Fue un partidazo, con color, emoción, muchas variantes, pero sin un festejo consagrable para ninguno de los dos, que se llevaron un empate que transitó por la derrota para los violetas por momentos y se hamacó para el triunfo de los darseneros. Después del empate de Peñarol con Wanderers, a Defensor le dio intereses el punto conseguido un día antes. El empate mantiene a la viola en la punta del Clausura y a un punto de los carboneros en la tabla anual.
La gente se amontonó en las tribunas. Defensor, como es habitual, arrimó mucha gente; los darseneros, que jugaban el partido más importante de los últimos dos años del club, también la llevaron, recordando los tiempos del tiqui tiqui o un partido en 1997, cuando Defensor con gol de Biscayzacú se metió el Clausura en el bolsillo ante un Saroldi repleto. El joven y audaz equipo del Guille Almada fue progresando durante todo el torneo, en el que fue moldeando un estilo de juego con un ataque explosivo, que se conjuga con un juego aéreo muy fuerte. También este River se destaca por pegar en los momentos justos, y el sábado trompeó al violeta cuando recién se acomodaba en el sillón de su casa, con un gol tempranero cuando apenas se jugaban 30 segundos . El pie de este equipo para las pelotas quietas, Lucas Olaza, mandó un centro cerradito al primer palo, el Kily la peinó y sobre el segundo palo le quedó al joven Santiago Carrera, que la empujó en el área chica y desató un grito de locura en la tribuna visitante.
River golpeaba y demostraba desde el arranque que iba por todo. Se olfateaba un partidazo y así fue. Defensor, con la carga de frialdad y jerarquía que lo caracterizan, comenzó a jugar de cara al arco rival. Amado arrancaba la movida desde el medio, Laxalt era el que se juntaba con Aníbal Hernández para llegar tocando al área, pero la dársena se mostraba firme atrás. Un penal muy protestado, que le cometió el sanducero Inella -de enorme partido- a Andrés Fleurquin, le permitió Nacho Riso mandar la bola a abrazarse con la red, festejando como un avioncito, mientras se desataba el primer grito de furia en la tribuna local: primer empate. Los rojiblancos siguieron insistiendo, el joven Martín Alaniz crecía por la izquierda con Olaza, Leyes trancaba con la cabeza y se despegaba con potencia, y la joyita Avenatti jugaba de espaldas al arco, con una habilidad y cariño al balón que daba gusto ver en un gurí de su edad y altura.
Los de la Aduana fueron pegando más que su rival, que aflojó, y con un ataque relámpago y matador metieron dos fierrazos en el palo, uno de Leyes y otro de Alaniz sobre el final. La dársena insistía y tras otra pelota quieta encontró el gol cuando Inella la encontró para puntearla contra un palo dentro del área. Los darseneros besaban la gloria. Tabaré Silva no se durmió y tiró el cuadro arriba con mucho ímpetu. Ingresaron Felipe Gedoz y el Venado Rentería. Frascarelli atajó varias, el palo salvó una, River no buscaba a Techera y se quedaba sin salida, la viola se lo comía en cada ataque. Los segundos eran una eternidad para los visitantes, parecía que lo aguantaban, pero Maxi Callorda la encontró, parecida a la jugada de Inella, y lo empató. Después, en los últimos cinco minutos los dos lo tuvieron pero terminó en empate. Defensor rescató un punto y mostró su capacidad de reacción ante la adversidad. River dejó y se jugó todo, se fue con gusto a derrota pero besando la gloria, con un equipo de carasucias atrevidos que van a quedar en el recuerdo del hincha para siempre.