Con goles convertidos por Jonathan Rodríguez en dos oportunidades y Sergio Orteman de penal, los carboneros dieron vuelta el partido que había empezado ganando River Plate con el tanto de Leandro Rodríguez. De esta manera suman 15 puntos, quedando detrás de Nacional, que tiene 18, y del líder Racing, que suma 19. Con Zalayeta como figura, sin gol pero haciendo jugar, Peñarol suma su 14º partido sin perder (la última vez fue el 22 de marzo) y es el equipo menos vencido, con sólo tres goles recibidos en siete fechas.

La emoción llegó temprano. A los 7 minutos el Morro Santiago García se llevó la pelota del centro del campo a la derecha, desbordó cuerpeando y metió el centro al área para el gol de Leandro, que pateó cuando se caía. Hasta ese momento se apreciaba poco, el partido era parejo, casi no habían atacado; no daba más que para ir viendo cómo se paraban los jugadores en la cancha. Precisamente en eso radicó la novedad: aparte de varios cambios de nombre en los dos equipos como consecuencia del desgaste que implica jugar dos torneos a la vez, sorprendió la forma de pararse de River Plate. Básicamente, lo hizo igual a la de Peñarol: 3-5-2, con el Morro como referencia de área.

Peñarol respondió y a los 15 minutos llegó el empate con el gol de Cabecita Rodríguez y su buena definición. Comienzo tienen las cosas: el centro al área que tiró el Japo Rodríguez fue preciso y certero: los centímetros exactos para que River pidiera offside mientras Jonathan la mandaba al fondo del arco. Fue importante el Japo en la elaboración del juego de Peñarol: en él estuvo la responsabilidad creativa, ante la ausencia de Antonio Pacheco. Cumplió su tarea de buena manera, pero en varias ocasiones no tuvo a quién pasarle la pelota, porque los puntas fueron bien contenidos por la última línea darsenera y porque los laterales no se soltaron lo suficiente, exigidos por la sensación de tener en las espaldas a los delanteros de River, prontos a jugar rápido. Lejos de amedrentarse, Guillermo Almada, aun con su equipo en inferioridad numérica por la liviana expulsión de Gorriarán, no tocó la estrategia ni mandó aquietar la vocación ofensiva. A los 36, Macaluso fue expulsado por doble amarilla, Peñarol se reformuló en línea de cuatro y todo se hizo más parejo. Con poco fútbol y menos chances de gol, el primer tiempo se fue y nadie dijo nada.

Ganó el cansancio, al menos en la definición de las jugadas en tanto espacio. La cancha se agrandó en el diez contra diez -qué cosa más linda ver campo libre para tirarla y correr-, pero se notó el desaire. El tránsito sugería jugar en velocidad y con espacios, pero el cansancio hizo su trabajo y comió piernas. Así empezaron a ganar los pelotazos: de un lado, para que la bajara Zalayeta; del otro, para que la peleara el Morro. Para mejor, los cambios de Fossati hicieron que Jorge Rodríguez terminara jugando de lateral izquierdo, y eso fue en desmedro de la creación aurinegra. Montelongo, que entró con la misión de dar fútbol a River Plate, no pudo con esa misión.

Entre los jugadores con esas características apareció Marcelo Zalayeta con la clase de siempre. Pudo haber convertido a los 50 minutos, pero lo cerró bien Ángel Rodríguez. Y a los 67 se la llevó notable de media vuelta y Marques le cometió penal. Fue un punto de inflección para Peñarol, que retoma la senda de la victoria por el torneo Apertura. Al final, Cabecita hizo de su técnica una obra de gol para el 3-1 del final.