Generalmente, cuando este tipo de certámenes están en sus primeras jornadas, no reciben gran atención de la mayoría de los medios de comunicación. Seguramente porque son chicos y por el desconocimiento de los futbolistas que existe, teniendo en cuenta que ninguno ha debutado aún en Primera División. Pero si se llegan a dar los buenos resultados, estos gurises que tienen 17 años o menos ganarán visibilidad. Un ejemplo claro fue el Mundial de México 2011, cuando la selección que orientaba Fabián Coito llegó a la final. Mucho se habló de aquellos gurises.

Pero a la hora de analizar un partido o un torneo de una categoría como sub 17, hay que tener en cuenta varios factores. Primero y fundamental, que no son mayores, que es a los que estamos acostumbrados a ver. Ni siquiera han debutado en la categoría principal y por primera vez están siendo vistos por el gran público. Ellos lo sienten y saben que están siendo seguidos de cerca por muchas más personas que lo habitual. Eso genera nervios, y un par de muestras claras fueron los vómitos de Joel Bregonis y los calambres de Maicol Cabrera. Tal vez el primero traía algún problema estomacal anterior, pero los nervios jugaron. Y es normal en futbolistas de esta edad y en un torneo tan importante.

De todas formas, y haciendo todos estos apuntes, los chiquilines dirigidos por Coito hicieron un muy buen partido. Los primeros 25 minutos del cotejo los dominaron tranquilamente. El jugador de Atenas de San Carlos Federico Tabeira fue asistido para desbordar por la izquierda en un par de oportunidades. Pero lo más importante estaba del otro lado, por la derecha, donde Cabrera y Enrique Echeverry complicaron a la defensa peruana. El primer arrime al arco incaico fue con un tiro libre de Pablo González que salió desviado. El rival no generaba peligro en los instantes iniciales del cotejo y apenas probó con un remate débil tras un rebote, que tapó sin problemas Thiago Cardozo. Perú cometió muchas faltas durante un lapso de la primera parte, aplicando casi estratégicamente el foul para cortar el juego celeste.

Desde un tiro libre llegó la apertura a los 22. Un centro desde la derecha tuvo una muy mala salida del arquero Patricio Torres, lo que le permitió al capitán Buschiazzo poner el 1-0. El zaguero es nacido en Juan Lacaze, donde comenzó a jugar al fútbol para la Escuela Industrial.

Gonzalo Latorre, delantero que pertenece a Peñarol, más allá de que no tuvo ninguna chance muy clara en sus pies, luchó todas las pelotas y generó mucha atención en los defensas adversarios.

Perú llegó al área tras un error uruguayo, pero se entretuvieron tocando la pelota en la puerta de aquélla y el peligro se diluyó. La otra aproximación fue con un centro-remate al arco de Claudio Namoc, que lejos estuvo de tocar la red.

Para el segundo tiempo Coito ensayó un cambio que fue clave. Kevin Méndez entró en lugar de Tabeira. El ingresado tuvo un muy buen segundo tiempo. Lo mejor que mostró fue el encare de frente al arco y arrancando desde atrás, potencia y manejo de pelota. De esa forma, en la primera que tocó, remató al arco y la pelota pasó cerca.

Uruguay volvió a ser dominador y tuvo la pelota y las mejores situaciones. A los 16 minutos el darsenero Francis D’Albenas fue a buscar un balón abajo junto con el arquero, lo que generó un rebote que le quedó a Latorre, pero éste le pegó muy arriba.

Sobre el final los incaicos tuvieron las mejores chances. Es que los chiquilines se cansaron debido a haber hecho el desgaste casi todo el partido, y el tramo final se jugó en campo celeste. Pero en todas las llegadas peruanas el arquero Cardozo se mostró muy firme y terminó cerrando con muy buena nota el partido.

Antes del pitazo final, Kevin Méndez luchó una pelota dividida por la izquierda y la ganó; se metió al área y remató al medio, con tanta fortuna que el rebote en el arquero terminó metiéndose en el arco.

El resultado fue 2-0 y a pensar en Brasil. Fue un buen triunfo de Uruguay, que intenta jugar bien y manejar el balón. Mañana será otro cantar, pero el primer paso fue con seguridad.