-¿Cómo se dio tu vínculo con la vela?

-Arranqué muy chico. La primera vez que me subí a un barco fue alrededor de los cuatro años, o tal vez menos. Empecé a navegar a los siete. A esa edad empecé con la escuela de vela y a aprender a navegar. Poco a poco me fue gustando. A los nueve tuve mi primera regata local y a los diez mi primer campeonato sudamericano. Me gustaba y me gusta mucho navegar y la competencia. Me fui enganchando cada vez más, también con mis hermanas. A los 16 años me cambié de categoría, pasé a la Láser, que es la categoría olímpica, y a partir de entonces me empecé a mentalizar. Tenía referentes locales como Adolfo Carrau, que fue a los Juegos Olímpicos de Sidney. Él me motivo a empezar a navegar más fuerte y a entrenar más rutinariamente, como si fuera un trabajo aunque no ganara plata. Me lo tomé muy en serio.

-¿En qué categoría arrancás?

-En la categoría Optimist, que es hasta los 15 años. A partir de ahí se te abre más el abanico. Acá principalmente hay dos categorías: una que se llama Láser y Snipe, en la que se compite en pareja. Ahora hay alguna nueva que está entrando, pero no está tan desarrollada como estas dos.

-A medida que vas compitiendo, ¿te das cuenta de que sos bueno para la vela o se va dando?

-Se va dando. Lo que hago es disfrutar mucho de navegar y me gusta la competencia. Por más que tengas talento, si no entrenás no vas a ningún lado, te pasan por arriba. Podés tener talento, pero si físicamente estás navegando diez minutos y no podés más, el talento no sirve de nada. Es una combinación de las dos cosas. Por un lado, la parte que podés entrenar y, por otro, lo que te viene innato.

-¿Qué condiciones tiene que tener una persona para competir en vela?

-Tiene que ser paciente, porque las regatas a veces son de más de una hora y tenés que tomar buenas decisiones con el viento. Constantemente está cambiando, los rivales cambian de posición, el viento cambia de dirección, la corriente; son muchas variables a las que tenés que estar atento y tomar decisiones. Si te desesperás o sos impaciente probablemente tomes decisiones malas. Ésa es una característica que tiene que tener el deportista que navega en vela. Después, que te gusten el mar y el viento. Es solitario también porque es una categoría individual y tenés que salir a entrenar solo, y tenés que tener disciplina.

-¿Qué características tiene la categoría Finn, que es en la que estás ahora?

-Es un barco mucho más técnico. Tiene muchos más controles para cambiar la forma de la vela con cabos, cuerdas. Cada uno tiene su propio barco, en el sentido de que en Láser cada uno tiene su propio barco y no puede cambiarle nada, es un barco que se fabrica por igual. No son todos iguales porque es imposible fabricar un barco igual a otro, pero el peso es casi igual, el palo también. En este barco no, cada timonel tiene su propio palo para su peso, para su forma de navegar, el barco también, dependiendo de su peso, es más rígido o más blando. La vela, dentro de las reglas, se puede diseñar para tu estilo de navegación. Cambia todo. Se necesita una adaptación, que va a ser este año y un poquito del que viene, para llegar a setiembre de 2014, que es la primera clasificación para Río 2016.

Los primeros campeonatos

-¿De chico ya competías en el ámbito local?

-Sí, de chico acá siempre. A nivel internacional cuando podía me iba a Argentina o a los sudamericanos en Colombia, Ecuador, Chile, Brasil. También fui a dos mundiales de la categoría Optimist, uno en Portugal y otro en la isla Martinica. El primero con 14 años y el segundo con 15. Después salté al Láser y fui a tres mundiales juveniles, en Australia, Francia y Canadá. En 2003 fue mi primer mundial de mayores. En 2004, en el Mundial de Turquía, conseguí el cupo para los Juegos Olímpicos de Atenas.

-¿Tu primera competencia en Láser cuál fue?

