¡No es fácil, qué va a ser! Te sacás de encima semejante rival y se te viene encima la persecuta de que hay que golear a los oceánicos para poder estar en Belo Horizonte para las semis. Así es la alta competencia y así es la vida de quienes tenemos la suerte de pasar por este momento.

"Bien aspectados", le dicen los que encuentran explicaciones que trascienden la razón a las cosas cuando empiezan bien. Que a los diez segundos ya haya un tiro libre es una invitación al "me gusta". Y así fue, porque antes del minuto de juego y a la salida del centro de Forlán llegó terrible zurdazo cebollístico que el golero desvió al córner. Más que azar fue tendencia, porque en los tres minutos iniciales Uruguay ya había entrado cinco veces al área y generado dos tiros de esquina. No era azar, era el resultado de una propuesta desarrollada con la mejor actitud y basada en apreciables diferencias conceptuales en ese momento. Recién a los seis minutos la selección verde se metió corriendo en campo uruguayo y levantó a sus parientes de decimoquinta generación.

Pucha digo, qué lindo que pintaba el partido, si hasta parecía la final de la Copa América con Paraguay: cinco corners en ocho minutos. Y un equipo, el nigeriano, que con su inocencia no iba a resistir la insoportable presión celeste. Apenas pasaditos los diez, se liberó el plantel africano con la creatividad que da la inocencia y viceversa, y la cosa se puso difícil cuando Lugano cometió una falta al borde de la medialuna, pero quedó por esa.

Ellos tuvieron cinco minutos de alivio y con el sexto córner, a lo Wilmar, por citar a otro canario, Lugano puso el 1-0, posiblemente el "plidex" que precisaba Uruguay. Iban 18 minutos.

Pero, ¿sabes qué? No se puede con estos nigerianos, tienen esa frescura de ir e ir, situación que si bien era controlada, no te deja todo lo tranquilo que quisieras vos, Tabárez y mi tía Perla. Tuvo el segundo Forlán tras una gran incursión de Suárez, pero lo cerraron justito y el cuadro parecía que estaba bien, ya definitivamente con línea de cuatro, con el Mono de lateral. Lo admirable que tiene este equipo no son sus figuras sino su armonía para potenciar lo mejor que tiene como colectivo: capacidad de marca para neutralizar al rival.

Pero pasada la media hora se volvieron a venir, hasta que en la medialuna John Obi Mikel recibió posteado, movió su cintura paralizando a Lugano y reventó las redes de Muslera. Y otra vez volver a empezar, caminar por la cornisa futbolística que te da dotes como para venir acá y estar entre los mejores de los mejores, pero sabés que no vas en avión, y es todo los días lo mismo, levantarte a las 6.00, empaparte, chupar frío y volver a empezar y siempre así.

Corriendo por la sabana

Se invirtió la cosa en el otro inicio; en menos de un minuto los nigerianos ya habían hecho revolcar a Muslerita dos veces usando potencia y velocidad. Ya no éramos superiores, eso seguro, pero además estábamos desbordados por la audacia de los africanos.

Pero sonó el despertador y en un arranque furioso de Suárez, pase inmediato a Cavani y más apertura a la izquierda para Forlán, que con un zurdazo impresionante clavó el segundo tanto, en su partido número 100 con la celeste, que lo dejó nuevamente como máximo goleador histórico de la selección. Es que vos sabés, cuando llegás a la parada no la podés dejar pasar.

El juego siguió siendo de una dureza (in)imaginable por la impronta nigeriana y por la forma de jugar de los nuestros, que ni la ruidosa ola del festivo estadio, bastante vacío, pudo ablandar. Demasiada, porque la pelota la tenían los nigerianos, y los nuestros, corre corre, no tenían ni un momento para pensar, para respirar, y otra vez quedábamos demasiado cerca de Muslera. Muy incómodo y sin encontrar acomodo. Lo tuvo Cavani tras maravilloso pase de Forlán, pero la tiró a las chapas y otra vez quedó posteado uno de ellos y casi casi. Y encima seguían metiendo más delanteros. Otra vez Cavani, de cabeza, pudo haber anotado el tercero pero se le fue por arriba y ni hubo tu tía. ¡Qué parecido al partido con Ghana! ¡Qué necesidad de andar sufriendo tanto! Con tanta cosa interesante que uno podría hacer. No, si acá te hacen el tratamiento cardíaco completito. Te hacen subir seis pisos por escalera y después te someten a este electro de ver cómo se te vienen una y otra vez, y más y más. Pare un poquito doctor, que no aguanto más. Pero nada hermano, vos viste cómo es esa gente, ni se inmutan, y siguen como si nada, como lo hicieron una vez y otra más los campeones de África, hasta que por fin se acabó.

¿Está pronto? Pase el domingo que le damos el resultado final, pero está todo bien, se puede quedar sin problemas.

La décima sinfonía

España goleó 10-0 a Tahití en su segundo partido del Grupo B de la Copa de las Confederaciones. Hasta los 30 minutos el equipo de Vicente del Bosque había convertido tan sólo un gol, pero en los siguientes 60 anotó nueve. Los españoles tuvieron muchas variantes con respecto al triunfo sobre Uruguay y dejaron a sus máximas figuras descansando en el banco de suplentes. El delantero Fernando Torres convirtió cuatro tantos (a los 5', 33', 57' y 78' del partido), David Villa festejó tres veces (39', 49', 64'), mientras que David Silva y Juan Mata aportaron un gol cada uno. España cerrará su primera fase chocando con Nigeria.