y a correr a Scotti al medio. El infractor debió ver la roja pero zafó. Corrió la misma suerte que Calzada y Damonte, que agarraron de cartón ligador a Darío Rodríguez, un victimario devenido víctima. Los errores del juez fueron repartidos. La lluvia no alcanzó para apagar los chispazos que salieron de cada contacto y la única expulsión de Torres supo a poco y llegó casi al final.

Nacional lo ganó pese a su primer tiempo. No la sacó barata, la sacó regalada con el parcial 2-2 que cerró los primeros 45 minutos. Defensivamente, su inicio fue preocupante. Damonte no pudo con Aguiar, que condujo al primer Peñarol. Sus pases cruzados hacia la derecha complicaron repetidamente a un Rolín desconocido. Ahí revolvió Zalayeta que, con una dosis de liga, dejó solo a Mora para el 1-0. 
En el entrevero, Vázquez le puso el primer poroto a su cartón al no marcar una mano del habilitador. Pero los baches de la defensa sólo fueron parte de una problemática mayor. Gallardo propuso un 4-3-3 sin volantes capaces de crear. Todo quedó atado a los intentos de Viudez, que abrió el juego como puntero derecho. El empate que llegó a los 16 fue consecuencia de uno de sus pocos aportes y condensó dos falencias que marcarían la suerte de Peñarol: las infracciones de Valdez y las dificultades aéreas aprovechadas por Porta. Es que recibió una falta del Hormiga y, tras el tiro libre, Albín cometió un penal luego de un cabezazo en anticipo de Porta, que ejecutó y empató. Otro anticipo aéreo del Canguro parió el gol con el que Píriz volvió a empatar injustamente antes del entretiempo, ya que Peñarol había pasado a ganar a los 25 gracias a Zalayeta. Otra falta de Valdez desencadenó el tanto decisivo de Recoba, que ya estaba en la cancha. La falta fue a su medida. El tiro libre fue sencillamente inolvidable. Como lo evidencia el repaso, todo lo que Peñarol generó cuando tuvo la pelota se fue por el caño por culpa de las desatenciones en las que cayó cuando no la tuvo.

Si no se cuentan sus goles, cuesta encontrar jugadas de riesgo a cargo de Nacional. En cambio, sobran las de Peñarol. Bava no podía tener una tarde menos que muy buena para que el 3-2 se sostuviera. Su segundo tiempo fue perfecto. He ahí otro contraste: Gelpi no transmite seguridad. Peñarol cerró la tarde con un 4-2-4, porque a Mora y a Zalayeta se les sumaron Pérez y un adelantado pero poco influyente Estoyanoff. Silva entraría después y, por cómo ganó de aire, más tarde de lo debido.

El final fue de película. Uruguayísimo, con el partido desflecado en medio de la penumbra impuesta por el ahorro energético. Al oscuro, Porta fue un zombi solitario que hizo “¡buh!” en cada contragolpe. Tuvo no menos de tres corridas peligrosísimas, posteriores a un desvanecimiento que lo sacó del partido durante cinco minutos y del que no se repuso del todo. Fue un plagio exacto de la historia protagonizada por Medina en el clásico del Apertura. ¿Valentía o irresponsabilidad?: el jugador volvió porque ya no había más cambios. Una de esas corridas terminó con un penal que el errático árbitro no sancionó. Se sumó a otro que no pitó para Peñarol cuando estaban 1-1.

Con el resultado, los del Polilla le dijeron adiós al Clausura. En la anual mantienen una chance remota, mientras Nacional y el escolta Defensor prometen dar una pelea sin tregua. En ese mano a mano hay mucho en juego: si no mejora, el equipo de Gallardo sufrirá mucho para afrontar una potencial definición ante los violetas sin la doble chance que otorga la obtención de la anual.