Frontera suizo-italiana. Los Alpes, 1936, fin del invierno. Allí nació y se crió Joseph Blatter. Imaginar esos tiempos en esos lugares es pensar en blanco y negro, Europa en guerra, pero Suiza en el medio, siendo, queriendo, mostrándose neutral; niños grandes de pantalones cortos, camisas y tiradores, y mucho aire libre.

El 10 de marzo de 1936 en su casa paterna de Visp, muy cerca del más conocido pico alpino, Matterhorn, nacía el chiquito que rápidamente empezaría a ser llamado Sepp. Su educación inicial transcurrió en la poco creíble Suiza neutral de la Segunda Guerra Mundial, en el valle del Ródano, a poco más de 100 kilómetros de la combativa Milano. Su lengua materna, la de su pueblo, es el alemán, pero a escasos kilómetros hablan italiano, por lo que temprana y naturalmente adquiere el dominio de esas dos lenguas.

Su primera pasión deportiva fue el hockey sobre hielo. Lo practicaba y lo disfrutaba. No hay muchos datos acerca de su vinculación infanto juvenil con el fútbol, pero se sabe que cuando alguien del fútbol cuenta que jugó en ligas amateur, la cosa es por lo menos turbia, vergonzante, porque parece que para llegar arriba en el mundo del fútbol hay que haber sudado la camiseta.

Jugar jugó, y según él mismo cuenta se tiraba mucho. Como dirigente algún vestigio de ese pasado dejó traslucir, ya que ha defendido la simulación como parte del juego. Su carrera universitaria se desarrolló en la ciudad de Lausana, -donde en 1954 Uruguay participó en el denominado partido del siglo ante Hungría; Sepp tenía 18 años cuando su país organizó el mundial-, en la que se graduó en Derecho y en Administración de Empresas.

Fue justamente en 1954 cuando su trayectoria futbolera parecía que terminaba antes de empezar, luego que el Lausanne Sport le ofreció sumarse a su equipo, pero su padre no firmó el permiso. El viejo Blatter le dijo que no, que su futuro no estaba detrás de una pelota, que mejor se dedicara a estudiar.

Diez años después su nexo con el hockey se hizo enorme al convertirse en secretario general de la Federación Suiza de Hockey sobre Hielo. Simultáneamente se había acercado a la histórica firma relojera suiza Longines -en las filmaciones del Mundial del 54, el primero que tuvo imágenes televisivas, su presencia es constante- y con el tiempo se convirtió en director de Relaciones Públicas y Deporte. De ahí a entrar en la movida olímpica fue un paso: estuvo en la organización de Munich 72 y Montreal 76. Un año antes también iniciaba su carrera en la FIFA como director de Desarrollo Deportivo. Desde entonces el fútbol comenzó a ser su futuro.

Ascenso a la cumbre

El 8 de junio de 1998 asumió la presidencia de la FIFA al relevar al brasileño João Havelange, que la gobernó durante 23 años. Fue reelecto en tres ocasiones, la última el 1º de junio de 2011, y completaría el período en 2015, con 79 años. Desde los inicios, su gestión no ha estado exenta de sospechas de corrupción. Su primera reelección en 2002 estuvo marcada por las acusaciones de soborno del entonces miembro somalí, Farra la Alharaca, de una oferta de 100.000 dólares a cambio de votar a favor de Blatter, en un contexto de rumores sobre “irregularidades financieras” y “transacciones secretas” en la FIFA.

Tras su victoria enfrentó una investigación judicial impulsada por 11 ex miembros del comité ejecutivo de FIFA incluyendo a su ex rival en la elección de 1998, Lennart Johannson, quien presidía la Unión Europea de Fútbol Asociado (UEFA por sus siglas en inglés). Las versiones de irregularidades financieras relacionadas con el déficit y la pérdida de 100.000.000 de dólares fueron desestimadas por la Justicia suiza.

