Uruguay tuvo su primera participación en atletismo en 1948, cuando la sede también fue Londres, ya con tres medallas ganadas, dos en fútbol y una en remo. Los primeros fueron Hércules Ascune, Mario Fayos, Pedro Listur, Juan Jacinto López y Walter Pérez Soto. En Beijing 2008, además de Silva, compitieron Heber Viera y Marcela Britos. En Atenas 2004, además de Viera y Silva -que en esa ocasión tuvo su primera incursión olímpica-, también estuvo Elena Guerra.

Él

Andrés Silva nació en Tacuarembó, más precisamente en Paso Baltasar, que se ubica en el kilómetro 254 de la ruta 26, que comunica la ciudad de Tacuarembó con Melo. Fue a la Escuela rural Nº 90, que tenía la particularidad, como toda escuela de este tipo, de que la maestra tenía que dividir la clase para niños de diferentes niveles y edades. Iba a caballo hasta la ruta y luego se tomaba el ómnibus para llegar.

Los padres, por motivos laborales, se fueron a Maldonado y él siguió ese camino para estudiar un par de meses después. Lo hizo en el liceo del departamento, ubicado al lado del Campus Municipal. Ahí se organizó un torneo de atletismo entre liceales, en el cual participó, y se hizo una captación de talentos. Lo invitaron a la escuelita de atletismo del Campus cuando él todavía no hacía ningún deporte. Sí había jugado al fútbol federado en Tacuarembó, en Centro Barrio Nº 1.

Llegó a Maldonado en 1998, cuando tenía 12 años. Con 26, hace 14 años que practica este deporte y desde los 15 compite en torneos internacionales. Su familia regresó a su ciudad natal, pero él se quedó en el departamento esteño; los compañeros del atletismo y del estudio se convirtieron en su nueva familia. No sabía lo que realmente quería para él. Hacía algo que le gustaba y le hacía bien. De la tranquilidad de Paso Baltasar pasó a una zona urbana y de mucho movimiento. Fue un cambio muy grande de vida.

Desde los 12 hasta los 15 años entrenó con Ulises Villamil, ayudante del actual entrenador de Silva, Andrés Barrios. Este último, cuando Silva apuntaba a tener una buena formación y a desarrollar ciertas capacidades, lo sacó del grupo con el que trabajaba. Compañeros de Silva se iban retirando o, por otras situaciones, no tenían su capacidad. Barrios le proporcionó una formación de base con pruebas combinadas, algo que le dio resultados a Silva, que apuntó a los 400 metros con vallas y plano, categorías en la que compite. Le gusta mirar fútbol de vez en cuando y se junta con sus amigos a hacer la previa de los partidos. También le gusta mucho el básquetbol. En el Campus, en los tiempos libres que tenía, junto con sus amigos organizaba alguna doma. Sus referentes en este deporte son dos estadounidenses: Carl Lewis, que según dice él es el más técnico en la historia del atletismo, y Edwin Moses, que ostenta un récord de carreras ganadas de forma consecutiva.

Gracias a las posibilidades que le dio este deporte, está alquilando una casa en Maldonado junto con su hermana menor y su madre. Su hogar durante cuatro años fue el Campus. Allí vivía con amigos que estaban en una situación similar, ya que eran nacidos en otros departamentos e incluso en otros países. Formaron una gran familia y se volvieron muy buenos compañeros.

En 2003 fue campeón del mundo en octlatón de menores. Dice que las medallas obtenidas son para ver cuando sea anciano o adulto mayor y recordar lo que logró para el deporte, para Tacuarembó, para Maldonado y para el país. Actualmente arroja sus experiencias en distintas escuelas, públicas y privadas, a las que concurre a dar charlas. También lo hizo en escuelas rurales. Ha logrado captar a varios niños para que vayan al Campus, algo que le reconforta mucho.

El año pasado sufrió un desgarro en la pierna derecha cuando competía en los Juegos Panamericanos de Guadalajara, algo que lo complicó en la preparación. Estuvo cinco meses recuperándose. Este año estuvo en el Iberoamericano de Venezuela, a 40 días de los Juegos Olímpicos, y sufrió un tirón en la pierna izquierda, sintiendo en su cuerpo un viaje muy largo que vivió para llegar a la competencia. Por este motivo no compitió en la final de 400 metros con vallas. Más allá de todo, hace tres meses que está en óptimas condiciones.

