Es complejo el universo de los medios de comunicación y su construcción de la realidad. Unos señores y/o señoras que se paran ante una cámara, ponen la boca frente al micrófono o teclean rápidamente ante sus ordenadores personales, tan rápido como escriben con sus dos pulgares en los smartphones, y nosotros, sus receptores, comemos o devolvemos esa comida.

Hay formas de hacerlo más espectaculares, más “aporteñadas”, como si el fútbol fuese parte de un show business que no reconozco -acá en Chile hay mucha influencia del modelo argentino-, y otras más serias, más pensadas, más en procura del conocimiento y de la información.

Ya el Uruguay-Chile de mañana es parte del paquete que llevamos inoculados a presión los que caminamos por estas calles, los que nos paramos frente a estos televisores, los que leemos sus diarios y sus portales.

No estaría mal si se tratara de una recopilación de fundamentadas informaciones y opiniones. Pero, claro, son cualquiera, y entonces te vas quedando sin ganas de seguir consumiendo eso y de salir del sistema. Pero estoy trabajando, entonces fundamentalmente debo tratar de saber, razonar e informar cómo va a jugar Uruguay; debo saber también de los chilenos, que parecen estacionados en los 70 o en los 80, los únicos períodos del fútbol celeste que identifico con niveles de violencia superiores a los de su juego. Entonces, desde la radio, la tele y los diarios hacen el juego del bueno y el malo, y todos los comentaristas se transforman en Maestros Tabárez, en Josemas, en Cachas y en Tatas, y salís de ahí lleno de machucones, de puntines para afuera y de cabezazos, todos cabezazos. Le debemos a esta gente ese nuevo perfil de futbolista a los cabezazos, lo que seguramente derivará en tres o cuatro yoruguas en cada club de la B inglesa, la divisional en la que aún se sigue jugando fútbol inglés, y no en la Premier League de la Organización de las Naciones Unidas. Recopilan antecedentes, y siguen a los ollazos y a los líos. Puro bullying.

A todo esto, y frente a tal ensoñación de que somos el equipo con mejor juego aéreo del mundo, pero que sólo se concibe mediante ollazos o córners, uno pierde noción de la realidad. Entonces, al razonar acerca de cómo se armará el equipo para mañana y cuál será la estrategia, uno queda contaminado, poluído, y no utiliza correctamente la sesera como para proyectar cuál será realmente la oncena que pondrá Tabárez mañana.

Hay un hecho irremediable: la ausencia de Álvaro Palito Pereira, que al haber acumulado dos tarjetas amarillas no podrá estar mañana en el Nacional santiaguino. Como la práctica de ayer en La Serena, la última en Los Llanos, no era abierta a la prensa, contamos con escasos elementos para esbozar una oncena y una línea táctico-estratégica. Otros periodistas, que seguramente son más sagaces que quien escribe, llegan a la certeza de que Jorge Fucile ocupará esa plaza de lateral izquierdo, algo que parece verosímil si se tiene en cuenta que el actual jugador de Nacional ha tenido sus mejores momentos en la selección marcando en ese andarivel. Por otra parte, como vuelve Diego Godín, seguramente Sebastián Coates, que el sábado lo sustituyó correctamente, será el que salga, y el equipo jugará con línea de cuatro. Es posible que haya cuatro más en el medio con la vuelta del Cebolla Cristian Rodríguez por la izquierda, por lo que quedarían Carlos Sánchez, Álvaro Tata González, Egidio Arévalo Ríos y el Cebolla. Más arriba, de delanteros netos, jugarían Diego Rolan y Edinson Cavani. Es posible que así sea, en detrimento de jugar con línea de tres, para no quedar mano a mano con los hipotéticos tres delanteros que Jorge Sampaoli haga alinear para Chile.

Tal vez hoy haya alguna pista más, ya que Tabárez, junto con alguno de sus futbolistas que anoche viajaron desde La Serena a Santiago, brindará la conferencia de prensa obligatoria durante la visita de los seleccionados al estadio Nacional, el escenario donde mañana a las 20.30 se jugará el primer partido de cuartos de final de la Copa América.