-Fue un Sudamericano en el 2000, en Porto Alegre. Me fue bien, terminé tercero en la categoría Juvenil, era el primero y estaba contento. En 2001 en Punta del Este gané el Sudamericano, en 2002 fue en Buenos Aires y también gané. Luego me hice mayor y me fue más o menos. Siempre estaba entre los diez primeros; quinto, sexto, octavo… El año pasado tuve el mejor resultado que fue tercero en el Sudamericano, atrás del argentino Julio Alsogaray y del brasileño Bruno Fontes. Después en los Juegos Olímpicos les gané, Julio quedó 11º y el brasileño 13º.

-¿Como fue la experiencia de los primeros juegos olímpicos con 20 años?

-Estuvo bueno. No sabía con qué me iba a encontrar. Estaba súper expectante porque eran mis primeros juegos olímpicos, y en Atenas, donde habían sido los primeros juegos modernos en 1896; después nunca más se habían hecho hasta 2004. Además, generalmente la vela está lejos de la Villa Olímpica porque las sedes no tienen costa; por ejemplo, en Beijing estábamos a 800 kilómetros de la villa, en cambio en Atenas la costa está a 30 kilómetros y estábamos todos los deportistas juntos. Eso estuvo bueno. En China estábamos apartados de todo y ahora en Londres también. Nos quedábamos a 250 kilómetros, donde habían hecho una subsede. Cuando terminó la regata fuimos para Londres.

-En los segundos juegos te tocó ser abanderado, ¿te acordás de aquella elección?

-Cuando me dijeron no lo podía creer. Aparte estaba Milton Wynants también, no me lo esperaba. Había conseguido el cupo, me había ido bien en el Mundial y lo tomé como un premio al trabajo, al entrenamiento y a la dedicación.

-¿Cómo se vive en la ceremonia inaugural ser abanderado?

-Con mucha emoción e intensidad. Ya salir al estadio, ver a toda la gente gritando, sacando fotos, con la música, está bueno; llevando la bandera más. Fue una linda experiencia.

-¿Hay algo que te sorprenda de las cosas que se hacen en los Juegos 
Olímpicos?

-El tema de la seguridad te impacta. Todas las medidas de seguridad que se toman. Policías con metralletas todo el tiempo con el dedo en el gatillo, dando vuelta por todos lados, militares... Eso te choca porque estás ahí por el deporte. Se toman muchas medidas; acá en Uruguay nunca vi una cosa así.

Londres 2012

-¿Más allá del resultado final, cómo viviste la competencia?

-Fue paso a paso. Cada día era diferente. Intentaba concentrarme y aislarme de si el día anterior me había ido bien o mal. Intentaba estar tranquilo porque las competencias de vela son largas, de una semana, en las que tenés que estar mentalizado y concentrado todo el tiempo, y aprovechar los momentos cuando podés descansar y darle fuerte cuando son las regatas. Fue bastante regular salvo el segundo día que fue malo. Había arrancado muy bien, el primer día venía séptimo y después del segundo día bajé al 17º lugar, bajé diez puestos. En la competencia se completan seis regatas en los primeros tres días, luego hay uno de descanso y los últimos dos son con dos regatas diarias. Entonces el tercer día era clave. Si me iba mal probablemente perdía todas las chances de cumplir con mi objetivo de entrar entre los diez primeros. Después de ese segundo día, intenté analizar las cosas que pasaron para salir al siguiente día bien. En la primera regata me fue mal y me quedaba una oportunidad más para hacerlo bien. Salí séptimo y me mantuve en el puesto 17. Luego vino el día de descanso, que me vino bien para descansar y hacer las últimas regatas, que fueron excelentes porque quedé en las tres entre los diez primeros. Eso me hizo pasar del 17º al noveno lugar y entrar en Medal Race, que era mi objetivo. En ningún momento fui a ver los resultados, porque a veces mirás y estás más pendiente de las regatas de los rivales que de lo tuyo. Creo que eso fue algo bueno que hice.

-¿Y el día de la Medal Race?

-Estaba muy contento y fue difícil dejar de lado toda esa alegría y euforia que tenía por estar entre los diez primeros y navegar en la primera final para mí como navegante; antes no había clasificado a ninguna. Fue difícil salir de ese estado y poder concentrarme, pero pude hacerlo bien, pudimos analizar bien toda la condición de viento que había, la cancha como estaba; estaba con mucha energía y la pude usar bien.

