“Es la clasificatoria, estúpido”, parece espetarme la realidad luego del microciclo que enfrentó a Uruguay con Ecuador y Colombia. Ayer, la celeste igualó a uno con un durísimo equipo y alcanzó su único punto de los seis. Como supera por saldo de goles a Chile se mantiene cuarto. Pudo quedar quinto: empezó perdiendo y, antes de que el Flaco iluminara a Cavani para el empate, el árbitro paraguayo Carlos Amarilla no sancionó un penal de Muslera que pudo dejar al equipo en las puertas del 0-2, con diez futbolistas y con un jugador de campo en el arco a falta de media hora.

Para los celestes la noche fue un problema al que lo empujó la repetición de dos defectos. Se vuelven habituales los malos comienzos de partido. También los errores de aquella defensa tan elogiada en el Mundial y la Copa América. A los 8 minutos Ecuador ya ganaba 1-0. El delantero Caicedo forzó un penal que ejecutó con el carbónico que se guardó entre el short y el suspensor el viernes, cuando hizo lo mismo contra Bolivia. Esta vez la oportunidad aprovechada fue un tempranero premio a la osada postura del equipo de Rueda. Los ecuatorianos abrieron el partido tirando una presión alta que generó mil errores defensivos celestes y no dudaron en cortar cuando lo precisaron. Palito fue un saco de nervios con los bolsillos cargados de errores que el enorme volante Valencia agradeció. Lugano y Godín arrancaron dormidos ante el anotador y Benítez fue el compañero de ataque que rompió hacia el área y le pasó la pelota cuando el capitán celeste le cometió el penal.

Para Uruguay, Forlán fue el papá que tranquiliza al nene cuando se despierta de golpe. Hacía 15 minutos que el estadio tenía una pesadilla en la que el Cacha y el Ruso agarraban pocas y las pasaban mal. Diego se paró en la chacra del 5 y demostró que, aunque no le salga el gol, tiene que jugar porque les pasa la pelota a los de celeste. En la corta y en la larga. Profunda y lateral. Con él Maxi Pereira empezó a ser. Ramírez tocó en corto y Cavani despertó. También con Forlán, Suárez tuvo la más clara del primer tiempo: Diego le regaló una peinada solidaria para que Luis combinara y recibiera el pase que culminó con remate al horizontal.

La lógica de la frazada corta se adueñó del partido en el segundo tiempo, pero llegó antes. La última del primero fue para Ecuador. Chucho -apodo bien puesto- Benítez sacó a bailar al Mono y Muslera se calzó el antibalas. El arquero sería un pilar porque el empate se hizo esperar hasta los 67, cuando ya hacía 8 que Tabárez había metido un cambio clave pero de alto riesgo. Puso al Cebolla, el padre de la igualdad y hasta de la victoria que no fue, y sacó al Ruso. Gargano, que ya había entrado por el Cacha, quedó como único volante vocacionalmente marcador. Ramírez se le paró al lado y nació un 4-2-4 con Rodríguez volando por la zurda, a la altura de los tres delanteros. El Mota hizo acordar al Pato Sosa de los tiempos de JR. A veces llegó; otras no. Si bien el Tata González mejoró la contención por la zurda al entrar por Palito, el equipo quedó expuesto a unas contras temibles. Muslera aprovechó la beca que le regaló Amarilla y se lució ante Valencia y Benítez. El arquero ecuatoriano Domínguez hizo otro tanto ante Suárez, que jugó marcado por rivales y nublado por su crónico enojo. Ojalá lo controle cuando en octubre haya que visitar a Bolivia y a Argentina. Esperemos que sin el arbitraje de Amarilla.