Frío y muchos nervios era lo que predominaba en la competencia que tuvo como sede el local de la Asociación Rural de Florida. Asistieron 14 duplas: 28 jóvenes que representaron a las Sociedades de Fomento Rural de Lavalleja y de Los Cerrillos (Canelones), a la Asociación Rural de Durazno y de Minas, a la Aparcería Renovación Gaucha (Canelones), a la Unión Rural de Flores, a la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad de la Empresa y a las escuelas agrarias La Carolina (Flores), de Sarandí Grande, de Durazno y de San Ramón, del Consejo de Educación Técnica Profesional (CETP, ex UTU).

Como la cantidad de inscriptos a este primer certamen superó las expectativas, se organizaron tres instancias de preclasificación por regiones: el sábado se hicieron en paralelo en Florida y Melo, el 11 de agosto se hará otra en Salto y las 16 duplas ganadoras competirán en la final, que se desarrollará en Durazno el 18 de agosto. Los ganadores podrán asistir en 2013 a las Ovinpíadas Mundiales de Nueva Zelanda (los participantes y un referente de la institución a la que representan) y los otros tres primeros premios incluyen motos y/o laptops.

“Generar un estímulo a los jóvenes para que se capaciten y se desarrollen en el rubro ovino” es el principal objetivo de la propuesta, dijo a la diaria Ignacio Mullin, coordinador del Plan Estratégico Nacional para el Rubro Ovino. En la página del Secretariado Uruguayo de la Lana (SUL) se indica que otro de los objetivos es “promover y difundir técnicas exitosas de trabajo con ovinos, de mayor rendimiento, cuidadosas del bienestar animal y del medio ambiente” así como colaborar con las instituciones educativas en la formación de los estudiantes.

Pruebas

Tanto en Florida como en Melo se pusieron seis de las 22 pruebas que figuraban en las bases: responder un formulario de múltiple opción, ordenar vellones considerando la finura de la lana, armar y llenar dos jeringas; los otros tres desafíos eran con animales: identificar el cordero pesado tal como es definido por el SUL, catalogar cinco ovinos observando su boca y dentición, y la sujeción, derribo y maneo de otros cinco.

El listado de 22 pruebas fue diseñado por integrantes del SUL, quienes tuvieron en cuenta que las propuestas fueran fundamentalmente prácticas y que fueran un “atractivo para ver”. Algunas de ellas son la preparación de tijeras para la esquila, el descole y desoje (cortar la lana en el área de la cola y los ojos del animal), determinar la aptitud de los vientres para la encarnerada, obtención, mantenimiento y almacenamiento de muestras coproparasitarias, reconocimiento de lesiones o de las principales afecciones podales e identificar cortes ovinos.

Organizadores

Las Ovinpíadas son organizadas por el Plan Estratégico Nacional para el Rubro Ovino (PENRO), un proyecto lanzado en 2009 por las industrias frigorífica y lanera, el SUL y el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria; cuenta con el apoyo de las facultades de Agronomía y Veterinaria de la Universidad de la República, el Consejo de Educación Técnico Profesional, la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad de la Empresa, el Instituto Nacional de Carnes, el Instituto Plan Agropecuario y el Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional.

Javier Frade, integrante del SUL, dijo a la diaria que para esta primera instancia se seleccionaron pruebas sencillas para que los participantes se sintieran cómodos, pero advirtió que para la final se elegirán otras más difíciles. Por otra parte, se espera que el grado de complejidad aumente año a año: “En la medida en que vamos a ir generando una capacitación, esperamos cada año incorporar cosas nuevas, sobre todo pensando en el nivel de tecnificación que demandará el rubro en un futuro”, comentó Mullin.

El tiempo estimado por prueba era de cinco minutos, y para marcarlo los organizadores usaban una bocina que imitaba el sonido usado en los Juegos Olímpicos. Las pruebas se hacían en forma simultánea y los seis primeros equipos fueron rotando por los espacios de pruebas mientras los ocho equipos restantes aguardaban su turno en otro sitio. Los competidores que ya habían concursado se quedaban viendo al resto o conversando y conociéndose, siendo éste otro de los aspectos valorados por los participantes.

Antes de comenzar la competencia se indicó que el tiempo en que resolvieran la propuesta era un factor importante, pero advirtieron que hacer con rapidez el trabajo sólo representaría 20% del total, porque 80% iba dedicado a la calidad del trabajo y al manejo del animal.

