-Cuando terminó la final del Mundial sub 17 en México, con derrota para Uruguay, dijiste: “El resurgir del fútbol uruguayo es una realidad, la semifinal en el Mundial de Sudáfrica y la final en la sub 17 hablan de un buen momento”. ¿Cómo ves el proceso de selecciones hoy, tres años después?
-Creo que se ha mantenido en ascenso, sobre todo porque se han mantenido los pilares que dieron inicio a este trabajo: considerar a la persona por sobre el futbolista, trabajar los aspectos que no refieren únicamente al jugador en la cancha sino a todo lo que significa el trabajo en equipo, los valores que el deporte transmite, y con todo eso ir armando una base muy sólida que permite que cuando compite un grupo en particular tenga un respaldo importante. La formación de deportistas es el mayor resultado de las selecciones juveniles, y hay que mantenerlo.
-¿Cómo analizás ese trabajo en las selecciones nacionales en relación con la realidad del fútbol local?
-El nuestro es un fútbol muy difícil, muy cerrado, muy friccionado, de acciones de juego muy cortas, características que lo diferencian mucho del fútbol internacional. Esto genera que no sea un fútbol muy vistoso ni agradable para la gente, sumado a las condiciones del espectáculo: no es lo mismo un partido jugado en un gran estadio que en una cancha en mal estado. Yo creo es que es muy difícil jugar acá, por estas condiciones que vienen desde el inicio de cualquier futbolista y que enlentecen la evolución. Pero también lo relaciono con este momento de Defensor Sporting con las selecciones: Defensor aporta muchísimos jugadores y enriquece a la selección; por otra parte, los jugadores de Defensor se van potenciando al jugar por Uruguay. Es un espejo a mirar. Es importante invertir tiempo y buenos entrenadores en categorías juveniles.
Se preparan
Entre abril y junio de este año hubo seis encuentros internacionales. Con la selección de Paraguay jugó cuatro veces (dos victorias celestes, un empate y una derrota), mientras que con Chile jugó los dos restantes (triunfo de Uruguay y empate). Para agosto se agendó un par de partidos más, ambos como visitantes, frente al seleccionado de Perú. El 4 jugarán en el estadio de Sporting Cristal y el 6 en el estadio Nacional de Lima, como preliminar del partido entre las selecciones absolutas de Perú y Panamá. Con estos partidos y un cuadrangular a realizarse en Chile, el técnico irá delineando la lista definitiva entre los 32 futbolistas que tiene a su cargo en el Complejo Celeste.
-Hablanos de tu trabajo como educador en Maturana. ¿Cuánto ha influido eso en tu desempeño, trato y manera de entender a los chiquilines?
-Me sirve mucho. Me permite agrandar el espectro de información, no solamente como fuente de donde extraer futbolistas, sino de las inquietudes, de las vivencias de los chiquilines a esta edad. Como entrenadores tenemos que actualizarnos acerca de lo que es la vida actual, lo que les gusta a los chiquilines, lo que los seduce, así como conocer sus problemáticas, para crear propuestas interesantes y en las que se sientan involucrados. No sólo debo centrarme en los adolescentes que juegan al fútbol como primer objetivo, sino también en aquellos a los que les encanta el futbol pero no lo han elegido como actividad a desarrollar en el futuro, porque nos aportan un montón de cosas de lo que ellos quieren como personas.
-¿Qué similitudes y diferencias encontrás respecto de la sub 15, la sub 17 y la sub 20?
-Son adolescentes. Lo que veo es que los jóvenes que juegan en los equipos y en la selección están sometidos a un estilo de vida a veces un poco injusto para su edad. Lo sometemos a evaluación a diario, en cada partido, en cada entrenamiento, cuando la edad misma habla de un cambio permanente en su conducta, en su vida, en sus respuestas. Somos injustos con chiquilines tan jóvenes y no deberíamos ser tan decisivos, sobre todo en las evaluaciones cuando los vemos jugar al fútbol.
-Se exige mucho desde la prensa, a veces con demasiada insistencia, en esa exigencia del ganar porque es la selección.
