Noviembre de 2014. El País informa que Monte Carlo Televisión denuncia a Tenfield ante la Unidad Reguladora de Servicios de Comunicaciones. El documento presentado establece que, en conversaciones con tres funcionarios del canal abierto, Pedro Abuchalja (h), que ocupa un cargo gerencial en Tenfield, habría condicionado la emisión de goles del fútbol local a través de Canal 4 a la censura de las opiniones del periodista Mario Bardanca y al cese del vínculo entre la televisora y la empresa Fox Sports. La denuncia se vale de datos aportados por Marcelo Villanueva, gerente general de Monte Carlo Televisión, uno de los tres funcionarios que dialogaron con Abuchalja. Los otros fueron los periodistas Eduardo Rivas y Fernando Vilar. (N de R: Abuchalja y Rivas son socios del Círculo de Periodistas Deportivos del Uruguay [CPDU]).

Enero de 2015. La Mutual Uruguaya de Futbolistas Profesionales (MUFP) emite un comunicado en el que declara “persona no grata” al periodista Jorge da Silveira, luego de que éste realizara comentarios con respecto al futbolista Jonathan Rodríguez que hicieran peligrar su traspaso a Benfica y que, poco después, el citado comentarista desmintió por medio de una carta de retractación. Días más tarde, el Club Atlético Peñarol publica una nota en la que fustiga el accionar del periodista y comunica su decisión de “cortar todo tipo de relación institucional” con él. (N de R: Da Silveira también es socio del CPDU).

Noviembre/diciembre de 2014. El CPDU emite dos breves comunicados al respecto de los sucesos narrados en la denuncia de Monte Carlo Televisión. En el primero, rechaza genéricamente “todo intento de coartar el libre ejercicio” de la profesión periodística, invita a “reflexionar a empresarios y periodistas” y hace pública la decisión de elevar el asunto a su Tribunal de Honor, debido al involucramiento de los afiliados Abuchalja y Rivas. En el segundo, emitido 17 días después, se da cuenta de que dicho tribunal entiende que “las acciones de los socios participantes se encuentran ajustadas al ejercicio de sus cargos sin transgredir las normas jurídicas o éticas” del CPDU. Según lo averiguado por la diaria, el organismo basa su fallo en la citación de Rivas, quien al ser consultado niega que le hayan mencionado la censura a Bardanca como condición para emitir imágenes de Tenfield. Para el Tribunal, dichas declaraciones son suficientes para descartar cualquier desvío de Abuchalja y desactivar una eventual citación de este otro afiliado.

Enero de 2015. El CPDU emite un comunicado de 12 puntos a propósito de los hechos suscitados tras los comentarios de Da Silveira y alude a las posturas de la Mutual y de Peñarol. Entre otras cosas, el documento establece que el comentarista “asume hidalgamente el involuntario error cometido” y cuestiona el tono de la declaración de la MUFP. Luego defiende “el derecho de raigambre constitucional” del que se vale Da Silveira para expresarse, “solicita al Ministerio del Interior y las autoridades del fútbol la especial atención” en las zonas de prensa de los estadios y señala que la Mutual “no estará exenta de responsabilidad” si se suscitase algún hecho que “ponga en jaque la seguridad e integridad física” de los cronistas.

Para muchos de quienes ejercemos el periodismo en espacios deportivos, en noviembre comenzó a gestarse una fea sensación coronada por la triste certeza que llegó con diciembre: la de la desprotección que recae sobre los colegas que intentan ejercer la profesión con la mayor independencia posible. Los hechos narrados dejan al descubierto que, por detrás de los lugares comunes que aluden “a la irrenunciable defensa del libre ejercicio de nuestra profesión”, en instituciones como el CPDU priman criterios corporativistas y concesiones ante el poder de lobby de ciertos actores que representan intereses empresariales y tienen un largo prontuario de presiones y peseteos. El CPDU se limita a defender y proteger a sus afiliados independientemente de la naturaleza de sus conductas y por medio de organismos internos que sacan conclusiones apresuradas con tal de evitar citaciones incómodas. Además, ignora la visión de colegas no socios que arrastran años de padecer amenazas. Su naturaleza gremial -que no sindical- es una opción legítima pero irremediablemente condenada a favorecer a los más poderosos: en el afán de representar a todos, desde los empresarios del ramo hasta los asalariados, ante los conflictos de intereses es más probable privilegiar a los primeros por sobre los segundos. Así, los comunicados de 12 puntos quedan reservados para la defensa de asociados errantes de larga trayectoria en el rubro.

A la luz de estos hechos, los comunicadores deportivos que trabajamos en calidad de asalariados deberíamos preguntarnos cómo defender mejor el libre ejercicio de una profesión cada vez más asfixiada por gordos intereses empresariales. La incorporación de la perspectiva sindical pide cancha a gritos, tras décadas de predominio de una lógica influenciada por algunas de las características más negativas del denominado “ambiente del fútbol”: el conservadurismo y la ausencia de los enfoques de clase. Se trata de terminar con la dicotomía entenados-hijos, de superar los criterios que sustentan ciertas tibiezas y ciertos calores.