Con anotaciones de Diego Godín, Diego Rolan y Abel Hernández, Uruguay obtuvo un categórico triunfo 3-0 sobre Colombia y llegó a 6 puntos sobre 6 disputados en las Eliminatorias rumbo al Mundial de Rusia. El de anoche en el Centenario fue un partido completo y bien jugado por una selección celeste que del convencimiento hizo realidades. Sin reparar en las bajas que tuvo, el equipo celeste apeló al auxilio de las cualidades estrictas del juego: cierto ritmo, determinada estructura, leer al contrario y leerse a sí mismo. La virtud de Uruguay es la solidaridad en la puesta de sus componentes en función del contenido, o, dicho de otra forma, es la única manera en que el contenido logra su existencia.

El comienzo de las Eliminatorias no pudo ser mejor para Uruguay, que con cinco goles a favor, ninguno en contra y 6 puntos adentro, sigue encaminado en la confirmación de un proceso que cambia nombres pero no resultados. En la próxima fecha, que se jugará en noviembre, los celestes se enfrentarán a otro de los punteros de la eliminatoria, Ecuador.

El gol de Godín fue el quiebre de un partido que se presentaba parejo. El zaguero de Atlético de Madrid metió tremendo cabezado tras un córner que vino desde la esquina derecha, bien ejecutado por Carlos Sánchez. Le queda bien la cinta de capitán al Terrible, que no sólo manda y ordena desde el fondo, sino que arrancó como goleador de la selección en estas dos fechas, con una anotación en cada partido.

Si bien el gol fue mediante esa pelota lanzada desde el tiro de esquina, la jugada previa fue el reflejo de la intención celeste en el primer tiempo: presionar arriba, con Cristhian Stuani como primer defensor y con Sánchez y Rolan (o Nicolás Lodeiro, tras la lesión de Martín Cáceres) controlando las salidas de los laterales colombianos. La gesta del primer tanto de Uruguay la logró Stuani, que peleó una pelota que se llevó Maximiliano Pereira, buscando el fondo de la cancha, y terminó en córner (cuando Rolan la pedía, entrando por el centro del área).

Cuando se lesionó Cáceres, pasados apenas los 10 minutos, el comentario salió a coro en el Centenario: “No puede ser: segundo partido consecutivo que se nos lesiona un jugador”. Entró Lodeiro y se reformuló el sector izquierdo. El Palito Álvaro Pereira retrocedió a ocupar el lateral y tanto Nico como Rolan se alternaron en la zurda y el centro de la cancha.

Colombia, bien cerrado por la presión y la buena ocupación de Uruguay cuando marcó, apeló durante los primeros 45 a patear desde afuera, sin éxito en sus intentos. En unas estaba Fernando Muslera; en otras, sencillamente, los tiros se fueron afuera. No pesaron los volantes colombianos, ni Fredy Guarín, ni Edwin Cardona, ni Juan Cuadrado, y eso provocó que a los dos delanteros casi no les llegara juego en la primera parte.

En el segundo tiempo, el segundo quiebre celeste en el partido llegó casi enseguida. La historia se repitió: presión alta de Uruguay, la recibió Lodeiro, que hizo un tuya y mía con el Pato Sánchez, la tomó Nico, abrió el pie como los que saben, la tiró al área, Stuani arrastró la marca y dejó pasar la pelota, y Rolan, solo dentro del área, se la pinchó a Ospina cuando éste lo fue a ahogar, y clavó el 2-0, que hizo estallar al Centenario y fue un puñal terrible para los intentos de reacción de los colombianos.

El 0-2 adverso hizo que el equipo de José Pekerman se descontrolara y perdiera hasta su clásica precisión en los pases. Y pegaron los colombianos, mucho, cuando no veían el balón, que circulaba de celeste en celeste. A los 54 contaron con una chance clara, pero el cabezazo dio en el travesaño. Fue casi la única alteración al perfecto sistema defensivo de Uruguay. Es necesario destacar el incansable desempeño de Tata González y Corujo (de alto nivel en su nueva función de volante central, aunque lamentablemente no estará para el próximo partido, por acumulación de dos amarillas). Al pressing, a los buenos desbordes con profundidad de los delanteros y al sólido trabajo en defensa, Uruguay en dos fechas demostró que le puede sumar una enorme efectividad en las jugadas de pelota quieta, tanto en ataque como en defensa, y dejó claro que no es casualidad, sino absoluta preparación. El propio Godín pudo ampliar diferencias, también Palito, con una peinada que se fue cerca. Hay trabajo, se nota, y dio sus créditos.

La histórica victoria sobre Bolivia en La Paz y la concluyente de ayer ante los colombianos marcan un comienzo perfecto para la celeste en sus aspiraciones de jugar su tercer Mundial consecutivo. Los jugadores celestes volvieron a demostrar que saben lo que quieren, rodeados y apoyados fuertemente en el hombro de sus propias convicciones. Reconocerse allana el camino. Esto recién empieza.