Central de San José ganó 2-1 el primer partido definitorio por el torneo de la Organización del Fútbol del Interior (OFI). Nicolás Rebollo en los minutos adicionales de la primera parte y Sebastián Gandini a los 75 fueron los autores de los goles con los que el decano del fútbol maragato dio vuelta el trámite, que ganaba Ituzaingó con el sorpresivo gol de Jonathan Alba. Maldonado el sábado fue una fiesta. Un día atípico para definir el fútbol del interior, acostumbrado al domingo por la tarde. No es capricho: un día no laborable es mucho más indicado para que se movilicen 1.000 personas de una ciudad a otra. Lo hicieron igual. Los que unos ven irracional otros lo sienten como una pasión impostergable.

La mitad de la cancha fue el eje fundamental del partido. Ambos equipos parados con el 4-4-2 de toda la vida buscaron posicionarse y ganar lo ancho del campo. La diferencia fue que se distinguieron en los funcionamientos. El local, mucho más directo, tratando de abrir siempre por los costados con pases largos al vacío o por arriba, donde Gastón Navarro luchaba ganando y perdiendo. Central buscó juntarse más para jugar en corto, con el balón siempre pasando por los pies de Sebastián Cabo (un espigado volante central que fue la figura del partido) que ordenaba y proyectaba. Se dieron dos momentos bien parecidos: cuando uno jugaba mejor el otro convertía. En el primer tiempo Central contó con varias chances claras para ponerse adelante, siempre en los pies de Ernán Delgado o Pablo Cabrera, pero todas fueron afuera. Tres minutos después de que Cabrera errara un gol cantado en el área grande, Alba le prendió cartucho desde lejísimos viendo que el arquero retrocedía y marcó el 1-0 para Ituzaingó. El empate de Rebollo en la hora puso un poco de justicia. En la segunda mitad fue al revés. El verde local jugaba a su antojo, Jahuer Alonso dominaba la distribución, Agustín Márquez el traslado, y Navarro tentaba su gol. En 20 minutos pegaron una pelota en el palo, otra pasó acariciándolo, y le anularon un gol por cargar contra el arquero. En una de ésas, el ingresado Rodrigo Butureira de Central amagó para adentro y se la llevó con gambeta corta por la izquierda, bien pegado a la raya, y levantó el centro para Rebollo, lateral derecho que nunca paró de correr y siguió de largo, la pelota quedó en el área como disimulando y Gandini no perdonó.

Con ese 2-1 y faltando 15 minutos para el final, el partido se rompió: Ituzaingó metió cambios para recuperar el partido, se expuso en defensa para tirarse con todo al ataque en formación 3-4-3. El desorden fue total, la cancha, que ya era grande, ahora parecía una estancia patricia del siglo XVIII, y tanto campo se devoró las ideas. Los pelotazos no fueron afortunados y sólo facilitaron la tarea de los zagueros maragatos, que la sacaban como podían (como se defiende alguien ante cualquier situación dificultosa). Entonces surgió la figura de Cabo en toda su dimensión.

Qué fichas

En Central la figura de Cabo fue determinante. Gran tarea también para Rebollo que, además del gol, trazó largos recorridos por la banda derecha. A veces mostrándose para recibir, otras buscando la sorpresa de entrar por atrás. El goleador Gandini jugó media hora pero le bastó para marcar y ganar. En Ituzaingó, Jahuer Alonso y Márquez fueron los desnivelantes. Sobre todo en el segundo tiempo, donde se adueñaron de la circulación y ejecución de las oportunidades más claras de gol. Además, el arquero Gonçálvez hizo un buen trabajo con varias intervenciones claras.