Un gran paso a la final. Porongos salió firme y seguro de sí, conocedor de la instancia, y ganó un partido que dominó. Trascendente, de cara a la revancha que se deja ver en Flores. A Tulipán sólo le sirve ganar.

Porongos arrancó mejor el partido. Bien parado, manejando y distribuyendo la mitad de la cancha, con Richard Martínez como pulmón, recuperando y pasando rápidamente. Bien Dellapiazza, móvil, inquieto, juntándose con Berot, y con la referencia del grandote Schneider en el área. Ya hemos manejado en la diaria que el goleador que defiende a los trinitarios viene muy fino. En Tulipán, que padeció dos sensibles bajas por sanciones reglamentarias -Cristian Rodríguez y Lucho Méndez-, no encontró al rival ni la pelota. Superados, Reyna y los Cabral trataron de recostarse a la defensa para hacer mejor marca y presión.

La pelota quieta fue la estrategia del Tuli para salir del fondo y buscar el cabezazo en el área defendida por Revello. La primera, curiosamente, fue para Porongos. Córner desde la derecha, peinó Aramburu en el primer palo y apareció en el segundo el volante Dellapiazza para tocar al fondo de la red. Iban 15 minutos y los visitantes ganaban 1-0. No se lo esperaba Tulipán, pero por la forma como empezó el partido era previsible. Sin embargo, fue impresionante la reacción del equipo del barrio Las Canteras. Le mojó la oreja. Acá mando yo, dijo, y salió en busca del empate, arriesgando incluso en defensa. Apareció Villalba con su juego de dribling y encare directo, se comenzaron a crear espacios y Tulipán ganaba terreno. De contra quedó el equipo trinitario, y contó con dos muy claras. Una por la izquierda, que le quedó servida a Berot, casi en el punto penal, pero le dio débil y el arquero Renato González le ganó el mano a mano. La otra, por la punta derecha: el pase de Martínez al medio, pero el delantero de Porongos le pifió a la bocha cuando el arquero iba hacia el otro palo. Después, todo fue negro.

El artífice de la levantada fue Luis Villalba, por la punta izquierda. Tulipán movió el balón de lado a lado, buscando subir en bloque, pero siempre tratando de derivar el último pase decisivo en la banda izquierda y en el pie del 11. Poco a poco fue encontrando socios; Magallán se acoplaba al fútbol, y Castro, en el área, inquietaba con piques cortos. De todas maneras, la línea defensiva de Porongos demostró grandes cualidades de tiempistas. A los 28 minutos, Villalba encaró de la punta al medio, pase profundo con tres dedos para Cabral, que ascendía por la derecha, y el tiro dio en el lateral de la red. Cuatro minutos después, otra vez Villalba, que apiló pero se la sacaron al córner. Tocan corto, una vez más el jugador metió cuatro al área, no contuvo el arquero, y el goleador Castro estaba para definir, donde tiene que estar para definir, y decretó el 1-1. Desde entonces, ganó la paridad. Alguna ocasión tímida para cada bando, hasta el pitazo del juez.

Tiempo de dominio

No dio respiro el equipo visitante en la segunda parte. Más entero, más compacto, más dinámico, sintió las ausencias Tulipán, ya que se trataba de dos jugadores relevantes en el andamiaje negro. Dicen que en estas instancias definen los pequeños detalles, y Porongos ajustó ahí. Cuando el partido estaba calmo, disputado en la mitad de la cancha y había mal trato del balón, robó el buen mediocampista Richard Martínez y lanzó el pelotazo hacia Schneider, que cuerpeó y ganó, se la llevó casi que con la nuca, y al quedar mano a mano con el portero se la cambió de palo. Quedaba 2-1 la visita, y, al contrario del primer tiempo, no reaccionó el local. No lo encontró. Movió fichas, cambió el sistema de táctico, pero no lo encontró. Porongos, visto lo de Villalba, lo encimó y casi no lo dejó incidir. Intentó, cambiando de punta, pero la marca era espejo. Sin Villalba, el equipo fraybentino se quedó sin creación. Con escaso juego ofensivo, con jugadores más bien encaradores y veloces, nunca logró inquietar a Revello.

Hay serie. Pero es muy difícil que el resultado se pueda revertir. Porongos está en su mejor momento, y de local casi que no da oportunidades. Tulipán, rebelde y porfiado, irá por la proeza.