El gobierno consolidó los números correspondientes a la Rendición de Cuentas estableciendo un “espacio fiscal” de 140 millones de dólares, concepto manejado por el equipo económico para denominar lo que reivindica como un superávit presupuestal. Pero el economista Protasi discrepa no sólo con la aseveración de que el gobierno obtuvo superávit sino también con el concepto mismo utilizado para nombrarlo. “No me parece adecuado referir a la existencia de un espacio fiscal cuando en el año 2011 existió un déficit global, aunque inferior al 1% [del PIB], pero déficit al fin. Si hubiera resultado un superávit, sería aceptable”, expresó. El especialista entiende que la política fiscal oficial no puede ser evaluada como eficiente “al no haberse aprovechado la oportunidad de haber experimentado un crecimiento importante del Producto para bajar la presión fiscal de la economía, o haber acumulado reservas en el BCU [Banco Centraldel Uruguay] genuinamente”.
Es que el organismo regulador del sistema financiero local “ha estado acumulando activos de reservas gracias al aumento sostenido de la deuda pública”, o sea, una masa de recursos que “no fue generada por un ahorro del gobierno”. En cambio, reflexionó Protasi, “si se hubiera aprovechado el ciclo expansivo de la economía, la recaudación excedente se podría haber aplicado a adquirir dólares y elevar el tipo de cambio genuinamente”. La crítica refiere al modo en que “se viene aplicando el mix de política fiscal-monetaria”, precisó el ex presidente del BCU, reafirmando que “no es eficiente porque se gasta en exceso y no se dejan recursos para comprar dólares con recursos propios, que hubiera sido el mecanismo genuino para evitar la fuerte apreciación del peso”.
La directora del Área de Coyuntura del Instituto de Economía (Iecon) de la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración (Universidad de la República), por su parte, evaluó como “difícil hacer un juicio [definitorio] sobre un proceso tan complejo como el de la Rendición de Cuentas, que es un proceso político”. En el desarrollo de éste, “evidentemente, hubo avance de los gastos durante la negociación posterior a la presentación” del texto, “lo que hace al resultado global pero también a la asignación de rubros, a las transposiciones de gastos”, tratándose de “un proceso natural”. Mordecki recordó que al inicio de la discusión sobre el proyecto, el Poder Ejecutivo “había planteado austeridad” como criterio presupuestal general “ante la situación internacional, y con una proyección de crecimiento menor”. Luego la académica analizó: “En Uruguay sucede que las causantes de desequilibrios terminan siendo necesidades puntuales debidas a problemas climáticos o a los precios del petróleo, a imponderables que terminan explicando el aumento del déficit”.
UI para uy
Consultados ambos economistas sobre la coherencia y consistencia de la política fiscal, Protasi dijo: “El gobierno aprovechó el viento a favor de la baja de las tasas de interés internacionales y de colocar deuda en UI [Unidades Indexadas], que sólo contabiliza la tasa real de interés pero no el ajuste por inflación, que está impulsando a la deuda como bola de nieve”. Fue por ello que la administración “mejoró el gasto en salarios y permitió abatir la pobreza. Gracias a la depreciación del dólar a nivel internacional, la relación deuda/PIB mejoró”. Sin embargo, el análisis permite afinar la lectura de los logros, acotó. “Si miramos los flujos anuales de aumento de la deuda entre 2009 y 2011, el flujo acumulado de deuda neta con relación al PIB aumentó 15,4 puntos, cuando el déficit acumulado en ese período fue 3,6%. Quiere decir que hay 11,8 puntos del PIB de aumento de la deuda que se deben a su UI-ficación”, lo que constituye “un esquema perverso que se sentirá algún día”.
Mordecki, a su turno, evaluó al respecto: “Se puede decir que la política [fiscal oficial] es razonablemente consistente”, aunque “no en un 100% por las negociaciones previas” sobre las asignaciones específicas. Si bien puede aplicarse un criterio de “prudencia que implique, por ejemplo, bajar el gasto en algunos momentos, muchas veces no se puede políticamente, por las presiones por mejoras de sectores que las precisan”. Y aunque no son demandas formuladas “porque sí, igualmente, a veces, superan esa idea más macro de equilibrio, o de política fiscal más contractiva en momentos de auge, como se reclama a veces desde la oposición”. Es decir que “teóricamente se puede” orientar el gasto hacia la restricción, “pero la economía política hace tal proceso imposible”. Esta explicación remite a la presencia activa de “sectores que reclaman un aumento del gasto, porque la realidad manda: las necesidades de corto plazo y la presión de esa lucha son legítimas, surgen por necesidades, y también obedecen a una forma democrática” de organización política de la sociedad, recordó. Así, la Rendición de Cuentas “termina saliendo de esa presión y la respuesta del Ejecutivo se va acomodando” en el devenir del juego de fuerzas actuantes en el plano político-institucional.
