Cosas del juego. En esa trama de tácticas y estrategias para ganar al fútbol, la selección de Fabián Coito hizo (casi) todo bien. Salvo por un rato del primer tiempo, Uruguay arrinconó a su rival y lo tuvo contra las cuerdas. La falta de efectividad, la mala liga y el arquero colombiano sostuvieron la igualdad. Será una final hermosa en forma de clásico, aunque la tabla diga que Argentina tiene 2 puntos más.

El sábado se define el campeonato más los dos cupos para los Juegos Olímpicos: el campeón irá directo y el segundo jugará el repechaje contra una selección de la CONCACAF. Paraguay y Perú jugarán a las 17.50, luego se medirán Brasil y Colombia a las 20.00 y el cierre será el clásico del Río de la Plata. Las posiciones dejaron a Argentina con 10 puntos, Uruguay 8, Brasil 7, Colombia 6, y, ya eliminados, Paraguay 1 y Perú sin puntos.

Idéntica alineación de Uruguay con respecto al partido pasado: Gastón Guruceaga al arco; línea de cuatro con Guille Cotugno como lateral derecho, Erick Cabaco y Agustín Ale de centrales, y Mauricio Zorrito Suárez como lateral izquierdo; al medio los pac-men, Nahitan Nández y Mauro Arambarri, y un poco más adelantados tres volantes como mediaspuntas: Facundo Castro, Gastón Pereiro y Rodrigo Amaral; arriba el hombre gol celeste: Franco Acosta.

El primer tiempo en general fue parejo. Uruguay intentó con ese juego asociado que proponen sus volantes, pero la trampa defensiva de los cafeteros funcionó bien. Como respuesta, Colombia siempre intentó rápido y proyectando sus laterales o con pelotas largas para Rafael Borré, el punta más adelantado. Así inquietó a la defensa celeste un par de veces, con Luis Orejuela como protagonista, aunque una de las veces Cabaco se la regaló en un mal despeje que dejó al fondo de Uruguay expuesto dos contra dos.

Resuelta la seguridad defensiva, la celeste intentó buscar con sus planes de ataque. Pereiro fue bien contenido, y eso, irremediablemente, se tradujo en falta de claridad para la opción 1. El plan 2 fueron las pelotas detenidas, y justamente de una casi estuvo la apertura, cuando Arambarri apareció por el segundo palo pero le quedó arriba.

Presión celeste de arranque para el segundo tiempo y con ella las dos primeras claras en los pies de Amaral; la primera se le escapó por debajo del zapato, la segunda la tapó la inmensidad del arquero Álvaro Montero.

A los 12 el violeta Facu Castro se interna de la punta al medio, la cede y Franco Acosta tira un pase de chilena para que Pereiro la baje, se tome el tiempo, apunte y tire cruzado; Montero dijo que no otra vez con una excelente atajada. Y ésa era la causa del 0-0, porque la zaga uruguaya no pasó mayores problemas.

Las propuestas de atacar siguieron y se centraron en la banda derecha. Poco a poco Castro, el pibe de Defensor Sporting, se fue convirtiendo en figura. En comunión con Acosta crearon varias situaciones de peligro, pero la gran mayoría terminó con falta de los colombianos y tiros libres para los nuestros. Al contrario que en otros partidos, en varias pelotas detenidas, a los gurises de Coito les faltó precisión en pies y cabezas.

Cuando quedaban 15 minutos entró Jaime Báez por Pereiro - al que desgastaron con marca pegadiza - y la cosa siguió igual: Uruguay yendo y yendo. Ellos tuvieron una y, cuando no, Guruceaga la bloqueó bien. Increíble fue el palazo que metió Báez cuando nadie de ellos la sacaba en el corazón del área. No comprendí la impaciencia de la hinchada uruguaya ante un equipo que hizo todo menos el gol. ¿La última del Zorrito? No iba a entrar y era verdad. Mala suerte.