Imaginemos que viajamos cinco años atrás y nos encontramos con un político o empresario uruguayo al que le contamos algunas cosas que ocurrirán en 2012. Podríamos empezar diciéndole que en el futuro próximo 75% de los hogares tendrán una computadora y que un tercio de éstas van a ser ceibalitas (ésas del piloto que en este 2007 se está haciendo en Cardal sin mucho apoyo de buena parte de los educadores). A pesar de su cara de incredulidad, seguimos aportándole datos de 2012: 63% de todos los uruguayos serán usuarios de internet, a pesar de que en el presente la mitad de estas 1.650.000 personas nunca ha tenido acceso a la red.

Podríamos también tener dificultad en convencerlo de que el segmento donde más crecerá la conectividad es el de las personas mayores, ya que con 94% de los adolescentes de 12 a 19 conectados, habrá una virtual universalización entre los jóvenes. Podría ser aún más difícil hacerle entender que 80.000 adultos empezarán a usar internet a partir del ingreso de una XO al hogar, una computadora que a esa altura muchos tildaban de “juguete”.

Celulares como el iPhone -que en 2007 acaba de ser lanzado y llegará en un año más al país- van a ser el medio por el que 20% de los que se conectan a internet revisan su correo y acceden a redes sociales. En esa cifra también se incluirán las tabletas, pero como todavía no existen sería muy complicado de explicar qué cosa son. Seguramente también deberíamos tomarnos un tiempo para profundizar en lo que son las redes sociales, ya que Facebook tiene apenas un año como una red accesible a todo el mundo y Twitter todavía es territorio de unos pocos geeks. No sería fácil convencerlo de que hablar y mostrar intimidades es una actividad que consume la mayoría de las diez horas semanales promedio que ocuparán en conectarse sus compatriotas del futuro.

Decirle que 65% baja música y 34% baja o mira películas en línea podría resultar jocoso, ya que en el Uruguay de 2007 es trabajoso acceder a multimedia (como ese sitio “YouTube” que Google acaba de comprar por un disparate de plata) cuando la velocidad promedio es de 0,3 Mbps. Tendríamos que explicarle que al final YouTube resultará una buena inversión, que acá será usado por 63% de los internautas y que con los 5 Mbps que tenemos hoy de promedio sólo estamos atrás de Brasil y Chile en Sudamérica. No sería muy amable contarle que se podrá acceder a ADSL gratis o adelantarle todo el tema de fibra óptica al hogar y sus conexiones de 120 Mbps por 1.600 pesos porque eso tal vez sería demasiado para su salud.

Quizá sería más fácil convencerlo de que hoy 10% de los que usan internet escribe un blog, de esos que por 2007 ya estaban dejando de ser moda, aunque explicarle que 21% hace trámites con el Estado, 15% efectúa transacciones bancarias y 30% ha comprado alguna vez por internet podría ser bastante difícil en una época en la que la simple existencia del más básico sitio web de comercio electrónico, un banco o un organismo público está rodeada de incertidumbres varias.

¿Y si nos quisieran convencer a nosotros de que en 2017 esas cosas van a estar tan alejadas de lo cotidiano como lo está nuestra realidad de la de cinco años atrás? Ahí radica posiblemente el mayor desafío al momento de pensar en clave de futuro. Desconocemos, adivinamos lo mejor que podemos, pero es muy fácil quedarse corto. Si queremos un país que aspire de verdad al desarrollo, no nos queda otra que apostar más alto y esperar que el mejor de los futuros sea una profecía autocumplida.

  • Basado en la presentación del Grupo Radar (http://ladiaria.com.uy/UBN).