Es cuestión de honor darle al hombre lo que vale su sudor. El conjunto uruguayo jugó bien, más allá de que el resultado lo muestra sin nada. Fue una buena demostración de audacia y personalidad, pero en el fútbol, como en todo juego, perder es una posibilidad. Con un primer tiempo jugado con confianza, Danubio se tiró en el segundo a ganar. Lógico. Y parecía que sí, pero las certezas duraron un rato. La realidad es cambiante, y diez minutos le valieron a Corinthians para meter dos goles y liquidar el pleito con los goles de Paolo Guerrero y Felipe.

Las razones deportivas fueron varias, pero la más contundente fue la efectividad. Aunque generó situaciones, Danubio no supo concretarlas. El Timão, bastante entreverado en su desarrollo por obra de la defensa danubiana, cuando logró claridad con la guinda la mandó a guardar. En definitiva, es un resultado que aleja las posibilidades de seguir en carrera al campeón del fútbol uruguayo, mientras que los paulistas son cómodos líderes y aún no han recibido goles.

Hoy juegan en Brasil San Pablo y San Lorenzo de Almagro, partido con el que se cerrará la primera rueda del grupo 2. Hasta el momento la tabla quedó con Corinthians arriba con 9 unidades, los dos que se enfrentan hoy suman 3, y cierra Danubio sin unidades. La próxima jornada se repetirán los cruces, con localías alternadas: la franja jugará en el Arena Corinthians y el cuervo argentino será local ante el tricolor paulista.

Un osado, Leo Ramos. Paró a su equipo con Franco Torgnascioli en el arco y por delante una línea de tres con Cristian González, Matías de los Santos y Federico Ricca. La intención fue manifiesta desde el inicio del partido: poblar y ganar la mitad de la cancha. Matías Velázquez fue por la derecha, Fabricio Formiliano y Nicolás Milesi al centro y Leandro Sosa por la izquierda, y junto a Marcelo Tabárez, en función de creador, armaron el juego desde atrás y hacia adelante. Matías Castro y Bruno Fornaroli, puntas de memoria en la formación copera de Danubio, jugaron como delanteros netos. Más allá del carácter geométrico del 1-3-5-2 de la franja, lo interesante estuvo en el relacionamiento de los jugadores entre sí. De eso se trató.

Los uruguayos ocuparon de buena forma el ancho de la cancha y complicaron la subida de los laterales. Por el centro, la marca sobre Renato y Jadson volvió imprecisos a los brasucas: salvo por escasos minutos en los que hubo muchos toques, no lograron acercarse al arco danubiano. Quizá la contrapartida en los primeros 45 minutos fue la generación de jugadas de gol de Danubio. La soledad de Tabárez no pudo darle sentido a la elaboración, aunque las más interesantes salieron de sus pies: pases profundos para Leandro Sosa y Jorge Graví, que ingresó por la temprana lesión de Velázquez. No obstante, los centros fueron sacados por los lungos defensores del Timão.

La misma tónica se repitió en los 15 primeros minutos del segundo tiempo. Danubio se transformó en vertical hacia el arco del enorme -por grandote- Cássio, y con tiros desde fuera del área insinuó sus planes. Eso sí: la vocación un poco más atacante de la franja abrió el partido por razones lógicas de espacio. Eso le dio cierta soltura a Corinthians, que tuvo sus chances. La primera fue el penal. De los Santos midió mal y enganchó a Elías. Pateó el capitán Renato, que tiró la pelota espantosamente afuera. Es caprichoso el azar: minutos después, la rotaron con paciencia, de izquierda a derecha, y el centro lo ganó con carpeta y excelsa técnica el peruano Paolo Guerrero, que después dijo que los uruguayos pegan muchas partadas en general, y puso el 1-0.

Las respuestas de Danubio llegaron con los cambios. Nachito González como enlace y Gonzalo Barreto como tercera punta se sumaron a Sosa, que fue un permanente azote por la izquierda. Entre esos nombres estuvo el empate: centro de Sosa, cabezazo de Barreto, y no llegó, de palomita, el argentino Matías Castro. Para colmo, luego vino el cocazo del zaguero brasileño después de un tiro libre-centro de pierna derecha desde la izquierda, y el 2-0 dio la sensación de final del juego. En los descuentos el lindo gol del olimareño Gonzalo Barreto, con una jugada personal, dio el 2-1.

Las diferencias, que eran y serán muchas, se notaron mucho menos de lo que revelan los números y los puntos. Claro que con eso no alcanza, y Danubio, con tres derrotas en otras tantas presentaciones, parece estar muy lejos de cualquier posibilidad de clasificación.