Desde el primer torneo mundial que jugó Uruguay, que como todas las pruebas lo demuestran fue el torneo olímpico de fútbol disputado en París en 1924, la celeste ha tenido que pasar por eliminatorias para pasar a jugar la fase final de los torneos intercontinentales absolutos. Si contamos esa de 1924, ya en París, en la Villa de Argentuil, con madame Pain cocinando para los nuestros, la primera de las eliminatorias jugadas por Uruguay fue la de la tarde del 26 de mayo en Colombes, adonde nuestros héroes habían llegado a pie, cargando sus valijitas y paquetes de ropa y botines, para enfrentar a Yugoslavia, selección a la que aplastaron 7-0.

Para Ámsterdam 1928, por ser los vigentes campeones, no correspondía jugar la ronda clasificatoria. En 1930 -el primer Mundial de organización exclusiva por cuenta de la FIFA- Uruguay fue el país organizador y, a la postre, el campeón.

En 1934, aún como campeones, los uruguayos debían inscribirse para el Mundial de la vergüenza de Benito Mussolini, ganado de pesado por el equipo italiano, pero la Asociación Uruguaya de Fútbol no lo hizo. Habría que revisar in extenso las razones de la deserción, cuando ya Gabriel Terra había dado el golpe de Estado. El Mundial de Italia fue el único en el que no participó el campeón del torneo anterior.

Uruguay tampoco se inscribió para el todavía más caliente Mundial de 1938, organizado por Francia cuando la guerra ya era un hecho en la Europa marcada por la beligerancia del eje nazi-fascista. La Segunda Guerra Mundial anuló cualquier posibilidad de jugar este tipo de torneos en 1942 y 1946, y recién en 1950 volvió la justa ecuménica, en la que Uruguay volvió a jugar, después de 20 años. Ésa podría haber sido la primera vez que a la celeste le fijaran, una vez inscripta en el campeonato junto con otros siete países sudamericanos (Brasil como organizador, Argentina, Bolivia, Chile, Ecuador, Paraguay y Perú), una eliminatoria que no se llegó a jugar, porque desistieron de participar Argentina, Ecuador y Perú, y quedamos adentro.

Para el Mundial de 1954 no debimos jugar eliminatorias porque éramos los campeones vigentes. Entonces, después de 33 años de historia en participaciones intercontinentales, en 1957 hubo que salir a buscar un lugar, que no se consiguió, para el Mundial de Suecia de 1958.

A naranjazos

La acción de empezar a disputar en la cancha un lugar en la fase final de los mundiales empezó de la peor manera para los uruguayos en 1957, que no pudieron superar la serie con paraguayos y colombianos, y no pudieron llegar a Suecia 1958. Fue dramático por la goleada 5-0 recibida en Puerto Sajonia, Asunción, en el estadio que se había llamado “Uruguay” en reconocimiento a nuestro fútbol. Pero había empezado mal en el arranque en Colombia, cuando por primera vez los futbolistas celestes tuvieron noción de lo que es jugar en la altura: apenas pudieron empatar con Colombia en Bogotá y, según declaraciones de los jugadores, si el partido hubiera seguido habrían perdido, porque ya no podían más. Cuando Paraguay ganó en Bogotá, tomó una ventaja irrecuperable incluso en la revancha en el Centenario, cuando Uruguay, ya eliminado, derrotó 1-0 a los guaraníes, que ya estaban clasificados al Mundial. Juancito López, el entrenador de Maracaná y Suiza 1954 -dos inolvidables participaciones celestes- quedaba fuera de la fase final del Mundial de 1958.

El Himalaya del fútbol

Seguramente no exista un estudio serio acerca de la incidencia de la altura y de aquel punto que se perdió en Bogotá, que fue decisivo para la eliminación celeste en las Eliminatorias para el Mundial de Suecia.

