¿Habrá una manera de ganar más disfrutable que la de Danubio ante Wanderers? De visitante, de atrás y casi en la hora, el equipo de Leo Ramos cargó tres puntazos y se impuso 2-1. Más que la de ser superior, tuvo la virtud de ser contundente. La añoran los bohemios, que siguen peleando el campeonato moral mientras pierden puntos en el real.

Los danubianos que ayer vistieron de celeste se acomodaron con su segunda victoria en el tercer escalón de la tabla del Clausura y ahora con Leo Ramos detrás de la línea parecen recuperar la memoria de aquellas oncenas que sólo peleaban por los espacios de la parte alta de la tabla.

En los mejores momentos ajenos, Danubio respondió con goles. Empató transitoriamente justo antes del descanso, luego de un error grueso del arquero Rodríguez. Lo aprovechó Matías Pérez, que empujó la pelota. En parte, las grietas defensivas explican la doble personalidad de Wanderers, su condición de equipo respetable pero vulnerable. La falta de concreción completa la explicación: dos minutos antes de la igualdad franjeada, el Cangrejo Javier Cabrera se perdió el 2-0 en un mano a mano. El segundo danubiano cayó a los 85 minutos e hizo explotar y vibrar a las centenas de hinchas que ayer se bañaron de sol y de lociones para sueños postergados.

Hacía no menos de un cuarto de hora que los locatarios toqueteaban cerca del área rival. Pero Danubio escalonaba a Maxi Rodríguez y, cuando el dueño de casa conseguía avanzar, le faltaba peso en el área.

El técnico Ramos, que abrió el partido con línea de tres, había pasado a defender con cuatro desde el ingreso de Ignacio González, que cubrió la banda derecha del mediocampo y retrasó al lateral a Zunino. Le funcionó para detener cierta tendencia al contragolpe locatario. 
Es que, en el comienzo del segundo tiempo, Wanderers cambió su sistema, cedió la iniciativa y se movió rápido. Pero Fede Rodríguez no lució lo suficientemente despierto como para acompañar bien a Maxi y a Cabrera. Carboni definió el partido en un momento en el que Danubio parecía haber optado por la seguridad, en desmedro del ataque. Porque el cambio de sistema se cobró a Leal y, desde que el riverense dejó la cancha, el equipo perdió desborde.

El ajuste defensivo borró las dudas del primer tiempo, en el que Wanderers complicó cada vez que jugó en largo. Así llegó el gol de Maxi Rodríguez que abrió la cuenta a los 35 minutos. A la luz del desenlace, algo así como una pista falsa.