Ayer las fuerzas armadas rusas intervinieron nuevamente en el conflicto armado en Siria, en el marco de un acuerdo entre el presidente de Rusia, Vladimir Putin, y su homólogo sirio, Bashar al Assad. Supuestamente, los ataques están dirigidos a posiciones de Estado Islámico (EI), pero desde Occidente se acusa a las fuerzas rusas de haber matado 36 civiles en zonas en las que no está presente EI. “Es solamente una cuestión de tiempo. Puede ser que no haya miembros de EI en ese momento, pero después de estos bombardeos va a haber. Solamente hay que esperar a que los niños que vieron morir a sus padres por el estallido de una bomba descubran cómo funcionan las navajas y las cámaras de video”, aseguró Putin.

Pero el peligro de ser atacados por aviones rusos no es el único que deben enfrentar los civiles sirios. Un integrante de una ONG defensora de los derechos humanos afirmó que “es un conflicto complejo, en el que intervienen militarmente el gobierno sirio, el ejército rebelde, Estados Unidos, Francia, Rusia y varios países más. Entre la población civil hay una gran confusión y falta de información sobre qué es lo que está pasando, algo que se vuelve especialmente grave en los casos de las personas que mueren baleadas o bombardeadas, que mueren sin saber exactamente quién carajo los mató y qué pito tocaban en todo ese lío”.

A raíz de la intervención rusa, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) pidió “medidas urgentes” para solucionar el problema. “Es importante que los civiles sirios que están en situación vulnerable reciban clases de geopolítica antes de ser atacados. Las clases deben ser rápidas, y sobre todo se les debe explicar claramente quiénes son los buenos y quiénes los malos. Es un poco difícil cuando está metido Estados Unidos, porque puede cambiar de bando y modificar el escenario, pero es importante que los civiles sepan si la bomba que los hizo volar por las aires los transformó en víctimas del terrorismo o en mártires de la democracia”, aseguró un vocero de la ONU.