A los 79 años de edad y con 40 años en la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA), el suizo encontró su trono tal como lo dejó. Quizá, un tanto corrido de lugar, apenas con un poco de tierra encima; nada que no se borre de un plumerazo. Sólo le costó una vuelta eleccionaria más: en primera ronda, Blatter obtuvo 133 votos contra 70 que alcanzó su único contrincante, el príncipe de Jordania, Ali bin Hussein. Hubo tres votos nulos. Como el ganador necesitaba dos tercios en esa primera instancia, correspondía hacer una segunda vuelta, en la que se decidiría el presidente por mayoría. El príncipe Ali, que tanto ruido hizo para presentarse como la renovación, pero, a su vez, era uno de los vicepresidentes de la misma organización corrompida y sobornada, no quiso saber de derrotas y retiró su candidatura antes de esa segunda vuelta.

Nada de extrañar. Cuando los planteos de aplazar las elecciones no prosperaron, se sabía que el 65º Congreso de la FIFA iba a dar la misma foto: Blatter, con cara de abuelo cariñoso, juntando sus palmas como si fuera un papa y saludándonos a todos. Como si las detenciones y las acusaciones de corrupción por parte del Departamento de Justicia y el FBI fueran sobre otra organización, no sobre la que él preside. Algo de encrucijada quedó para el futuro. Por un lado, la UEFA plantó cara de disconformidad -los europeos llegaron a pedir que Blatter renunciara-; será interesante ver cómo se mueven las piezas en el futuro ajedrez. Por otro, la Justicia estadounidense promete que “esto recién empieza”; a ver si es verdad.

Blatter, sin ruborizarse, declaró algunas perlitas durante el fin de semana. “Asumiré la responsabilidad por esta tormenta, pero la compartiré con el Comité Ejecutivo, que se ha reunido hoy, porque quien tiene que asumir esta responsabilidad es el gobierno. Y este gobierno es elegido por las confederaciones. No obstante, asumiré esta responsabilidad: ya lo dije en el Congreso, y vuelvo a decirlo aquí”, dijo al ser entrevistado en Zúrich. Además, manifestó: “Si alguien está investigando, tienen todo el derecho a hacerlo. Y si lo hacen correctamente y bien, como debe ser, no me preocupa absolutamente nada. No estoy nada preocupado por mi persona”. En fin. El tipo es tan impermeable como petulante.

Temas de agenda

El discurso de reasunción de Blatter transitó por lugares políticamente correctos: supervisar el desarrollo del fútbol en Palestina, luchar contra el racismo y la discriminación, desarrollar aun más el fútbol femenino, solucionar asuntos relacionados con la propiedad de los derechos económicos de futbolistas por parte de terceros, promover la salud en el fútbol, y prevenir y cambiar los procesos de la Comisión de Auditoría y Conformidad, para impulsar y respaldar la implantación de estructuras transparentes y responsables.

Pero lo que más importaba por estas zonas era la chacrita propia: Blatter confirmó, luego de asumir, que la Conmebol mantendría las cuatro plazas y media para el Mundial de Rusia 2018. Los cupos quedaron distribuidos como hasta ahora: Europa, 13 selecciones, más Rusia, como anfitrión; África, cinco equipos; Asia, cuatro y medio -esa media plaza la peleará con Oceanía, que quedó en 0,5-; Sudamérica, cuatro y medio; y Norteamérica, Centroamérica y el Caribe, tres y medio; precisamente, entre la Concacaf y la Conmebol será el otro repechaje. La media plaza que queda para el quinto en la competición en Sudamérica no nos es para nada ajena a los uruguayos dado que desde que se instaló este sistema de disputa que incluye dos ruedas de todos contra todos en la Conmebol, Uruguay siempre ha sido el protagonista de la repesca y mediante esa disputa, una vez ante Australia, otra ante Costa Rica y la última ante Jordania, ha llegado a la fase final de los Mundiales. También así los australianos nos eliminaron del Mundial de Alemania 2006.

Graduado en 1959 en Comercio y Economía Política en la Escuela de Altos Estudios Comerciales de la Universidad de Lausanne, Joseph Blatter fue secretario general de la Federación Suiza de Hockey sobre Hielo (1964-1966) y estuvo involucrado en la organización de los Juegos Olímpicos de 1972 y 1976. Un año antes, en 1975, João Havelange lo convidó con su torta: lo hizo director de los Programas de Desarrollo de la FIFA; y en 1981 pasó a ser secretario general. Cumplirá su quinto mandato en la presidencia, ésa a la que llegó en 1998 para ser el octavo máximo mandatario en la historia de la FIFA. Lo precedieron Havelange (1974-1998), los ingleses Stanley Rous (1961-1974) y Arthur Drewry (1956-1961), el belga Rodolphe Seeldrayers (1954-1956), el francés Jules Rimet (1920-1954), el inglés Daniel Burley Woolfall (1906-1918) y el primero: el francés Robert Guérin (1904-1906 ).