-Sorprende cuando se hacen juicios de valor casi definitivos sobre un chiquilín al que prácticamente no se conoce. Quizá con un deportista más consolidado se podría ser más exigente en la evaluación, porque tiene más experiencia, más conocimiento; pero respecto de un juvenil, hablar de que tiene o no tiene futuro por un partido de fútbol, cuando es un chiquilín de 17 años… Juegan torneos, en muchas ocasiones, sometiéndose a situaciones nuevas; a algunos les resulta cómodo y a otros les es incómodo vivir protocolos de partidos internacionales a los que no están acostumbrados, estar en un hotel durante 20 días, en un país diferente y con un clima que no conocen. En fin, no creo que sea posible hacer un juicio definitivo sobre chicos tan jóvenes.
-¿En qué etapa de trabajo están ahora con la sub 20?
-Estamos preparando el Sudamericano que se jugará en Uruguay. Hicimos una primera etapa, en la que observamos un número importante de jugadores, entre 50 y 60, si bien al ser sub 20 ya tenemos información previa, porque muchos están en Primera, en Tercera o en el exterior; es distinto de lo que ocurre con la sub 15, etapa en la que el espectro para observar es mucho mayor. Estamos en la recta final para el torneo porque, si bien faltan varios meses para el comienzo, en un régimen de tres entrenamientos semanales, en el que los jugadores que compiten en Primera no vienen algún día porque entrenan con sus clubes, no queda tanto. Hay que aprovechar el tiempo al máximo.
-¿Ahora en qué se focaliza el trabajo?
-Estamos afinando el grado de captación de los conceptos generales: seguridad defensiva, no perder fácilmente la pelota, la intención en el involucramiento entre defensa y ataque. A partir de que las prácticas y los amistosos nos permitan definir el grupo, definitivamente trabajarán con mayor precisión.
-¿Qué esperás ver contra Perú y en el cuadrangular que se jugará en Chile?
-A Chile y Paraguay ya los conocemos; con respecto a Perú, va a ser bueno evaluarnos contra un equipo que es una incógnita, porque no tiene grandes antecedentes en sub 17 y no sabemos si renovó la generación o no. Espero ver nuestro rendimiento y la adaptación a condiciones de fútbol diferentes y cómo funcionamos, para ir rescatando futbolistas pensando en la lista final.
-¿Cómo evaluás tu desempeño en las selecciones hasta el momento?
-Creo que el crecimiento con el correr de los años y el paso por las distintas categorías, más que por los resultados, por la confianza que han ido depositando en mí, me genera la impresión de que mi aporte es positivo. Desde el punto de vista de los resultados creo que ha sido bueno: hemos participado en torneos importantes, hemos llegado a instancias de finales, cuando llegamos a un torneo somos reconocidos como un equipo a tener en consideración. Los chiquilines han jugado al máximo de sus posibilidades y venimos siempre llenos de satisfacciones, aun cuando no nos haya tocado ganar. La final de México 2011 queríamos ganarla, pero en el último torneo quedamos afuera con Nigeria y nos generó una sensación de impotencia no quedar entre los cuatro, que era el objetivo que teníamos, pero competimos de igual a igual contra el campeón del mundo en esa categoría. Yo veo que permanentemente se considera a Uruguay como un equipo de cuidado, y en ese sentido me considero satisfecho. Lógicamente, como entrenador estoy deseoso de ganar un torneo importante, llámese Sudamericano o Mundial; a mí me ha tocado ser tres veces vicecampeón sudamericano, que no es poco, es importantísimo. Y para eso trabajo.
-¿Te acordás qué estabas haciendo el 8 de marzo de 1981? Ese día Uruguay ganó su último Sudamericano sub 20.
-Estaba mirando el partido, por la importancia y la magnitud del evento, y porque me encantaba mirar a la selección juvenil. Uruguay tenía la gran chance de conquistar el evento y al final lo hizo.
-¿Cómo se trabaja lo emocionalmente vinculado al éxito? ¿Es prioridad salir campeón o es una consecuencia?
