El 10 de junio fue la víspera del primero de cinco partidos que faltaban para terminar la Clasificatoria sudamericana, y Uruguay estaba en el séptimo lugar. En ese momento los cinco rivales que marcaba el calendario se encontraban por encima de los celestes en la tabla de posiciones.

El objetivo de clasificar a otra cita mundialista era remoto. Nunca es fácil, mucho menos en esa situación. Una instancia límite, como corriendo hacia el precipicio y frenar de golpe, en la cornisa, equilibrando el aire que si sopla voltea. Tabárez comentó: “Todos los países, cuando llega esa instancia, se enfrentan a situaciones que son muy difíciles de superar. Todos. Brasil, Argentina y todos los demás; cuando llega ese momento es difícil. Algunos países, como el nuestro, que tiene el respaldo de una historia importante, se sienten amparados por ese mismo pasado”.

Nervios. Incertidumbre, esperanza e inseguridad. El Maestro dijo “miedo”: “Todos los que están vinculados al fútbol sienten miedo. Jugadores, dirigentes, técnicos, periodistas, aficionados; todos sentimos miedo. Los jugadores que logran superarlo son los que adquieren la condición de valientes”. Luego de aquella conferencia de prensa en Puerto Ordaz, el equipo ganó. Uruguay va al Mundial por fútbol y por valentía.

Así, la vuelta

El primer tiempo de Uruguay en el partido de ayer fue discreto, criterioso. Se buscó la circulación del balón sin exigirse y sin exigir. Cada vez que insinuó osar acercarse al área jordana fue cortado con faltas. La línea de cuatro celeste no pasó peligro alguno. Martín Silva atrapó algún balón suelto y sin riesgo. La mitad de la cancha fue imprecisa. Le costó mucho sobreponerse a la cantidad de hombres que Jordania propuso para bloquear los conductos de fútbol.

Lodeiro, seguido de cerca, prefirió buscar por el medio en detrimento de las puntas, y esa decisión no fue certera. Más bien entreveró y apartó a la selección de proponer la proyección por las bandas que tanto rédito le había dado en los partidos anteriores. Stuani no fue proyectado y tampoco el Cebolla, que intentó inquietar como mediapunta central.

Peligro, poco. A los 29 minutos estuvo en los pies de Edinson, tras pase quirúrgico de Cristian Rodríguez entre líneas y al área. El Matador enganchó una vez, y luego otra, pero le dio sin ángulo, cruzado y arriba. El aviso quedó en eso. No se cristalizó ninguna combinación amenazante, aunque sí se afirmó el dominio en el trámite. En los últimos 5 minutos Uruguay tuvo dos chances de gol. A los 41 triangularon Cebolla, Cavani y Lodeiro, los que saben, y abrieron para Maxi Pereira. El centro fue para el jugador del Paris Saint Germain, que cabeceó alto y afuera. A los 43, el córner preparado fue una vez más para Cavani, que despistó marcas con un semicírculo en el área, peinó, luego ganó en alto Lugano y el balón derivó en Godín. Tres cabezazos en el área no fueron gol porque el último toque del Faraón dio en el travesaño; estaba muy pegado al arco.

Se siguió por arriba. A los 60, un cabezazo de Lugano pasó coqueteando con el palo derecho. Luego vinieron los cambios y Uruguay mejoró. La línea de tres del fondo celeste pretendía llevar más hombres al medio para conducir mejor, pero tampoco pudo ser. Jordania retrasó todas sus líneas y la celeste no incidió. Cavani a los 81 cruzó rastrero el tiro que atajó Shatnawi. Un córner de Forlán quiso ser olímpico pero fue red. Poco más pasó. Uruguay es mundial y está en el bolillero 1.