Un tiro libre bien ejecutado y un mejor cabezazo le dieron al conjunto de Pablo Bengoechea, en el cierre de la novena fecha, tres puntos importantes. Primero, porque el carbonero no tuvo un buen partido ante un rival que se plantó bien y le complicó las cosas; segundo, porque con su discreción sacó tres puntos que, de no haber obtenido, implicaban que Nacional se alejara en la tabla de posiciones. El autor del gol que definió el partido fue Matías Aguirregaray. El lateral, que sufrió bastante cuando lo atacaron Matías Mier y David Terans, sacó ventaja de que no lo siguieran en la marca y rompió la (monótona) igualdad.

Luego del parate pos Eliminatorias era una incógnita saber cómo volverían al fútbol los equipos tras sus partidos, ya lejanos, de la fecha anterior. Quizá por eso fue interesante notar el arranque de Rentistas en el primer tiempo. Sorprendió el bicho colorado con mucha presión en la mitad de la cancha, sobre todo con el trabajo de Rodrigo Vázquez y Hugo Soria, y los primeros minutos fueron dueños de pelota y transición. Si bien no generó situaciones claras de gol, la zona izquierda de Rentistas, donde se alternaban en las subidas Mier y Terans, fue el dolor de cabeza de un Peñarol sin soluciones. Lo poco que pudo hacer Peñarol en ese tramo de partido para que les llegaran pelotas cómodas a sus delanteros fue en esa generación desde atrás, casi pegados a la línea final, de Luis Aguiar y Nahitan Nández. Pero le faltó profundidad; ni Nicolás Albarracín ni el argentino Carlos Luque lograron incidir en el tiro largo, y tanto Diego Forlán como Marcelo Zalayeta quedaron bastante aislados.

¿Chances? Pocas, todas en el último cuarto de hora de ese primer tiempo. La primera fue de Rentistas: tras la recuperación en la salida de Peñarol, Mier sirvió a Gonzalo Mastriani, pero lo tapó Gastón Guruceaga con su cuerpo. La respuesta de Peñarol fue la más clara: a los 34 minutos, Aguiar -siempre Aguiar, fecha a fecha- tiró desde fuera del área, cruzado, pero entre manos y travesaño Guillermo Reyes evitó el gol; en el rebote, el cabezazo de Albarracín pegó en el palo. Al final de los primeros 45 hubo un gol anulado a Mier tras posición adelantada de un compañero (con incidencia, porque saltó para dejar pasar la bola).

La monotonía circular de la tarde la rompió (apenas) el segundo tiempo. No sólo por el gol que le otorgó los tres puntos a Peñarol, sino porque, con la larga distancia como medio y mérito para generar situaciones de gol, al menos hubo varias emociones. Curiosamente, la mayoría pegaron en los palos: a los 51 Diogo atacó por el centro, amagó dos veces y su tiro cruzado dio en el ángulo izquierdo de Reyes y salió hacia el otro lado; tres minutos más tarde fue Mastriani quien se sacó un defensor de encima y su disparo dio en el palo derecho de Guruceaga; a los 81, ya con el partido 1-0, fue un tiro de David Terans el que se estrelló en el parante.

Ante la falta de dinamismo en la cancha, el juego aéreo parecía ser la alternativa. Con Albarracín en el banco, la pelota detenida quedó en los pies de Forlán. Y a los 72 el Diego, que tiene oficio en la materia, se la puso en la bocha a un Aguirregaray que no marcó nadie. Balazo de cabeza del Vasquito que significó partido y tres puntos.

El latir del tiempo desde entonces hasta el final del partido no cambió demasiado. Rentistas tiró cambios a la cancha, se reformuló incluso hasta dejar tres zagueros sobre el final, pero no encontró verdaderas soluciones (ni situaciones). Bengoechea mandó a la cancha a Marcel Novick, así, sin vueltas, para defender lo que le costó muchísimo. El vaivén de las últimas jugadas dio centros colorados y contragolpes carboneros hasta el final de una tarde-noche incambiable. No conforma ni se conforma, pero la distancia con el objetivo de la punta sigue siendo un partido. Tres puntos para un Peñarol que vive del instante.