Valió la pena la espera y el alargue fue todo adrenalina. Al final se les dio a los belgas, que buscaron el triunfo todo el partido, pero lo hallaron recién en el tiempo extra. El volante Kevin de Bruyne, que juega en el Wolsfburgo alemán, madrugó a todos a los 3 minutos de comenzado el suplementario y marcó el 1-0, y luego fue el delantero Romelu Lukaku, quien anotó su primer gol en el Mundial, el que puso el 2-0, lapidario para las aspiraciones de los estadounidenses. No les alcanzó a los norteamericanos, que descontaron con gol de Julian Green, decretando el 2-1 final.

Merecido, el triunfo de los belgas se podría haber dado en los primeros 90 minutos de partido, de no ser por la gran actuación del arquero estadounidense, Tim Howard. El estadio Fonte Nova de Salvador de Bahía fue el escenario en el que los belgas de Marc Wilmots lograron quebrar la barrera de los octavos de final, la cual habían superado solamente en el Mundial de México de 1986, cuando llegaron hasta las semifinales en las que fueron vencidos por Argentina, justamente su próximo oponente, al que tendrán que enfrentar el sábado. Parados en cancha, los esquemas de belgas y estadounidenses fueron calcados: 4-2-3-1.

Pero la diferencia estuvo en los movimientos. Estados Unidos fue un dilema y poco se pareció al equipo que pasó merecidamente su grupo. Bélgica lo limitó y le impuso su idea de juego. Una creación futbolística que siempre comenzó con la dupla de look afro, Marouane Fellaini y Axel Witsel. Luego el balón fue propiedad de Dries Mertens, Eden Hazard y el inquietante De Bruyne, quienes imprimieron velocidad y búsqueda en todo el frente de ataque, junto al activo delantero Divock Origi. Pero todos sus intentos finalizaron en solventes intervenciones de Tim Howard, uno de los tantos buenos arqueros que se vienen presentando en este Mundial.

A los estadounidenses les costó una enormidad salir y ganar la mitad de la cancha. El equipo del alemán Jürgen Klinsmann apeló al contragolpe y así generó sus pocas chances, siempre en los pies de Clint Dempsey y Graham Zusi. Pero no hubo forma, porque siempre definieron defectuosamente, salvo una, que tapó el arquero belga Thibaut Cuortois, con la solvencia que lo caracteriza. Estados Unidos careció de lo que mejor sabe hacer, la presión, y ahí estuvo su error, porque dejó a Bélgica tener y trasladar la pelota.

En la segunda mitad los laterales europeos se comenzaron a soltar y el conjunto que dirige Wilmots se convirtió en un permanente azote para la cada vez más populosa defensa estadounidense. Además, cuando los norteamericanos se cerraron bien, los belgas comenzaron a meter tiros desde fuera del área que generaron mucho peligro.

Cada vez más, minuto a minuto, Bélgica fue acorralando a Estados Unidos contra su arco, hasta dejarlo casi sin opción de poder salir de contragolpe. En esos momentos se agigantó aun más la enorme figura del arquero Howard. El golero yanqui tapó varios duelos mano a mano, y después fue un muro, parando cada pelota que llevaba destino de red.

Él fue el gran responsable de mantener el arco estadounidense en cero. Cuando los belgas fueron como tromba, iban en busca de ganar el partido y no ir al suplementario. Pero al final la presión de Bélgica dio sus frutos y así pudo meterse, al igual que los otros siete equipos que fueron primeros en sus respectivos grupos, en los cuartos de final.