Carlos Oyarzún ganó la 72a Vuelta Ciclista del Uruguay. Como nunca en la historia de la carrera ciclística por etapas más vieja de Sudamérica, un pedalista chileno alzó los brazos de la victoria. Carlos Oyarzún fue una flecha en la etapa contrarreloj corrida en la ciudad de Fray Bentos: le arrebató la malla oro al brasileño William Chiarello, de Dataro Ciclismo, quien había liderado la competencia desde el día uno, y nadie más lo alcanzó. El defensor de la selección nacional de Chile clavó en los 22,300 kilómetros de contra un tiempo de 26 minutos y 45 segundos; un promedio arriba de la chiva de 50 kilómetros, por ahora. Esa novena y penúltima etapa de la vuelta le valió el título y el pasaporte a la inmortal historia de los ganadores. El domingo, en la última etapa, supo meterse en el grupo que terminó en punta y no sufrió intentos certeros de fuga. Controló y le controlaron los suyos, porque la diferencia sobre Chiarello eran siete segundos y el sprint final aseguraba diez para el ganador. Ganó el Piojo Presa, y el chileno, loco de contento.

De Oyarzún hay mucho para hablar. Nadie duda en decir que es el mejor ciclista chileno de todos los tiempos. La vitrina de sus éxitos deportivos es vasta y se divide entre títulos internacionales y grandes carreras mundiales. Fue campeón panamericano en Aguascalientes en 2010 y en Zacatecas en 2013, siempre en crono, además de obtener una medalla de bronce en los Panamericanos de Guadalajara 2013. El crono es su especialidad, está claro, y comentó ayer que la apuesta es estar y ganar en los Juegos Olímpicos de Río 2016. Cuando corrió en instancias de grupo fue vencedor en la Vuelta de Lugo (España) y también en el Tour de Belice, en 2008. Tres años después cumplió un sueño personal: correr el Giro de Italia en el Movistar Team español.