El interés por la selección sub 20 creció conforme se desarrollaba el Mundial de la categoría. El fútbol que demostraron los dirigidos por José José Verzeri también lo hizo en el proceso. Ayer dejó todo, hoy es un finalista indiscutible. Desde el primer partido ante Croacia, los juveniles fueron levantando vuelo hasta llegar a octavos, momento en que Nigeria requería una mejora tangible por ser un rival de peso. Luego vino España. Ante el mejor fútbol del mundo se jugó de igual a igual, sin miedos, demostrando que esta selección está para mucho más de lo que todos calculaban en el comienzo.

El encuentro con Irak por semifinales fue duro, como debe ser en estas instancias, y llegó hasta el alargue tras un 1-1 en los 120 minutos reglamentarios. La celeste demostró una leve superioridad que no pudo capitalizar en el juego, pero la justicia llegó en la definición por penales.

Desde el inicio, nada era tan vertiginoso como ante España. El equipo asiático intentaba por el sector izquierdo, lugar por donde tuvo una vía libre durante todo el primer tiempo. Humad Tareq, Mohanad Abdulraheem y Mustafa Nadhim eran los encargados de complicar los minutos a Guillermo Varela. Uruguay tuvo dos jugadas claras por parte de López: a los 30 una en la que, si se tiraba, el sueco multimillonario cobraba penal.

La posesión de la celeste crece, pero el sector derecho de la mitad de la cancha y la defensa izquierda sigue siendo un canal abierto para las llegadas iraquíes. No obstante, a los 35 minutos, los asiáticos sorprenden por derecha, con un tiro libre que todos esperaban a la olla pero que Ali Adnan decide clavar en el ángulo del primer palo. El menú para el segundo tiempo sería completamente distinto: Verzeri adelanta el ingreso de Diego Rolan por Diego Laxalt, buscando más profundidad por la derecha y para a los once con un 4-3-2-1, con el Diente López como único punta. Pasados los 4 minutos del complemento, la celeste llegaba con peligro absoluto sobre el arco de Hameed. Acto seguido, choca fuertemente con el autor del gol Adnan, situación que paró el juego durante 5 minutos. Enfría Irak.

Todo el segundo tiempo fue esto, la celeste buscando el empate y un equipo asiático que aguanta. Gonzalo Bueno entra para darle más profundidad por el sector 
izquierdo.

Pero arriba faltaba algo cuando quedaban 10 para los 90; el DT quema la tercera variante y pone a Felipe Avenatti en el área, buscando la misma fórmula que ante España por cuartos de final. Uruguay acepta el riesgo de buscar sólo centros para el delantero de un metro 94, y la pegó: no la mandó a guardar, pero la bajó servida para que Gonzalo Bueno definiera cruzado sobre el el dueño del arco de Irak. Se vino el segundo alargue para Uruguay en el torneo y el tercero para Irak.

Entre calambres, 32 y juego cortado, transcurren los dos tiempos de 15 minutos complementarios. Se nota el cansancio del Diente López, Cristóforo fue el que más corrió y Rolan se perdió entre la defensa y pasó a la marca. El rival, replegado en los primeros 15, pasó al contragolpe por velocidad. Los dos, a su estilo, generaban peligro y se entregaban por completo; lo dejaron todo. En los 15 minutos para el cierre, le toca a la celeste cerrar filas y la cosa se vuelve de ida y vuelta. Pero no alcanzó para poner la ventaja.

Uruguay fue un poco más que el rival. Con igual posesión, llegó con mayor peligro y con un juego más armado. La clave: iniciar el segundo tiempo con Rolan en cancha y cambiar la figura del medio. Mereció el segundo gol, pero el triunfo celeste vino desde los 12 pasos. Los nervios le jugaron una mala pasada a Gianni Rodríguez, que erró el primero. Lo mismo pasó con el 5 asiático, Ali Faez. Después vino una tanda de 14 penales bien ejecutados que alargaron la agonía de uruguayos e iraquíes. La ruleta favoreció a la celeste cuando al pobre mediocampista iraquí Saif Salman le tocó tirar la pelota a la tribuna y desatar el festejo interminable de todo el plantel uruguayo, así como de tres millones de personas que se están acostumbrando a ver a la celeste definiendo.