Ahora venía algo peor: La Paz. Bolivia era el único rival de la fase eliminatoria para llegar al Mundial de Chile de 1962. Fue complejísimo el partido en la capital boliviana, y los uruguayos salieron satisfechos con el empate 1-1, que según el técnico de aquella oncena fue conseguido con un esfuerzo sobrehumano. Estuvo bien que festejaran, porque fue el mejor resultado de una selección absoluta uruguaya en La Paz.

Un ajustado triunfo 2-1 en la revancha hizo que Uruguay fuera uno de los 16 participantes de la fase final de Chile 1962.

Cuatro al hilo*

La clasificación para Chile fue la primera de las cuatro consecutivas que consiguió la celeste, que iniciaba la serie de más participaciones consecutivas en la justa ecuménica. En el camino a Inglaterra 1966 los rivales fueron Venezuela y Perú; para México 1970, Chile y Ecuador; y para Alemania 1974, Ecuador y Colombia. Después volverían las malas, y el Himalaya.

Un gol de novela

Con Sudamérica sumida casi en su totalidad en dictaduras, zurcidas terriblemente por el Plan Cóndor, Uruguay quedó eliminado de la fase final del Mundial más cercano, el de Argentina 1978, organizado y promovido por su sangrienta dictadura cívico-militar. Ese segundo partido en La Paz iba a ser el determinante de una prematura e ingrata eliminación, tan temprana que quedamos eliminados aun antes de jugar en Montevideo. Fue en el estadio más alto de La Paz, en la zona de Tembladerani, el entonces nuevo estadio de Bolívar, que consiguió ser sede de cuatro partidos de la selección verde en 1977, mientras se remodelaba el estadio Hernando Siles. Con el dictador Hugo Bánzer Suárez presente en las tribunas del Simón Bolívar de Tembladerani, a casi 3.800 metros sobre el nivel del mar, Uruguay cayó, 1-0 con una anotación de un goleador de inolvidable triste recuerdo para quienes esa tarde seguimos aquel partido por la radio -de televisación, ni hablemos-. Porfirio Tamayá Giménez se llamaba aquel goleador que venció irremediablemente a Rodolfo Rodríguez para poner el 1-0; le habían puesto de sobrenombre Tamayá por un personaje de radionovela. Tal vez no venga al caso, pero esa única vez que Bolivia no perdió en el llano, en las Eliminatorias de 1977, fue cuando Uruguay ya estaba eliminado y apenas unos pocos llegamos al Centenario para aquel 2-2, con el técnico de los juveniles, don Raúl Bentancor, como interino y la presencia de dos jugadores de la selección de Paysandú, Enzo Angelo y Jorge Rodríguez Cantero.

Volver arriba

En 1982 Uruguay quedó eliminado ante Perú, en una serie que también tenía a Colombia. En 1986 volvió a la fase final con la selección de Omar Borrás y el limonazo de Venancio Ramos en el partido con Chile.

En la preparación para Italia 1990 tuvo lugar el primer período de trabajo de Óscar Washington Tabárez como entrenador de la selección, y a pesar de haber perdido sólo un partido, fue necesario llegar al ítem de la diferencia de goles para clasificar. Esa única derrota fue justamente en La Paz, después de haberle ganado de visitante a Perú en Lima. Bolivia, esta vez en el Hernando Siles, derrotó a los celestes 2-1. Ruben Sosa, sin duda el factótum de aquella clasificación, también hizo el gol en La Paz.

Para el Mundial de 1994 hubo que volver a La Paz, y fue justamente Bolivia el que sacó a Uruguay de la Troya. Todavía con Luis Cubilla en la dirección técnica, perdió 3-1 en el Hernando Siles. A la vuelta, ya con Ildo Maneiro como entrenador, ganó Uruguay, pero ya era tarde.

