Linda tarde para que volviera el fútbol y para ver a un equipo que a pesar del recambio en su plantel siempre trata de jugar por el piso con una idea clara y muchos pibes de la casa. Ése es Wanderers, que habitualmente es irregular en estos torneos cortos, pero que casi siempre juega bien. Le falta dar el punch para ganar y pelear arriba. Con este empate llegó a 7 puntos y quedó lejos de la punta, pero tiene buenos valores para remarcar. Martín Rodríguez es un gran golero, Maxi Olivera siempre cumple, hace no mucho apareció Mauricio Gómez, un lateral por la derecha que anda muy bien; arriba siempre tiene buenas figuras, antes fue Maxi Rodríguez, hoy están su hermano, Diego Riolfo, Rodrigo Pastorini, volvió Sergio Blanco. Pero la mitad de la cancha es genial: Guzmán Pereira y Santiago Martínez la dejan chiquita, ya hace años, desde que se conocieron en Cuarta División.

En la vereda opuesta está Peñarol, que casi no utiliza su cantera y que contrata mucho. Y juega poco. Por eso tiene 5 puntos y va a ser muy difícil que pueda llegar al final con chances de pelear el campeonato. Sus figuras tampoco lo salvan. “No hay revoluciones tempranas, crecen desde el pie”, decía don Alfredo. Y el pie, la dirigencia de Peñarol, anda torcida.

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El segundo tiempo comenzó con un par de variantes para Peñarol: Alonso mandó a la cancha a Damián Macaluso por Joe Bizera y al Lolo Estoyanoff por Seba Píriz.

El partido estaba 0-0 y el ingreso del 11 aurinegro parecía anticipar un ataque de Peñarol con muchos jugadores pisando el área rival. Y así fue. Pero bien tempranito pasó lo que Danilo Lerda nunca se hubiera imaginado: remate desde afuera del área del gran Guzmán Pereira -¡qué jugador!- que el golero aurinegro llega a tomar con sus manos pero de manera débil. La pelota, que no iba con tanta potencia, le batió las manos y le pasó por entremedio para entrar en el arco de la Colombes. Increíble, cosa ’e mandinga.

Ya en el primer tiempo el golero carbonero había dudado al embolsar una pelota que al rebotar en Gastón Rodríguez casi termina en gol. Comenzaron a bajar de las tribunas el murmullo y el nerviosismo, pero la respuesta inmediata de Lerda fue un atajadón al Chapita 
Sergio Blanco, que recién había ingresado y la puso de puntín abajo y contra el palo izquierdo. Desde ese momento hasta el empate de Peñarol y el final fue un partido muy peculiar.

Para Peñarol no había mediocampo, porque a Aguiar, Pacheco, Rodríguez, Estoyanoff y Zalayeta se les sumó el ingreso de Carlos Núñez y el equipo de Alonso pasó a jugar con tres defensas, un volante de contención -Novick- y seis delanteros.

Por el contrario, Wanderers mantenía a sus volantes, y al ingreso de Blanco y Riolfo se le sumó el del ecuatoriano Richard Mercado. Así el bohemio atacaba con cuatro jugadores y quedaba siempre “mano a mano” con la defensa aurinegra. Así fue la tónica del final del encuentro: un equipo metiendo casi todos los jugadores en el área rival, y el otro manejando el balón y llegando con muchas posibilidades de convertir el segundo. El empate estuvo bien, pero no le sirve a ninguno de los dos.