El sábado a eso de las seis, Leodán González pitaba para terminar el partido y en una punta de la América resonaba un añoso coro de gargantas buzonas. Un puñado de señores de campera beige a la cintura, dueños de recuerdos de cuando los equipos se recitaban de memoria, establecía una conexión kilométrica con la hinchada de Atenas de San Carlos. Es que el 1-0 de la IASA ante Peñarol terminó con el invicto carbonero y transformó a los carolinos en potenciales líderes en exclusiva: para eso deberán derrotar a Rampla Juniors en el partido que falta para completar la etapa, ése que aún no se fijó.

El argentino Ángel Luna hizo un gol en el sentido más amplio de la expresión. Le robó la pelota a Rodales contra una banda, metió la diagonal hacia el área y definió notablemente ante Pablo Migliore. Generosos, los zagueros de Peñarol se imaginaron que la jugada podía terminar con tan linda definición y lo dejaron hacer. El anotador tiene el don del traslado y la definición. Es clave en el equipo de Vivaldo, de recursos limitados pero apego por la disciplina táctica y el buen trato de la pelota. Gracias a esos atributos, disimuló con eficacia la inferioridad numérica que arrastró durante más de media hora, desde que salió expulsado el mismo que hizo el gol. Sí: ese grito de los veteranos vecinos de General Flores también tuvo una nota épica.

La IASA supo quitarle la efervescencia a Peñarol. Urretaviscaya abrió el partido con esas corridas que lo sitúan en la frontera entre el futbolista y el corredor. A lo Gradín. Por la zurda, metió diagonales peligrosas, forzó una jugada lindante con el penal y tiró un buscapié defendido providencialmente en el área chica. Al que no puede reprochársele lentitud en la toma de decisiones es a Bengoechea. Lo mismo con la audacia. Pragmático, el Profe abrió el complemento con línea de tres tras sacar a Rodales y colocar a Leyes, para quedar con dos delanteros de área. Antes, desde el gol, había cambiado el inicial 4-1-4-1 por un 4-3-3, que más tarde abandonaría. Como aquella vedette que prometía sacarse la tanguita después de la tandita, siguió desvistiéndose cuando intentó ensanchar el frente de ataque con Facu Rodríguez y sacó a Sandoval, el único volante netamente marcador. Aguiar y hasta Pacheco se sacrificaron en el medio. El Japo ocupó más puestos que María Julia con Tabaré: arrancó de ocho, pasó a la zurda y terminó de zaguero izquierdo cuando Hernán Novick entró por Gianni Rodríguez.

Vivaldo se apoyó en la incomodidad ajena e hizo su juego con las cartas vistas, apelando a tres cambios luego de que Peñarol quemara todas sus variantes. Modificó el sistema y armó dos líneas de cuatro al quedar con diez. La imagen de la resistencia naranja y la impotencia aurinegra fue una peligrosa filtración de Urreta que terminó con un increíble error del delantero, al ejecutar mal un buscapié que parecía condenado al gol. El campanazo se festejó en San Carlos, como si la añeja catedral que vigila la plaza fuese una sinagoga metida en Villa Muñoz.

Detalles

Sud América (1): Irazún (antibalas); Maxi Pereiro, E Martínez (habla) y Alsina; Perujo, F Arismendi (llega), G Díaz (83’ Yantorno), Pellejero y Argachá (debió irse expulsado) (89’ Mauri Alonso); y Franco (76’ Colman) y Luna. DT: Jorge Vivaldo.

Peñarol (0): Migliore; Rodales (una mala) (56’ Leyes) (luchó: tres en el fondo), Valdez, Mac Eachen y Gianni Rodríguez (68’ H Novick) (Japo a la defensa); Sandoval (46’ Facundo Rodríguez); Japo Rodríguez, Pacheco, Aguiar y Urretaviscaya (no culminó); y Zalayeta. DT: Pablo Bengoechea.

Gol: 11’ Luna (SA).

Exp: 57’ Luna (SA).