-Cuando se prepara una competencia hay varios objetivos. Uno de ellos es ganar. El problema no sería imaginar que una de las posibilidades sea salir campeón, sino qué pasa si no ganás. No ganar no significa fracaso. No ganar es una de las alternativas que había antes de jugar. Lo importante, y en lo que es preciso hacer una gran preparación, es pensar en los detalles para tener todo previsto y poder ganar.
-¿Cómo trabajan el fracaso?
-Todos sueñan con lo más alto, con jugar cuanto antes en Primera, en el mejor club, destacarse, tener el pase más caro, ganar torneos; es tarea del entrenador hablar de lo que va a pasar, ya sea en un partido de fútbol o respecto de la formación como personas. Puede ser ganar, y hay que cuidar la euforia que genera el éxito; pero también puede ser no ganar, y eso genera frustración, sobre todo en un deportista joven. Hay que estar ahí.
-José María Giménez llega en edad para jugar el Sudamericano de enero en Uruguay, ¿La idea es contar con él?
-Sí, queremos contar con José María. Por otra parte, él está muy entusiasmado. En la medida de las posibilidades sería importante su presencia.
Verano juvenil
Uruguay será el organizador del 27º Campeonato Sudamericano “Juventudes de América” a comienzos de 2015. Ese torneo tiene el aditivo de ser Preolímpico y clasificará a dos selecciones para los próximos Juegos de Río 2016. Se fijó el inicio el miércoles 14 de enero y la final el sábado 7 de febrero. Como es costumbre en este tipo de torneos, las selecciones de la Conmebol se organizarán en dos grupos de cinco equipos cada uno. El grupo A se jugará en el estadio Alberto Suppici de la ciudad de Colonia y el grupo B en el estadio Domingo Burgueño Miguel de Maldonado. La primera fase culminará el 23 de enero. Clasificarán las selecciones que se ubiquen en los tres primeros puestos de cada grupo y conformarán un hexagonal final, que comenzará el 26 de enero en Montevideo. De momento, resta saberse en qué estadios se jugará. La forma de clasificación será igual a como se han definido los torneos juveniles en los últimos años: los cuatro primeros de la fase final clasificarán al Mundial sub 20 de Nueva Zelanda, a celebrarse entre el 30 de mayo y el 20 de junio. El primero de la fase final será el campeón del torneo y obtendrá el premio mayor: clasificación de forma directa al Torneo de Fútbol Masculino de los Juegos Olímpicos de Río, que se jugará desde el 3 hasta el 19 de agosto de 2016. A diferencia que en la clasificación para los Juegos Olímpicos de Londres 2012, en los que Uruguay finalizó segundo en el Sudamericano de Perú y clasificó directo, esta vez quien ocupe la segunda posición en el hexagonal tendrá que disputar un play off frente al tercer clasificado del preolímpico de la Confederación del Fútbol de Norte, Centroamérica y el Caribe (Concacaf, por su acrónimo en inglés) para dirimir ese lugar. Los restantes equipos, del tercero al sexto del hexagonal, clasificarán al Torneo de Fútbol Masculino de los Juegos Panamericanos de Toronto 2015. Hay una salvedad: si la selección de Brasil termina como campeona sudamericana, el segundo ubicado clasificará directo a los Juegos Olímpicos, por ser los brasileños los organizadores de ese torneo; si los norteños quedaran segundos, será el tercero de la tabla hexagonal quien gane el derecho a disputar la eliminatoria directa contra la selección que clasifique por la Concacaf.
El futbolista
-Jugaste en Wanderers y en Cerro, y en San Agustín (Perú), Osorno (Chile), Olimpia (Honduras) y Pachuca (México). ¿En qué lugar te sentiste mejor?
-En Chile, donde tuve mejor rendimiento. Eso obedeció a diversas circunstancias, una de ellas que fue donde más rápidamente asimilé lo que se creía del extranjero, que era algo diferente a lo que había en casa. Y había que prepararse para intentar llevarlo adelante. Primero: un nivel de profesionalismo para el fútbol chileno, un nivel de exigencia. Yo fui con la idea de tener un crecimiento económico, distinción. La contraparte que yo tenía que dar requería mucho esfuerzo, mucho sacrificio; hice una gran preparación y tuve un gran año, en un equipo chico que ese año hizo un gran torneo en la Primera División del fútbol chileno.