Para Francia 1998 la Conmebol adoptó por primera vez la clasificatoria de todos contra todos. Una derrota 1-0 en 1997, con casi 20 días de aclimatación, dirigidos por Roque Máspoli, fue continuada por la mejor serie de resultados de cara al Ilimani: 0-0 con Daniel Passarella, con 20 días de aclimatación, en el 2000; 0-0 con Jorge Fossati, en 2004; 2-2 ya con Tabárez, en 2004. El último fue el 4-1 a favor de los bolivianos en 2012.

Lo que queda por venir

Tras una sucesión de resultados positivos que no necesariamente tienen su correlato en éxitos en los 90 minutos o en los campeonatos, que de alguna manera han permitido ser el sostén argumental contra las oleadas virulentas de sabelotodos, interesados, operadores del poder o simplemente ególatras que no hacen otra cosa que descalificar y bombardear la línea de trabajo, la conducta y las acciones del cuerpo técnico de la selección, enfocados en Oscar Washington Tabárez, se inicia un tercer módulo de trabajo y expectativas para llegar a la fase final de Rusia 2018.

Uno de los elementos de descalificación más recurrentes es que siempre se cita a los mismos jugadores, algo que en sí mismo no estaría mal, pero que no condice con la realidad. El 21 de mayo de 2006 fue el primer partido de su nueva conducción. El rival fue Irlanda y Uruguay ganó 1-0, habiendo formado con Fabián Carini, Andrés Scotti, Carlos Valdez, Diego Godín, Walter López, Diego Pérez, Pablo García, Guillermo Giacomazzi, Fabián Estoyanoff, Sebastián Abreu y Gonzalo Vargas.

Más de un año después, en su primer partido oficial, debutó en la Copa América de Venezuela cayendo ante Perú 3-0 con Carini, Carlos Diogo, Diego Lugano, Godín, Darío Rodríguez, Diego Pérez, Pablo García, Fabián Canobbio (Cristian Rodríguez), Estoyanoff, Diego Forlán (Vargas) y Vicente Sánchez (Abreu). El Chino Álvaro Recoba estaba lesionado, y a partir de ese momento jugó hasta que Uruguay perdió por penales la semifinal con Brasil.

El primer partido de la clasificatoria mundialista para Sudáfrica fue con Carini, Maximiliano Pereira, Andrés Scotti, Godín, Jorge Fucile, Diego Pérez, Pablo García, Cristian Rodríguez, Luis Suárez (Vicente Sánchez), Forlán (Mario Regueiro) y Abreu (Carlos Bueno). Ese partido fue el 13 de octubre de 2007, así que hoy, dos mundiales después, sólo dos (Maxi Pereira y Godín) podrían llegar a estar en la oncena como ocho años atrás.

Después de haber sido cuarto en Sudáfrica 2010, el 7 de octubre de 2011 arrancó otro nuevo ciclo para llegar a una fase final. Aquéllos eran campeones de América, y en ese momento no daba mucho para hablar del “club de amigos”. Ese día arrancaron jugando Fernando Muslera; Martín Cáceres, Diego Lugano, Diego Godín; Maximiliano Pereira, Diego Pérez, Egidio Arévalo Ríos, Álvaro Pereira (Fucile); Edinson Cavani (Cristian Rodríguez), Luis Suárez y Diego Forlán. De los que salieron al Centenario hace cuatro años, hoy sólo podrían repetir presencia Muslera, Cáceres, Godín, Maxi Pereira, Arévalo Ríos, Palito Pereira y Cebolla Rodríguez.

Hoy, con ascensor o sin él, en La Paz o en Santa Cruz de la Sierra, Tabárez podrá disponer de Martín Campaña, Gastón Silva, Mathias Corujo, Nahitan Nández, Carlos Sánchez, Camilo Mayada, Giorgian de Arrascaeta, Brian Lozano, Diego Rolan, Jonathan Rodríguez y Michel Santos, una oncena íntegra de futbolistas celestes que nunca han jugado partidos por Eliminatorias al Mundial. Hay equipo. Y sueños siempre renovados.