Los organizadores habían distribuido materiales escritos y videos a las instituciones participantes, aunque los que asistieron a talleres prácticos o tenían ya incorporado el trabajo fueron quienes obtuvieron mejores 
resultados.

Algunos se sintieron nerviosos ante el formulario, que tenía trampas, pero la prueba que presentó mayores dificultades fue el armado de las jeringas. Ambas eran distintas entre sí y los concursantes perdían tiempo al combinarlas, además de que el temblequeo de las manos, aumentado por el frío, también les jugaba en contra. El jurado de esa prueba no entendía cómo los participantes no podían concretar algo tan sencillo y común en el trabajo de campo; algunos comentaron a la diaria que estaban acostumbrados a recibir las jeringas ya preparadas, unos pocos resolvieron la prueba sin mayores problemas y un equipo llegó a romper una parte de los implementos por una mala
maniobra.

La prueba de dentición e identificación del cordero pesado no ofreció mayores dificultades, y una de las más entretenidas para ver, y también para observar errores, era el maneo de animales. Varios competidores lo hicieron en conjunto, lo que restaba puntos al trabajo final, porque lo ideal es hacerlo solo, que es como seguramente sea cuando se desempeñen laboralmente; el jurado también observaba el trato hacia el animal y que éste no se desatara después de maneado, lo que le pasó a más de uno.

Aprendizajes

Aunque representando a otras instituciones, seis de las duplas cursaban la tecnicatura en la escuela agraria La Carolina. De acuerdo al desempeño y a lo comentado por varios participantes, las pruebas de destreza les resultaron más fáciles a esos equipos que a los referentes de la escuela agraria de Durazno, por ejemplo. Pablo Antonaccio, docente de práctica ganadera del centro duraznense, comentó que el cometido de esa escuela es que los alumnos continúen estudiando en facultad: “Se apunta a que en la práctica los muchachos tomen conocimiento, pero no a adquirir la destreza”, lamentó en cierta forma ante una competencia netamente práctica. Ninguno de los equipos de esa escuela pasó a la instancia final. Antonaccio reconoció que deberán prepararse mejor para las próximas Ovinpíadas y pensando en ellas, valoró que en la final serán localistas en la platea.

Cuatro de los equipos eran integrados por un varón y una mujer, y uno era sólo de chicas. Las cinco duplas preclasificadas fueron de la Sociedad Agropecuaria de Lavalleja, de la Escuela Agraria de Sarandí Grande, de la Unión Rural de Flores, de la Aparcería Renovación Gaucha y de la escuela La Carolina.

Valentina Viera y Guillermo Garrone, de la Asociación Rural de Minas, obtuvieron uno de los primeros puestos; la chica comentó que cursan en La Carolina y que “hace una semana no queríamos venir porque teníamos miedo, inseguridades, hablamos con el profesor y nos dijo que lo importante era venir”. Su compañero agregó: “Nos preparamos para cumplir porque ya nos habíamos anotado y nos llevamos esta satisfacción”.

“A primera vista parecía fácil, pero después cuando te ponés a hacerlo se complica”, aportaron Gonzalo Pérez y Santiago Duarte, ganadores representantes de La Carolina.

En tanto, los primos Esteban y Juan Ignacio Sanguinetti, de Flores, que obtuvieron el tercer puesto, transmitieron la incógnita que tenían antes de conocer el veredicto: “Pensamos que nos había ido bien porque lo hicimos rápido, pero justamente por eso teníamos la duda”.

Algunas de las duplas con las que dialogó la diaria tenían experiencia con ovinos por ser un rubro trabajado por sus familias, mientras que otros participantes habían tenido la primera aproximación en las instituciones educativas y les había gustado.

Había quienes proyectaban estudiar en facultades, mientras que otros sabían que irían directo al mercado laboral cuando terminaran de cursar las escuelas agrarias. Al consultarles a qué rubros se dedicarían -ganadería, lechería, agricultura- la respuesta más frecuente era que se desempeñarían “en lo que haya” y de buenas a primera decían que no siempre se trabaja en lo que a uno más le gusta. Les costaba soñar con un empleo; muchos decían que aspiraban a trabajar con ganado -ovino o bovino- pero algunos consideraban que la agricultura paga mejor.