Desde que en las páginas de la diaria, allá por el 27 de enero de este año, Mauricio Larriera expusiera su trayectoria y sus ambiciones futbolísticas sostenidas por sólidos conceptos, le pongo un porotito al equipo de la academia de Sayago. El técnico de Racing, entrevistado por Diego Martini, planteó la necesidad de no exponer un equipo que especule ni posicionado para salir de contragolpe.

Ese Racing llegaba al estadio Centenario en busca de los puntos que no pudo sacar en el nuevo clásico del fútbol uruguayo que protagoniza con Fénix. Un clásico que nadie puede explicar pero que no se puede negar en el sentir del hincha desde hace unos cuantos años.

El equipo aurinegro llegaba al match luego de un descanso por el campeonato local y de dos decepciones a nivel internacional con rendimientos muy bajos.

El primer tiempo regaló un tópico nuevo para la mesa del bar o el almuerzo del trabajo: la aparición del argentino Javier Toledo. La receta que tan bien explotó Nacional durante años con los Matutes, Bertolos y Gallardos, pareció cruzar de vereda. El argentino de 27 años, ex Rosario Central, logró entrar rápidamente en juego gracias a una trepada de Baltasar Silva que lo habilitó para que éste cabeceara a los 6 minutos de su debut oficial.

Peñarol siguió apretando y demostró que la condición suficiente para que se cumpla el famoso teorema de los dos cabezazos en el área-gol, no se cumple para las chilenas: el Japo hizo la primera y Zalayeta, sin conectar de lleno, la segunda. Eran avisos pero a los pechazos. Como ese musculoso patovica con buenas intenciones pero torpe al fin.

Hasta que a los 24 minutos se armó la primera linda jugada de fútbol a favor de Peñarol en varios días. El Japo desequilibró en el mano a mano sobre la mitad de la cancha para meter un profundo pase rastrero a Zalayeta, quien en una actitud carrasquista abrió sus piernas para que el peruano Hurtado habilitara a Baltasar que no le puso tiza al taco y pifiando con poco ángulo la tiró afuera. Toques rápidos, dinámica, algo que no se le viene dando a los mirasoles. Racing no llegaba. Apenas tibios intentos de Gorocito y Zabala por izquierda pero con escasa sensación de peligro. Otra vez avisó el Japo con un fuerte remate que Manuel Fernández logró despejar en el área chica cuando se colaba, luego de que la guapeara otra vez el cordobés Toledo.

Luego llegó un centro del Bolita Lima en el cobro de una falta y el cordobés, o más precisamente el marcosjuarense, Javier Toledo metió un notable cabezazo para estrenarse en eso de festejar con la barra Ámsterdam, luego de perder al pelado Lacoste en la marca personal.

Racing salió a jugar sin salirse del libreto en el segundo tiempo. Por abajo, tocando e intentando. De esa forma avisó Zabala, que exigió una gran salvada de Viera en el área chica y luego Agustín Gutiérrez tuvo un mano a mano que no pudo concretar. Avisaba Racing, sin mucha agresividad, sin mucha intensidad pero siguiendo el libreto de aquel técnico empecinado en jugar y jugar. Hasta que llegó un córner a favor de los carboneros y aquello que tanto se repite en todas las canchas de fútbol de nuestro país no se concretó: si el ataque no progresa, terminar la jugada. Siempre. Y los de Sayago lo aprovecharon saliendo a toda velocidad con Tabó por izquierda, esperando el momento exacto para habilitar al gran ariete Gorocito que definió en velocidad con gran justeza ante la salida de Castillo. 1-1 en 25 minutos del segundo tiempo.

Gran ingreso de Tabó que esperó y gambeteó lo justo. Notable. Peñarol no pudo. Se cae la hinchada, se caen los nervios, la pelota pesa mucho. Ni el Cabecita Rodríguez pudo salvar al equipo de Fosatti que salió silbado del Estadio y con la exigencia habitual en los cánticos de estas latitudes.

El premio de Racing es consecuencia de ser fiel a lo que se leyó en aquellas páginas de la diaria a fines de enero. Coherencia.