Urbi et orbi
la diaria también inquirió a los expertos acerca de la delicada situación internacional y la posibilidad de que ésta incida decisivamente en sentido negativo sobre las cuentas públicas del país. Para el ex titular de la autoridad monetaria, “existe una clara desaceleración económica que va a repercutir en los ingresos públicos, tanto en la recaudación como en los ingresos de las empresas públicas”. De hecho, continuó, “ya se empezó a observar un aumento importante del déficit, que supera en la actualidad el 2%” del PIB. En este punto, Protasi reflexionó: “Si se hubieran ahorrado las reservas, hoy el gobierno podría ser expansivo sin aumento del déficit. Pero como no ahorró, la expansión del gasto junto a la desaceleración de los ingresos produce un aumento del déficit” público.
Mordecki, por su lado, observa que “no es un tema sobre el que una tenga el 100% de seguridad, porque la crisis está desarrollándose y no se ve su final: Europa está muy complicada y no puede saberse si se soluciona” su frágil situación fiscal. “Puede que esto se arrastre un año más, según los analistas internacionales, que lo proyectan [el final de la crisis allí] a 2013 o 2014”, sin que se sepa, por ejemplo, “cómo repercutirá eso en grandes potencias como China, que es factor de empuje del crecimiento mundial”. En Uruguay, hasta el momento, “hubo impactos limitados a algunos sectores”, con la crisis “pegando en nuestros dos vecinos e impactándonos por esa vía” indirecta. Si la contracción mundial se prolonga y el país “deja de crecer a tasas elevadas como las que mostró hasta ahora, y sin el ingreso de los impuestos planificados, puede haber un impacto relevante por la caída de ingresos”.
La economista analizó: “Los egresos de gastos para paliar situaciones puntuales, las medidas sectoriales de crédito, el seguro de paro, todo ello puede afectar los ingresos y gastos”. Pero más allá de todo eso, “que puede ocurrir, para Uruguay, el tema del déficit pasa por cómo estamos en el tiempo con quien nos presta”, y en ese sentido el país está en “una situación muy buena: tiene negociados créditos contingentes y ha adelantado financiamiento. Eso hace que los desequilibrios puedan ser fácilmente manejados sin que el país deba caer en una situación problemática por falta de acceso al crédito”. Graficó el razonamiento recordando que Estados Unidos se financia a tasa cero y que “ahora Uruguay se financia a 100 puntos básicos”, en un contexto de “tasas mundiales que están muy bajas. Es un punto positivo para evaluar la sustentabilidad en situaciones posibles. Pero si la crisis se alarga, nos va a impactar”, puntualizó.
Juego de tasas
Cuando se les preguntó cómo evalúan las políticas monetaria y de encajes bancarios del gobierno, ambos expertos expusieron sus respectivos análisis. “El problema está en la política fiscal expansiva, que obliga al BCU a mantener tasas de interés elevadas para contener la inflación, lo que le resulta muy difícil. Estimo que este mix de políticas está llegando a su fin”, pronosticó Protasi.
Su colega del Iecon, en tanto, explicó que “Uruguay enfrenta un problema algo diferente en materia de política monetaria respecto de otras economías por su dolarización tan fuerte”. De ahí que, en cuanto a la política monetaria, “las tasas en pesos no sean tan efectivas como en Brasil, donde la tasa es un indicativo efectivo de la política monetaria, mueve las tasas del mercado”. Pero, en el país, “la tasa en pesos del BCU tiene un efecto limitado, y el canal más reconocido de impacto es el valor del tipo de cambio, lo que complica las cosas porque, para que sean efectivas las tasas sobre la inflación, es necesario que caiga el dólar”. De este modo, la política de encajes del gobierno “es complementaria” de la monetaria, y ésta “tiene que ser más restrictiva, pero no al costo de un peso más apreciado”. Así, la política de encajes aparece como “subsidiaria de la monetaria” en el marco de un proceso de ingreso de divisas que corren “detrás de tasas más atractivas”. En definitiva, se trata de “una política interesante, que favorece el control de la inflación”. Sobre esto, Mordecki concluyó: “Para medirlo es necesario tiempo: el dólar está mantenido dentro de un franja y, mientras se mantenga, el gobierno lo monitoreará. Y tampoco tenemos una cantidad muy grande de medidas para tomar”.