-¿Qué significa en este deporte meterse en esa instancia?

-Mucho. Para mí en lo personal es un logro súper importante y una superación máxima. Los recursos que tenemos son pocos, principalmente en relación con los otros equipos, que durante todo el ciclo olímpico, durante los cuatro años, invierten fortunas, tienen todo el equipo preparado, tienen a una persona que se encarga de cada aspecto del viaje, de organización, del barco, lo que sea. En ese sentido, yo estaba bastante lejos. Entonces llegar a ese nivel y competir con ellos de igual a igual con tan poco... se multiplica todo el esfuerzo. Te das cuenta de que vale la pena. A veces te va mal, no rendís, ese año no había tenido buenos resultados, y a veces eso te desmotiva, pero en ningún momento perdí la confianza, siempre seguí adelante y aposté al máximo, que eran los Juegos Olímpicos.

-¿Cómo conformaste tu equipo de trabajo para Londres?

-Conocí a un entrenador, que es amigo mío, es argentino, de Córdoba. Fue a los Juegos Olímpicos de China, había sacado medalla de bronce y después se dedicó a ser entrenador. Me pareció una buena opción. A partir de mayo de 2012 empecé a trabajar con él e hicimos un equipo con un español y un chico de Guatemala. Estuvimos los últimos dos meses entrenando juntos. Para los juegos pude arreglar para que me acompañara. Con eso la parte técnica estaba bien cubierta con un entrenador que sabía bastante. Pude hacer que viaje mi preparador físico, Óscar Gadea, que hace 12 años que estoy trabajando con él, me conoce y conoce mucho la alta competencia y la parte psicológica, que es la más importante. Mi hermana Mariana, la que se quedó en Montevideo, nos hizo la rutina de meditación para la mañana, para concentrarse y activar el cuerpo. Ellos fueron los tres integrantes más importantes. Mis padres también estaban acá pero no tuve mucho contacto durante las regatas porque estaba concentrado. No quise ni hablar con la prensa porque te hacen preguntas y te das cuenta de que te están siguiendo y te podés poner nervioso y eso te puede jugar en contra. Simplemente publicaba algo corto en internet que resumiera cómo había sido el día para que estuvieran informados desde acá y nada más.

-¿Cómo te alimentabas?

-Intentás comer cosas que te hagan bien para las regatas. Por lo general comés mucho porque necesitás energía. Durante esa semana hubo mucho viento y las regatas eran largas, y el gasto energético era mucho. Por la mañana tomaba un desayuno fuerte. Intentaba levantarme cuatro horas antes de las regatas y comía fruta, cereales, pan, cosas que me dieran carbohidratos. Después de la regata, que llegás agotado, te comés todo. Vas al comedor y agarrás pasta, carne, ensalada, fruta, todo, porque necesitás recuperarte.

Catalán

Foglia actualmente tiene su vida en Barcelona, hacia donde partió el jueves 10, luego de la travesía desde Montevideo a Punta del Este y de haber pasado algunos días de vacaciones.

-¿Hace cuánto estás viviendo en Barcelona y cómo surgió la posibilidad de ir?

-Hace un poquito más de tres años. Fue principalmente por un contacto con la alta competencia. Necesitaba una competencia continua con entrenamientos de calidad. Mi nivel con los que estaban acá era muy separado, entonces no me rendía. Tuve la chance de irme y como tenía el pasaporte italiano era más fácil de hacer todo, y tomé la decisión. Fue difícil porque no había terminado la carrera de Educación Física acá y tenía que hacer la convalidación de los estudios allá, pero lo terminé haciendo y estuvo bien, creo que fue importante. Si todo sale bien, en junio ya estoy terminando.

-¿Trabajás allá?

-Trabajo los fines de semana en un club de vela, doy clases a un equipo de regatas, de técnica, de llevada del barco, de estrategia, un poco de todo. Me gusta la parte docente pero mientras me pueda dedicar a navegar lo voy a seguir haciendo.