En 2006, a pocos días de comenzar el Mundial de Alemania, el periodista británico Andrew Jenning lanzó el libro "Foul! El mundo secreto de la FIFA: Sobornos, falsificación de votos y escándalo de entradas", en el que cuestionó la transparencia de Blatter como administrador. “Es una organización criminal a nivel global, con 280 países asociados. Blatter es el jefe de seis familias (África, Conmebol, Asia, Concacaf, Oceanía y UEFA)”, disparó el periodista a la prensa en Chile en 2011.

En octubre de ese año, luego de su tercera reelección, el diario Trinidad Guardian publicó una carta del ex vicepresidente de la FIFA Jack Warner, con acusaciones contra el suizo: “La verdad es que hay mucho que decir sobre cómo lleva la FIFA sus negocios. En el pasado anuncié un tsunami que afectaría a la FIFA. Y el tsunami llegará”. Warner había sido retirado en junio de todo cargo en la FIFA, luego que su comité ético lo hallara culpable de comprar votos para el rival de Blatter en las elecciones, el qatarí Mohamed bin Hammam. “Los ‘regalos’ que Blatter hizo para asegurarse sus dos elecciones harán que a la gente se le revuelva el estómago”, declararía Warner posteriormente.

Hace dos meses, el Consejo Europeo -conformado por los jefes de Estado de la Unión Europea- instó a la FIFA a investigar la legitimidad de la última reelección de Blatter y a que publique los documentos relacionados con una presunta 
corrupción.

Dimes y diretes

Su perfil en el sitio oficial de FIFA lo describe como “uno de los protagonistas más versados de la diplomacia deportiva internacional” y destaca su “firme creencia” en la responsabilidad social del fútbol y la necesidad de preservar el “rostro humano de este deporte”. Se le atribuye a Blatter ser el “alma máter” del respaldo económico que la FIFA otorga a Aldeas Infantiles SOS y la promoción de campañas por los derechos de los niños junto con UNICEF. También por la erradicación de la poliomielitis o parálisis infantil en África, junto con la Organización Mundial de la Salud.

El suizo también apeló a la faceta humana del fútbol en 2009, cuando durante una conferencia en Emiratos Árabes rechazó la incorporación de nuevas tecnologías en el arbitraje para el entonces futuro Mundial de Sudáfrica. “No insistan con esto de la tecnología. Porque si el árbitro y sus asistentes se ponen a discutir una jugada en un video, el público se va del estadio. Aunque el árbitro se equivoque, el fútbol tiene que ser humano, hay errores pero sobre todo pasión”, aseguró. Un año después, mundial en marcha, pedía perdón a las delegaciones de México e Inglaterra por los “evidentes errores de los árbitros” en los partidos contra Argentina y Alemania, respectivamente. “Estoy afligido. Les he dicho: lo siento”, expresó.

No era la primera vez -ni sería la última- que pedía disculpas. En 2010 se tuvo que retractar por haber dicho que los aficionados gays al fútbol “deberían abstenerse de actividades sexuales” si planeaban ir al Mundial Qatar 2022, donde la homosexualidad está penalizada. “No entraré en una discusión de este tipo. Simplemente diré que si herí a un grupo de gente en el mundo al hacer esos comentarios entonces lo lamento. No fue ni será nunca mi intención entrar en ninguna discriminación”, se excusó.

En 2011 debió aclarar sus dichos luego de que afirmara -en el marco de las acusaciones de racismo al uruguayo Luis Suárez en Inglaterra- que “muchas cosas suceden en el calor del momento” pero que “los afectados deben saber que se trata de un simple partido” y todo debe arreglarse “con un apretón de manos’’. Blatter es considerado un impulsor del fútbol femenino, incluso desde antes de asumir como presidente. No obstante, ese año, generó polémica al sugerir que las futbolistas usaran “shorts más ajustados” y “ropas más femeninas” para “incrementar la popularidad del juego”.