El Tribunal de Disciplina de la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) se expresó el sábado ante los hechos ocurridos en el partido de vuelta de octavos de final entre Boca Juniors y River Plate, que se estaba jugando en La Bombonera. En la ida, River había derrotado a su tradicional rival 1-0, con anotación de Carlos Sánchez. En el encuentro de vuelta, que definiría la clasificación de un equipo a cuartos de final, el primer tiempo transcurrió con normalidad y se fueron al vestuario 0-0, pero la noche nos tenía preparada una ingrata sorpresa. Con los futbolistas de Boca ya en la cancha, entre ellos el uruguayo Nicolás Lodeiro, los jugadores de River estaban por salir al campo de juego desde el túnel cuando fueron atacados con gas pimienta, quedando así imposibilitados para seguir jugando el partido, algo que se decidió recién dos horas después de tires y aflojes entre periodistas, dirigentes, entrenadores y futbolistas, los realmente perjudicados. La decisión de la Conmebol, como si se le hubiera dado por homenajear las viejas cámaras ocultas noventosas de Videomatch, es leve, casi un “siga siga” del juez; un chiste. Boca Juniors fue descalificado en la competición -algo esperable-, pero no en futuras competiciones internacionales. Al club xeneize se le impuso una sanción “consistente en jugar sus próximos cuatro partidos como local en competiciones oficiales organizadas por la Conmebol a puerta cerrada”. Se le prohíbe a Boca la venta de entradas para sus hinchas para los próximos cuatro encuentros que dispute a nivel internacional como visitante, y la multa que deberá pagar el club es de 200.000 dólares, monto que será debitado automáticamente del dinero que se recibe en concepto de derechos de televisión o patrocinio. Como si fuera poco, el abogado que representa a Boca dijo: “Vamos a agotar los recursos disponibles para que se jueguen los 45 minutos que restan ante River”. Uno que sepamos todos.