Ya pasó. La IASA le dijo adiós a la angustia de pelear por no bajar porque derrotó a Danubio 1-0 y las matemáticas le dieron la bendición de la permanencia. Ahora espera el milagro de la clasificación a una copa internacional, objetivo lindo pero demasiado difícil, que también se le complicó a Danubio. El resultado de ayer silenció Jardines. Además de estar momentáneamente afuera de la Sudamericana, el equipo de Ramos quedó cuatro puntos abajo del líder Peñarol en un Clausura que parece escapársele, situación que vuelve poco probable que llegue a una Libertadores que ayer seguía estando a la mano.

La franja jugaba mejor que la IASA cuando Ángel Luna y Gastón Colman se juntaron. Promediaba el complemento. Manejó el argentino, que descargó para el delantero anotador del gol decisivo. Tuvo la virtud de encontrar una llave más codiciada que la que abría el cofre de Soldán en Feliz domingo: la que abrió el arco normalmente hermético de Franco Torgnascioli, gran arquero al que dejó por el camino para rematar desde cierta distancia y con red a la vista.

El gol lo cambió todo. Danubio, al que le había costado calentar el motor, perdió la serenidad que le permitió empujar a Sud América contra su arco. Poco antes del 1-0, Irazún se había mandado la atajada de la fecha al negarle un gol con un pie a Bruno Fornaroli, tras una gran jugada entre el salteño y Hamilton Pereira. Ya encaminado a ser figura de la cancha, tuvo tiempo para jugarse la ropa contra el ingresado Matías Castro, al que le frustró un cabezazo en paloma.

El argentino franjeado fue uno de los dos delanteros que Leo Ramos mandó desde el banco, cuando empezó a sentir que el Clausura se le iba. Más tarde entró Gonzalo Barreto y su equipo acumuló cuatro atacantes. Paradoja y cornetita: en ese lapso no tuvo una sola jugada clara dentro del área. Uno de los que salieron fue Ignacio González, que tuvo una mala tarde por excederse en el traslado. Por la derecha, el reaparecido Emiliano Pessoa fue de lo más peligroso cancha arriba.

Sería imposible perforar a la línea de cinco que armó Jorge Vivaldo, que además no dudó en sacar a Luna para reforzar el medio con Arismendi, ni bien pasó a ganar. Diga que la IASA ya no organiza aquellos bailes. Si no, daba para arrancar para Yatay al grito de “va pa’í”.