-¿Cuando jugabas ya sabías que querías ser entrenador?
-Sí. Quizá no directamente, pero me encantaba la idea de, una vez que dejara el fútbol, poder ser entrenador. El primer entrenador que tuve en Primera División fue justamente [Óscar Washington] Tabárez: de ahí que viene mi vínculo con él. Pasó el tiempo, nos separamos por lógicas razones de trayectoria; me acuerdo que cuando hablábamos me decía: “Qué bueno sería que fueras entrenador”, porque a mí ya me generaban cierta inquietud las decisiones de los entrenadores, cuestionamientos a algunas situaciones que se daban entre el entrenador y el jugador, en los planteles. Siempre me quedó, y la verdad es que me gustaba. De hecho, dejé temprano, en 1999; pensaba no jugar ese año y me invitaron, me gustó la propuesta, la hice, pero inmediatamente apareció la primera opción para comenzar a trabajar como entrenador, la tomé y comencé.
-¿Qué se siente al compartir el trabajo con el Maestro Tabárez?
-Una satisfacción muy grande. Por un lado, la satisfacción de integrar este grupo de trabajo, de estar en la selección. Todos los días me enriquezco, en cada entrenamiento al que vengo, y lo hago con la intención de aportar todo lo que pueda y de seguir creciendo. Desde el punto de vista humano, genera satisfacción, alegría, orgullo de integrar el cuerpo técnico de entrenadores de la selección nacional, sobre todo después de tanto tiempo, lo que significa haber podido cumplir y estar de acuerdo a lo que se esperaba de mi trabajo.
-¿Cuáles fueron tus referentes?
-Tuve mucha suerte porque tuve muy buenos entrenadores: a Tabárez en mi inicio -muy poco tiempo, después más bien fue el vínculo extra desde el punto de vista personal-; en Wanderers tuve a Gregorio Pérez, Aníbal Maño Ruiz, Miguel Falero, Osvaldo Giménez, Luis Garisto, con distintas características, pero muy buenos entrenadores. Todos me dejaron mucho. En el exterior también. En México conocí entrenadores que me abrieron un poco hacia otras posibilidades que da el fútbol, en ese caso el mexicano, con otro estilo, y me pareció muy bueno intentar incorporarlas, y en eso estoy. Trato de no perder nuestras raíces, nuestra idiosincrasia, nuestro estilo, pero agregarle cosas que otro fútbol tiene y me parece que es posible incorporar. Me gusta leer, me encanta mirar a otros entrenadores, ir a otros entrenamientos; de hecho, voy a mirar a entrenadores con los que tengo relación por los futbolistas.
-¿Qué estás leyendo ahora?
-Ahora estoy leyendo puntualmente un libro que me prestó Wilson Graniolatti -somos muy amigos-, a quien también tuve como compañero y hoy es un gran entrenador con quien intercambio mucha información. Forjador de éxitos: es de un entrenador de básquetbol, Pat Riley, y tiene cosas muy buenas. Leo permanentemente. He leído últimamente los libros del Maestro, de [Josep] Guardiola, [Jorge] Valdano y ahora estoy con éste.
-¿Cómo cruzás la interdisciplina?
-Creo que deja muchísimas cosas. De repente, cuando se habla puntualmente de la táctica en básquetbol la leo como material de información, pero me interesa sobre todo la conducción de los grupos, la conducción de grandes jugadores; siempre está el cuestionamiento de si hay que ser permisivo o hay que exigir más. Es un equilibrio que hay que ir buscando por prueba y error, experiencia, información. Aprovecho a leer y también a observar cuando viene la selección mayor, desde un lugar cercano pero por fuera, ver entrenamientos, la relación, qué cosas se manejan en ese tipo de grupos...
-¿Cómo manejan los tiempos de ocio en la selección?