El atleta, que participará por tercera vez en los Juegos Olímpicos, entrena de lunes a sábados en un régimen de doble horario y tiene libres los domingos. Dependiendo de lo que se tenga que realizar, ocupa entre tres y ocho horas diarias. Si tiene competencia los fines de semana, se prepara de lunes a lunes, sin descanso. No sólo pule la parte técnica, también se ocupa de la velocidad, la fuerza y lo aeróbico.

Este año, Edgardo Barboza lo asesora con respecto a la alimentación. Este aspecto para Silva es fundamental, ya que le permite mejorar la capacidad de recuperarse para los entrenamientos, lo que hace que pueda prepararse más.

Para Silva, el premio máximo para los deportistas es estar en los Juegos Olímpicos, ya que no hay evento similar, parecido o mejor. “Ser premiado es ir a los Juegos”, opina él. Silva entiende que a veces el peso de la responsabilidad, querer rendir y conformar a la gente no permite concentrarse en la carrera y dar lo mejor. Cada vez que tiene la posibilidad de hacer declaraciones en la prensa intenta “educar”, como dice él. Cuenta lo que pasa adentro y por qué se obtienen unos resultados u otros. En Atenas 2004 y Beijing 2008 compitió en 400 metros planos. En Londres lo hará en 400 con vallas, por lo que, más allá de la experiencia acumulada, será la primera vez en esta categoría dentro del atletismo. En el correr de la Olimpíada, que son los cuatro años que transcurren entre un Juego Olímpico y otro, intenta trabajar para llegar de la mejor manera. Él no genera muchas expectativas para la competencia, pero físicamente llega bien y tiene años preparando momentos como el que se viene. Dará todo de sí mismo, sin lugar a dudas.

Ella

Deborah Rodríguez, montevideana de nacimiento, tiene 19 años y también entrena en el Campus junto con Silva y Barrios. También estará compitiendo en Londres en los 400 metros con vallas. Desde los 14 años vive en Maldonado. Sus padres, que fueron deportistas, le dieron el visto bueno para que se fuera del hogar, teniendo en cuenta las ganas de Deborah de mejorar como atleta. La atleta nacida en La Unión también le dedica tiempo al estudio. Con la Secundaria terminada, quiere estudiar Notariado, algo que le gusta mucho.

Es hija de Elio Rodríguez, futbolista que surgió en las juveniles de Peñarol. Su madre y sus abuelos también fueron atletas. Su hermano mellizo juega al fútbol en el primer equipo de Defensor Sporting. Resalta que sus padres fueron los principales motivadores para alcanzar los diferentes objetivos. Siempre la ayudaron y la motivaron en los buenos y malos momentos. Hasta hoy la siguen en las diferentes competencias. “Todo lo que tengo se lo debo a mi familia”, dice.

En la decisión de dedicarse al atletismo, sus padres fueron fundamentales. Ellos le inculcaron hacer deporte y estudiar al mismo tiempo. Desde los cuatro años la llevaron a practicar distintas disciplinas. Le dieron la libertad de elegir lo que a ella más le gustara. De niña hacía ballet, gimnasia artística, natación, pero siempre el atletismo estaba dentro de la rutina. Llamaba la atención por ser la única negra que corría en la pista y por tener piernas largas, que “para el atletismo es el estereotipo ideal”, explica. De niña sus amigos le decían que iba a llegar lejos. Ella no se lo creía.

Andrés Barrios, que vio en ella talento para este deporte, le propuso irse a Maldonado a entrenar con Andrés Silva y Heber Viera. No lo dudó ni un segundo. Su familia sólo le exigió disciplina y comportamiento. Contrario a lo que le ocurrió a Silva, pasó de vivir en el ruido de la capital a una mayor tranquilidad en Maldonado. Se adaptó e hizo su vida. Dentro de su entrenamiento, para mejorar la oxigenación, debe realizar muchas carreras de calle, también trabaja el físico con musculación. Un dato interesante sobre este deporte es que el calentamiento para las distintas competencias puede llevar un tiempo de 40 minutos a una hora y media, durante el cual se dan tres o cuatro vueltas a la pista, a lo que se suman ejercicios de flexibilidad y movilidad.

El objetivo de Deborah es hacer una buena experiencia y mejorar su marca personal. Sabe que es muy difícil alcanzar algo más, teniendo en cuenta su edad y los grandes corredores que estarán compitiendo con ella. Lo importante será crecer como persona y como atleta.