Una señora con pañuelo en la cabeza aguardaba sentada mientras las autoridades se turnaban para entregar las llaves a cada uno de los 40 beneficiarios del complejo del Banco de Previsión Social (BPS) y el Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente (MVOTMA). No quería hablar con la prensa, y menos que menos salir en una foto; cuando veía que las cámaras podían llegar a tomarla se tapaba la cara con la revista Políticas, que distribuye gratuitamente Presidencia de la República. De a poco fue diciendo: “Lo único que me gustaría es darle las gracias. Ojalá podamos disfrutar con muchos años de vida”. Se llamaba Blanca y hacía rato que había cumplido las siete décadas; siete eran, también, los años que esperó ese momento. Sus obstáculos a proporcionar datos no respondían a discrepancias con los periodistas o los medios, sino que evadía ser identificada: su gran preocupación era “la seguridad”, “por las cosas que están pasando”, aclaraba.

La mujer valoraba que el edificio tenía una reja de entrada y que parecía seguro, pero los relatos policiales la atravesaban, podían más. Cuando volvió con el manojo de llaves no podía creer la cantidad de cerraduras que tendría que abrir; de ahí en más pasó a agitarlas en forma de campana cuando sus futuros vecinos iban recibiendo las de ellos. Hubiera querido mudarse con su hijo, pero si lo hacía perdía el beneficio.

Acceden a él jubilados y pensionistas del BPS que no sean propietarios ni tengan familia que pueda darles acogida, y cuyos ingresos sean inferiores a 12 Unidades Reajustables (7.000 pesos). En el caso de Blanca, si se mudaba su hijo, sobrepasaban la cifra de ingresos. Para corregir situaciones de años anteriores, las autoridades dejan en claro que las viviendas no se entregan “en propiedad, sino que son en uso y goce a perpetuidad, mientras que pueda el beneficiario ser autoválido desde el punto de vista del desarrollo en la vivienda”, recalcó el ministro de Vivienda, Francisco Beltrame; con eso, se intenta evitar la permanencia de hijos luego del fallecimiento de los beneficiarios.

Lista larga

El programa de soluciones habitacionales para jubilados y pensionistas del BPS se ejecuta desde 1996 y cuenta con 6.087 viviendas, explicó a la diaria María del Rosario Oiz, vicepresidenta de ese organismo. Detalló el trabajo conjunto con el MVOTMA, 
que administra el fondo para la construcción de viviendas, llama a licitación y realiza el seguimiento; el BPS indica cuál es la cantidad de aspirantes a viviendas, dónde se necesita construirlas, y se encarga de la administración y del mantenimiento de los complejos.

La lista de aspirantes es muy larga. Oiz precisó: “Hay alrededor de 9.000, pero no podemos decir que todos tienen derecho, tienen la condición de jubilados pero no necesariamente reúnen el resto de las condiciones de nivel socioeconómico como para acceder a la vivienda”, y afirmó que “hay un entorno de unos 3.000 en todo el país, que ésos sí han sido evaluados y que están esperando una solución habitacional”.

La vicepresidenta del BPS comentó que “la idea es ver si en el resto del período podemos construir 1.000 unidades habitacionales” e indicó que además se están desarrollando otras estrategias, como los subsidios al alquiler y los cupos-cama en hogares de ancianos para las personas que no son autoválidas.

A estrenar

Los edificios inaugurados ayer disponen de ascensores; Beltrame destacó que cuentan con equipos electrógenos propios, de modo que no se obstaculice el uso ante un corte de luz. Todos tenían un dormitorio (con placares), living comedor, cocina, baño y una pequeña terraza; todos contaban también con buena iluminación y ventilación. Si bien la superficie total no superaba los 45 metros cuadrados, cuando abrió el suyo, Teresita exclamó: “¡Qué grande!”. La mujer había ido preparada: en cuanto abrió, dejó sobre la mesada una botella de aceite, un paquete de sal y un trozo de pan. “Para la suerte”, explicó. Hacía dos años que se había inscripto en el BPS para acceder a la vivienda; el detonante fue haber sido operada de cáncer.

El mismo motivo le permitió el acceso a Betty, que hasta ahora vivía en una pensión, donde pagaba 6.000 pesos mensuales: “Esto es un sueño”, repetía.

Desde uno de los pasillos se veía a un hombre joven que decía “acá puede ir la televisión” y con sus manos señalaba la futura distribución de la casa de su madre, María, de 69 años. Vivía con su marido en Piedras Blancas y confesó: “No sé si se va a mudar, está medio dudoso, pero yo me vengo”. Al ser consultada sobre si hablaba en broma, dijo que no, que era en serio: “A él no le gusta mucho el centro, pero ta, vamos a ver”.

El costo de cada apartamento oscila entre 55.000 y 60.000 dólares; tanto Beltrame como Oiz destacaron la calidad de la construcción y el acondicionamiento, con los baños adaptados para las personas con movilidad restringida. Aun así, al menos uno de los apartamentos ya presentaba humedad en una de las paredes de la cocina; la beneficiaria la vio en seguida, y aunque terminó destacando lo positivo, sería importante que las autoridades monitorearan a tiempo esos detalles.

En otro de los pasillos estaba Washington, quien usaba silla de ruedas, trasladada por su esposa Sonia. Estaban acompañados por dos señoras que incrementaban el jolgorio, y una de ellas comentó al ver los pisos lustrosos: “Qué lindo, vamos a tener que hacer un bailongo acá”.

Washington estaba fascinado. Tiene 68 años y hacía diez que se había inscripto en el BPS para acceder a la vivienda. Con una jubilación de 5.000 pesos tendrá ahora las posibilidades que no tenía en un apartamento que alquilaba en el Buceo (de techo de dolmenit, precisó), donde vivió toda la vida. “Lo único que voy a extrañar es el barrio, hace 68 años que vivo allá, pero estábamos deseando que nos saliera esto. Esto es un lujo y es mío, mío y de mi señora”.