“No se pierde nada”, aseguró ayer la titular del Ministerio de Educación y Cultura (MEC), María Julia Muñoz, en referencia a las renuncias del director nacional de Educación, Juan Pedro Mir, y el subsecretario de la cartera, Fernando Filgueira. Estas declaraciones parecen ser una respuesta a algunos rumores que comenzaron a circular ayer, según los cuales el presidente Tabaré Vázquez estaba considerando la posibilidad de decretar la esencialidad de los cargos de dirección del sistema educativo. “A este ritmo, va a tener que ofrecerle un cargo a Graciela Bianchi”, aseguró uno de sus allegados.
De todas maneras, el gobierno mantiene su proyecto de “cambiar el ADN de la educación”, expresión que las propias autoridades han utilizado para referirse a las transformaciones profundas en el sistema. “Elegimos una metáfora sobre un tema que nadie entiende bien para plantear un panorama deliberadamente ambiguo. O sea, ¿quién tiene idea de qué significa cambiar algo en el ADN? Al final del período de gobierno, podemos decir algo del tipo ‘con los cambios que implementamos en secundaria, los liceos han dejado de ser un edificio donde se dan clases y se han transformado en verdaderos nucleosomas. La democratización de los telómeros es un hecho’. Es una fórmula ganadora”, aseguró una fuente del MEC.
Lejos de preocuparse, en el Poder Ejecutivo decidieron que había que aprovechar el recambio de jerarcas para hacer un giro estratégico. “Reconozcamos que estamos atravesando una crisis. Quizá podamos aprovechar este río revuelto y este clima de frustración colectiva y ánimos encendidos para crear un nuevo ADN más resistente y que prevalezca con el paso del tiempo. Porque no se trata de cambiar los cromosomas. Al contrario, hay que buscar y seleccionar los más puros, porque son ellos los que nos van a conducir a un futuro venturoso”, explicó la fuente consultada. Desde Presidencia de la República se mostraron más prudentes, aunque reconocieron que planean contratar a un científico nazi que trabaje en el ADN de la educación, “para mejorarlo un poquito”.