No, no es una iniciativa kirchnerista destinada a promover los empates. No es que Moreno haya metido la mano en el fútbol uruguayo, como si se tratara de una estadística del INDEC argentino. No, legislador opositor: no llame a sala a Almagro, que no se trata de una intromisión de los vecinos del Plata en nuestros asuntos. Es el resumen de los resultados del fútbol sabatino más allá del Centenario. Del que se jugó en Belvedere y en Capurro. A puro empate, fue 0-0 entre Liverpool y el invicto El Tanque Sisley y 2-2 entre Wanderers y el colista Fénix, que sumó su primer punto.
El impulso y su freno
O Liverpool y El Tanque Sisley. El primero quiso pero no pudo. El segundo en un momento pareció asumir que no podía y jugó para aguantar. Möller no anduvo con vueltas: a los 23 minutos, cuando el fútbol ofensivo de Liverpool empujaba a sus muchachos contra un arco bancado por las grandes atajadas de Nicola Pérez y hasta por un palo, sacó al delantero Palacios y colocó al zaguero Aguirre. Pasó a defender con cinco, porque los carrileros Fagúndez y Moreira subieron poco. Resignó el ataque, pese a que soltó a Iglesias para que colaborara con Marcarié en un armado destinado a conectar al solitario Lamanna. Le quitó claridad al rival y jugó al contragolpe. La gran población de defensas verdinegros impidió que Pezzolano, inspirado en las jugadas de pelota quieta, hiciera lo mismo con el balón en movimiento. Pasó igual con Barboza y el subidor Peña.
Naturalmente, Aguirre y el interesante Barcelo comenzaron a sentir la falta de espacios y la escasez de pelotas limpias. Los ingresos de Machado, Alles y Ravecca no fueron suficientes para evitar los rechazos de Santucho o la efectividad para quitar de los sacrificados Aparicio y Gastón Martínez, emblemas de un equipo que siempre consiguió desactivar el último pase. Liverpool murió impotente por el trámite y por su situación en la tabla, porque cortó una racha de tres derrotas pero sigue sin verle la cara a la victoria pese a sus ambiciosas aspiraciones. Y el humilde El Tanque, tranqui. Invicto y prendido arriba.
Te quita y te da
La tarde estaba fresca pero no fría. Los barcos se apostaban en el horizonte mientras los nubarrones ganaban lugar en el cielo bajo esa bóveda. En el Parque Capurro, la cancha con la mejor vista de Primera División -Rampla está en Segunda-, Fénix rescató el primer punto del campeonato; lo rescató porque siempre fue de atrás y además jugó gran parte del segundo tiempo con diez jugadores y los últimos nueve minutos con nueve. Lorenzo Carrabs mandó dos cambios al final cuando estaban 2-2, que fueron vitales para quedarse con ese puntito que puede ser el comienzo de una remontada, aunque a simple vista parece tan poco. El ex Miramar Davies Banchero la remó en la línea de fondo y el pequeño argentino Lucas Ontivero la aguantó arriba, mientras los bohemios se comían las uñas sabiendo que jugaban con dos de más pero que estaban lejos de la victoria, que apenas se la habían dejado saborear los albivioletas. Las oportunidades para ganarlo las tuvo Wanderers, pero Fénix, con una rebeldía bárbara y terca, le arrebató la sonrisa, en un partido de ésos que se ven pegado al alambrado y siguiendo el recorrido de la pelota. La historia arrancó en el primer tiempo, cuando los dirigidos por Arias -más ordenados y con un Pablo Lavandeira pícaro en la media cancha- consiguieron un tiro libre a los 38 minutos que el lateral Mauricio Gomez ejecutó y la arrinconó contra el primer palo del golero Rafael García. Para este cronista la pelota entró, pero la red de ese arco es traicionera, si no acuérdese de aquel penal de Durazno. Los de Fénix protestaron que la pelota no había entrado, Jonathan Fuentes señaló el medio y los del Prado ganaban 1-0. Fénix había estado jugando mejor aunque un poquito más desordenado que su rival. Antes del gol, el palo le había dicho que no en dos ocasiones. Waterman estaba atento y rápido, Maxi Pérez complicaba y Novick intentaba servirles en la copa el gol. Tres minutos más tarde, los alvibioletas consiguieron igualar. Un tiro libre de Novick pegó en el palo nuevamente y los hinchas no lo podían creer, pero la pelota fue hacia la otra punta donde estaba Maxi Pérez, que la punteó hacia el arco y en la línea Cecilio Waterman la tocó al fondo de la red, desatando las protestas de todo el equipo bohemio que pedía posición adelantada. Las protestas crecían y el clima se enrarecía. La temperatura bajaba como paliativo para los hinchas y jugadores.
Wanderers en el complemento salió más aceitado en el ataque y se vio ese buen juego que quiere plasmar su técnico en la cancha, con la base de una de las mejores duplas de volantes del medio: Guzmán Pereira y Santiago Martínez. Fue Pereira el que robó un balón en el medio y le metió terrible pase a Gastón Rodríguez. Éste definió ante la salida del golero de buena manera y se llenó la boca con un grito del gol. Los locales fueron y fueron, la hinchada empujaba, pero en una buena más cerca del “sí se puede” ecuatoriano que del “pongan huevo” local. Maxi Pérez estuvo desequilibrante en el área y ante un defensa y el golero lo empató nuevamente. Los de Carrabs se disponían a ir por más. Wanderers ya no tenía la claridad de los primeros minutos, pero Fénix perdía a Pallas por expulsión, luego de un tumulto en el que el juez observó una agresión del jugador. Luego llegaría la roja directa a Silveira, el volante que acompaña a Papa en el medio, y después el aguante ése que es sano y se juega dentro del campo.