El objetivo de esta alianza es protegerse “de los males de todos los grupos armados y organizaciones terroristas, cualquiera que sea su doctrina o título”, que se encargan de “extender las matanzas y la corrupción en el mundo” y de “aterrorizar a los inocentes”, según declararon sus integrantes, informó la agencia de noticias saudita SPA. Las autoridades que impulsaron el anuncio aclararon rápidamente que el combate no se centrará en luchar exclusivamente contra el grupo jihadista Estado Islámico, sino contra “cualquier grupo terrorista” que les “haga frente”.

Además de Arabia Saudita, los países que participan en la coalición son Bangladesh, Baréin, Benín, Chad, Comoros, Costa de Marfil, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Gabón, Guinea, Jordania, Kuwait, Líbano, Libia, Malasia, Maldivas, Malí, Marruecos, Mauritania, Níger, Nigeria, Pakistán, Palestina, Qatar, Senegal, Sierra Leona, Somalía, Sudán, Togo, Túnez, Turquía, Yemen y Yibuti. Otros 12 países islámicos expresaron sus intenciones de apoyar a la alianza, entre ellos Indonesia, según asegura un comunicado divulgado por el gobierno saudita.

La ausencia de Irán, país de mayoría chiita y enemigo de Arabia Saudita en la región, es cuestionada como uno de los puntos débiles de esta formación, ya que podría agudizar el conflicto que persiste desde hace siglos entre sunitas y chiitas a raíz de diferencias religiosas, políticas, doctrinales, de interpretación de las leyes y de elección de líderes. También se pone en cuestión la capacidad operativa de una alianza formada por 34 países dispares, que abarca a grandes potencias militares como Turquía y a pequeños estados africanos como Benín y Togo. El catedrático de estudios sobre Medio Oriente Yezid Sayigh dijo a la agencia de noticias Efe que no se trata de “una alianza real operacional”, sino de una “declaración política”. Opinó que “Arabia Saudita está intentando utilizar la idea de la lucha contra el terrorismo como un marco político en el que clama por la dirección del mundo sunita”.

En la interna saudita, la alianza es percibida en el marco de la lucha de poder que mantienen el ministro del Interior y heredero del trono, Mohamed bin Nayef, y su primo Mohamed bin Salman, ministro de Defensa y segundo en la línea de sucesión. Bin Nayef cuenta con el reconocimiento de varias potencias occidentales por su compromiso con ofensivas internacionales contra el terrorismo. Según medios sauditas, con esta alianza Bin Salman estaría intentando posicionarse, él también, como un vencedor del terrorismo no sólo en su país sino en la región.

La coalición también trabajará en coordinación con las grandes potencias y con organizaciones internacionales en Irak, Siria, Libia, Egipto y Afganistán, según informó Bin Salman en la conferencia de prensa en la que hizo el anuncio. Agregó que la batalla contra los grupos terroristas no será sólo militar, sino también “ideológica y mediática”. El ministro de Defensa concluyó: “La alianza se produce por el interés del mundo musulmán en repeler ese mal que ha perjudicado primero al islam, antes que a toda la comunidad internacional”.

El centro de coordinación estará instalado en Riad, y funcionará como base estratégica para gestionar las operaciones militares y desarrollar los programas y mecanismos que necesite la alianza. En el comunicado oficial se explica que la coalición se basa en los principios y objetivos de la Carta de la Organización de Cooperación Islámica -“que llama a los estados miembros a cooperar para combatir el terrorismo en todas sus formas y manifestaciones y rechaza todas las justificaciones y excusas para el terrorismo”-; en las disposiciones contenidas en la Carta de las Naciones Unidas y en otras convenciones internacionales que tienen como objetivo la erradicación del terrorismo.