Cuando todavía estaba en el aire la sorpresa de la tribuna Ghierra vacía por un lado y con apretadísimos 600 dale dale bo ubicados en la cabecera de Julio Herrera y Reissig, y mientras los periodistas que debieron asumir la jornada carnavalera, mas no para fungir como críticos de Momo, sino para laburar en el feriado turístico, trataban de desentrañar si alguna vez dos hermanos centrodelanteros se habían enfrentado (los Alonso, hasta ayer, nunca; los Da Silva, tal vez, en el cierre de la carrera del Polilla grande), ya Matías, el Alonso de la viola, había tenido el gol en su cabeza. Recién había arrancado el partido y este nuevo Defensor Sporting, el de Mauricio Larriera, ya marcaba diferencias sostenidas por un incipiente perfil de equipo seguro, con buen trato de pelota e incisivo. Con Martín Campaña en el arco; Emilio Zeballos, Andrés Scotti, Mario Risso y Robert Herrera como sólida línea final; Federico Gino y Mathías Cardacio combatiendo en la mitad de la cancha; Adrián Luna, Nicolás Olivera y Brian Lozano como eximios creadores; y Matías Alonso como punta, la viola se instaló con el predominio en el campo.
Nacional, adormilado por el trauma de la eliminación de la Copa Libertadores, se mostró incómodo en la primera mitad de los 45 minutos iniciales, y apenas si pudo sacarse a Defensor de encima cortando con faltas en su campo. Álvaro Gutiérrez, el director técnico tricolor, eligió a Jorge Bava, que debió sustituir en el arco a Gustavo Munúa, que sufre una molestia en su hombro desde el partido en Santiago de Chile frente a Palestino; Santiago Romero, José Aja, Diego Polenta y Juan Manuel Díaz estuvieron en la línea final; Diego Arismendi y Gonzalo Porras fueron los recuperadores del mediocampo; Sebastián Fernández, Gastón Pereiro y Carlos de Pena protagonizaron la avanzada; y, al igual que su hermano menor enfrente, Iván Alonso fue el punta.
Aquel presagio de dominación absoluta del equipo lúcidamente liderado desde la repentización y calidad de Nicolás Olivera, con sus asistencias espontáneas e inesperadas, se fue diluyendo ante la inercia de los movimientos con aspiración permanente de triunfo de Nacional. No lo hacían bien pero lo hacían, y ollazo va, ollazo viene, se fueron arrimando a Campaña. Y fue por abajo, triangulando, en la única linda que hizo el equipo del Parque Central, que Iván Alonso quedó frente al olímpico Campaña, que con seguridad evitó el gol inicial.
Entrando en Campaña
Fue bien distinto el inicio de la segunda parte, con Nacional más grande, mucho más pujante, aunque con el mismo Martín Campaña en el arco defensorista. Tuvo dos atajadas trascendentes que le permitieron mantener el cero. El juego se puso bueno, estimulante, lindo de ver, a pesar de la ausencia de goles que engordaran el marcador. Se proyectaban las posibilidades de ambos equipos en el partido, pero también para imaginar cuáles pueden ser sus desarrollos en el torneo que recién comenzó.
Las estructuras de juego siguieron sosteniendo los colectivos, pero las individualidades aparecieron nítidamente del lado tricolor, con la capacidad de Alonso y el sostén defensivo de Porras y Arismendi en la recuperación de la pelota y en el juego. Sebastián Fernández fue sustituido junto con Carlitos de Pena, que también aparecía con peligro.
Olivera tocó muchísimo menos la pelota en el segundo tiempo, y eso resintió seriamente las posibilidades de desequilibrio violeta. Aun así, la viola contó con un par de claras opciones que no encontraron un final feliz para el arachán Federico Gino Acevedo. Con el Chino Álvaro Recoba en la cancha -el otro que entró fue Bueno-, Nacional encontró la vía del pase justo y largo.
El jovencito Lozano, un nuevo modelo de Giorgian de Arrascaeta, también tuvo su destaque a lo largo del juego y dio posibilidades creativas para los violetas.
El final del juego, como casi toda la línea de evolución del partido, encontró a ambos contendientes en la alternancia de esa latencia de poder convertir, y ahí casi que era ganar, pero ninguna de las estructuras ofensivas pudo romper el cero. Como evaluó Gutiérrez al final del partido, un empate es mejor que una derrota pero es peor que una victoria, aunque es el justo final de una competencia de mucha paridad. El desarrollo del torneo dirá de la importancia de este punto. Por lo pronto, los tricolores siguen con esa amplísima diferencia de 11 puntos en la tabla anual sobre el resto de los equipos, más aun porque Racing perdió.