Hay partidos que no te dan nada nuevo. Ayer no hubo brega sino una suerte de ilustración del semestre, de manera que alguien que no vio el campeonato lo pueda ver comprimido en 90 minutos. Así ha jugado Defensor Sporting, teniendo la pelota durante la mayor parte del partido, corriendo un montón y llegando al área rival con muchos hombres y en velocidad. Resumen, entonces, y también festejo.

Para los hinchas ya era hora de festejar en casa, después de las tradicionales vueltas olímpicas al revés que se dieron en el Palermo (2007), el Centenario (2008), el Martínez Monegal (2009) y el Goyenola (2010). De todos modos, no dio para más que una semivuelta, con pocos jugadores involucrados. Cosas del campeón del Clausura, siempre un campeón culposo, por querer mostrar concentración para las finales, que para los que ganan el Apertura están muy lejos.

Defensor ya ganaba a los 10 minutos con gol de Federico Pintos, un bailarín con la pelota destinado a jugar con la celeste. Pintos encontró en el área un buscapié de Britos que Risso no había podido controlar. Luego, tranquilidad, toque, seriedad de esa gran pareja de centrales conformada por Arias y Moiraghi, satisfacción ante el sólido retorno del Pelado Fajardo al once inicial y disfrute en el tejido de fútbol que sale de los pies del Nico Olivera en ofensiva.

En el segundo tiempo vinieron los goles del propio Olivera de penal, para que el volante rastafari bailara reggae contra el córner de la playa Ramírez, un par de penales no sancionados que hubieran aumentado las cifras y un tercer gol del Facha Ferreira de volea. Nunca le encontró la vuelta El Tanque; el partido se había acabado a poco de empezar a rodar la pelota.

Rueda gigante

Para llegar a ese final de campeonato tan tranquilo, varios prodigios debieron suceder. Al comienzo de la temporada, los hinchas violetas deben aprenderse muchos nombres. Para pagar los presupuestos anuales se van los mejores (Luna y David Teixeira pasaron como un flash) y emergen adolescentes que están debajo de las 50 afeitadas. Y algo sucede, pero esos nenes juegan como si hubieran nacido en Primera División.

Arias, Herrera, Pintos y Rolan son jugadores de primer nivel, que hace dos años jugaban ante 50 personas los partidos de inferiores. Uno termina viendo al Torito Rodríguez como un veterano (nació en 1989). La jugada suele salir bien, incluyendo vueltas olímpicas arrancadas a los grandes, que cuentan con presupuestos notoriamente mayores y no juegan de visitante. Ayer, de los 14 jugadores utilizados, 11 salieron de la fábrica de Defensor Sporting.

La línea de juego trasciende a los entrenadores, pero qué pegada lo del Chavo Díaz. Un entrenador que gusta tanto de los cinturones blancos en su atuendo como del toque y de marcar en la cancha rival, experimentando (ver la reinvención del Facha Ferreira o el interesante puesto en el que ubica a Rolan) y yendo al frente a partir de la dedicación intelectual a su tarea, más que al chamuyo.

El equipo chavista ya no envidia nada al Defensor de los mejores años de Da Silva. Cumplió con su parte del giro de la rueda gigante. Sacar jugadores, tener que venderlos, hacer un rápido duelo, armar el equipo con los adolescentes de turno… y acaso salir campeón.

One love

Ayer fue una tarde de gloria para quien probablemente sea el ídolo más consistente y sólido que juega hoy en Uruguay, que puede liderar sin vender humo, demostrar cariño sin demagogia y correrlas todas sin sobreactuación tribunera. Olivera juega bien porque es muy talentoso, está bien físicamente y entiende el juego de equipo como pocos. Pero no se puede soslayar lo emocional. El tipo se siente bien, la gente se siente bien, todos se quieren.

Yo pensé en esto: la primera vez que escuché que había un jugador increíble en Defensor se jugaba una liguilla, creo que contra Nacional. Al adolescente prodigio no lo dejaron debutar, aunque los rumores decían que jugaría. Imagino que el Nico se habrá chupado mucho, porque se rumoreaba que el motivo era escandalosamente extrafutbolístico: tenía un examen, o una materia baja en el liceo. No lo pusieron, quizá el equipo perdió. La historia cierra con el capítulo de ayer. Con todas las hipérboles del caso, que para algo es una historia de amor. Con (semi)final feliz.

Detalles

Estadio Luis Franzini. Árbitros: Héctor Martínez, Carlos Pastorino y Daniel Castro.

Defensor Sporting (3): Yonatan Irrazabal; Fernando Fajardo (¡qué bien!, 68' Andrés Fleurquin); Ramón “Cachila” Arias; Néstor Moiraghi (grande); Robert Herrera; Diego “Facha” Ferreira; Federico Pintos; Diego “Toro” Rodríguez; Nicolás Olivera (natural mystic); Matías Britos (avioncito, 68' Diego Rolán); Ignacio Risso (81' Juan Amado). DT: Gustavo Díaz (cerebro).

El Tanque Sisley (0): Ernesto Hernández; Martín Galain; Guillermo Díaz; Federico Velázquez; Ignacio González; Andrés “Osito” Aparicio (lesionado, 3' Gonzalo Curbelo); Gastón Martínez; Diego Silva (60' Agustín Peña); Gastón Machado (79' Miguel Murillo); Gonzalo Pizzichillo (aquél); Darwin Ramírez. DT: Raúl Moller (poco).

Goles: 10’ Federico Pintos (DS), empujando tras fallida maniobra de Risso; 48’ Nicolás Olivera (DS), de penal que a él mismo le habían cometido cuando lo tocaron en un rush en el que se venía el gol; 64’ Diego Ferreira (DS), con coqueta volea al palo izquierdo, con la que se reivindicó de un gol errado un rato antes.

Tarjetas amarillas: 41' Fernando Fajardo (DS), 61' Gastón Martínez (ET).