El gobierno sirio denunció ayer que integrantes de Estado Islámico (EI) destruyeron el Arco del Triunfo de Palmira, un complejo arqueológico ubicado en el desierto de Siria. El hecho fue condenado por varios gobiernos, entre ellos los de Alemania, Estados Unidos, Francia y Reino Unido. “Son unos salvajes. En lugar de robarse el patrimonio arqueológico, como hacemos los occidentales, lo destruyen. Es la prueba de que ellos no son como nosotros”, aseguró un vocero del gobierno británico.
Desde Estados Unidos la condena fue más fuerte aun, y el presidente Barack Obama aseguró que el Ejército de su país “perseguirá en forma implacable” a los responsables. “Ni bien pisen un hospital de Médicos sin Fronteras o cualquier otro grupo de ayuda humanitaria, los vamos a bombardear”, aseguró. Un vocero del Departamento de Defensa aseguró, por su parte, que EI “está yendo demasiado lejos, por lo que no podemos pecar de inocentes a la hora de combatirlo”. “La gente habla de las leyes de guerra que no permiten bombardear hospitales. ¿Pero qué pasa con las leyes de guerra cuando se trata de proteger el patrimonio histórico de la humanidad? Es momento de tomar medidas más enérgicas, le pese a quien le pese”, aseguró. Las declaraciones hacen clara referencia al ataque el sábado del Ejército estadounidense a un hospital de Médicos sin Fronteras ubicado en la ciudad de Kunduz, en Afganistán. El bombardeo fue duramente cuestionado por la opinión pública internacional, pero desde el Departamento de Defensa estadounidense criticaron la “falta de información” de quienes lanzaron estas críticas. “Es cierto que el hospital pertenece a Médicos sin Fronteras, una organización no gubernamental que opera desde Occidente, pero los médicos eran todos de nacionalidad afgana. Esto no puede ser considerado un crimen de guerra”, aseguró un vocero del gobierno.