-Tenemos la biblioteca. Gustavo Ferreyra, que trabaja conmigo, se encarga de darles libros y les pedimos que después extraigan algo que les haya gustado, que lo comenten. En los espacios de viaje apuntamos al conocimiento del país, a recorrer, hablar de ese país. Recuerdo que en el Mundial de Emiratos Árabes 2013, el embajador uruguayo, Nelson Chabén, nos dio una charla sobre el país, su cultura, por qué era una potencia en el mundo. Hacemos mucho hincapié en ese tipo de cosas, les damos un espacio muy grande. A la lectura también, porque es algo que se ha perdido: en las redes sociales, en pocos caracteres hay que transmitir un contenido. Entonces empieza a ser todo extracto y no le damos lugar a un libro que, lógicamente, requiere tiempo y calma para llegar al verdadero sentido, porque hay que transitar una introducción para después llegar al contenido.
-El futbolista de la selección mayor tal vez esté más acostumbrado a leer sobre táctica, estrategia. ¿Hay alguno de los chiquilines que esté motivado en ese aspecto?
-Sí. Ayer tuvieron un espacio con las dos psicólogas. Yo les hablaba de la importancia que tiene ese trabajo, porque cuesta que los deportistas interpreten bien ese espacio. A veces se considera que la intención es obtener información para transmitírsela al técnico, a manera de chusmerío, cuando la verdad es que es más información que nosotros tenemos. Muchos chiquilines ahí encuentran realmente su lugar dentro del grupo, ahí encuentran el aporte fundamental, y van encontrando su lugar en el equipo. Nos ha pasado. Ese espacio es muy importante, es fundamental que ellos sientan que tienen mucho para aportar y que, en definitiva, eso va a redundar en el beneficio del equipo.
-Es sorprendente la capacidad de comunicación que han logrado los futbolistas de las selecciones uruguayas en los últimos años.
-Es un tema en el que se ha hecho hincapié. No se trata puntualmente de ser simpático, sino de saber que no puede generar ninguna división el estar en la selección o no estar, o ninguna diferencia sobre lo que eras previo a llegar a la selección. Manteniendo el respeto se puede llevar adelante perfectamente; respeto entre ellos, con el cuerpo técnico, con el entorno -llámese familia, prensa, empresarios, dirigentes; todo lo que rodea al futbolista-, hasta con el espectáculo. Por eso la intención de estar de acuerdo a lo que significa fair play: para eso se imponen las condiciones, las reglas, para intentar llevarlas adelante. A veces creemos que no lograr un objetivo, un resultado deportivo, nos puede dar espacio a una agresividad mal interpretada. Hemos trabajado mucho y es cuestión de todos los días, no solamente los jugadores, los técnicos también. A veces perdemos un partido y los entrenadores también queremos agarrárnosla con el juez por una mala decisión, pero el resultado deportivo no va a cambiar. No hay que permitir ese tipo de cosas, sino empezar a pensar en la preparación del siguiente partido. Esto no termina nunca: tuvimos la experiencia, en el último Mundial de mayores, de esa respuesta que tuvo Luis Suárez, que es un brillante futbolista. Y más allá de todo lo que se pueda hablar, hay que interpretar que el ser humano a veces tiene respuestas que no son las ideales; hay que entenderlas, por ahí no compartirlas e intentar corregirlas, y seguir trabajando en ese aspecto, pero sabiendo que siempre va a haber posibilidades de equivocarnos. Hay que intentarlo, de lo contrario, esas situaciones serían habituales y estaríamos como en momentos en los que Uruguay tenía la misma calidad de futbolistas pero se interpretaba un resultado deportivo y se distorsionaba esa categoría de futbolistas para darle lugar a que se hicieran comentarios de otro tipo.
-Más allá de los buenos resultados que se han obtenido, se nota una forma de ser de los futbolistas y entrenadores hacia el público.
-Yo lo siento así. Aunque esté entrenando no dejo de ser un hincha uruguayo como cualquiera. Es importante la entrega total del jugador, y aparte veo que es auténtico. Lo veo acá con el capitán, con jugadores importantes de la selección. Reconocen todos los días lo lindo que es integrar el grupo y no que es una deuda que la gente o la selección tiene con ellos. Al contrario, es algo recíproco; es un intercambio en el que la gente se siente muy involucrada, entusiasmada con ser parte de ese rendimiento que está teniendo la selección.