A este equipo, cuentan los lugareños, no le tenían fe. La serie le costó, pero se fue afianzando. Hay laburo, el juego ordenado se enlaza en un abrazo con la jerarquía de futbolistas que ponen el pecho y hacen la diferencia en una de las copas más peculiarmente atractivas del fútbol uruguayo. Ahora está en semifinales y a cuatro partidos de campeonar, luego de dejar atrás a la selección de Florida.
Los minuanos durante la primera media hora de juego instauraron una presión interesante a su rival, pero sin perder la calma y el orden que caracterizan a este equipo balanceado, estable y fuerte. Igualmente los conducidos por Edgardo Chico Ramón, en su afán querendón, cuando podían se hacían lugar y avanzaban. Tuvieron la chance más clara a los 7 minutos, pero el portero olimareño Pablo Alzogaray se calzó el traje de héroe y salvó el 0 en el arco local. Lavalleja, un equipo que no perdona, fue el que golpeó, y a los 23 minutos ya estaba dos goles arriba dejando un manto de tranquilidad para lo que sobraba del partido. El primer gol llegó de penal, con el botín de Súper Mario Amorín, a quien le cometieron la falta. El laburo de Amorín era infernal, arrastraba marcas, se les escurría a los defensores y siempre estaba latente. Pero no estaba solo. El Flaco Corbo trepaba por la banda derecha, el ex Defensor, Racing y Wanderers e internacional Manuel Abreu hacía el trabajo de hormiga, moviéndose por todo el frente de ataque, hilando la ofensiva de un carril a otro. Fue Juan de Barbieri quien a los 23 minutos sentenciaba dentro del área el segundo gol, muy festejado por una inmensa tribuna principal copada por serranos.
Con la ventaja de dos goles Lavalleja se aburguesó un poco y la terca albirroja se fue con todo, dejando el alma en cada ataque. Federico Sanner gambeteó, firuleteó y mandó una infinidad de centros. Fabricio Cabello peleó, raspó, pero no era la noche para que entrara la bocha en las redes del arco local y sí era la del portero Alzogaray. Chico Ramón probó con cambios. La albirroja se la jugaba el todo por el todo, con una insistencia que vale la pena destacar. El fantasma del descuento andaba en la vuelta, y la sensación de que si la selección de la Piedra Alta descontaba lo empataba se respiraba en el suspenso del aire. Pero simplemente fue una sensación, ya que el palo y Alzogaray volvieron a salvar a los locales. “Ahora sí, no entra más”, dijo un gurí de la sub 18 floridense. Y así fue, no entró.El partido culminó entre desmayos, camilleros desal- mados que dejaban caer a los lesionados y ambulancias dentro de la cancha. El Lava del Diablo Gerardo Cano está gigante, va por la copa, ya lo hizo y sabe cómo volver a hacerlo.