-¿Cómo evaluás la experiencia en Kosovo?

-Nunca nos habíamos enfrentado a selecciones europeas. Para todos nosotros es la primera vez que nos tocó jugar contra países de aquel continente. El aspecto negativo es que no fuimos con el equipo completo. Nos faltaron cinco jugadores de los que van a estar en Toronto, porque el torneo fue sub 30. Ellos se quedaron acá entrenando menos y con el equipo dividido. Como preparación para los Panamericanos estuvo buenísimo, pero no para el equipo completo.

-¿Qué esperan para estos Juegos Panamericanos?

-Nosotros nos sentimos muy positivos porque en los papeles tenemos la serie más fácil con Brasil, República Dominicana y Canadá. Supuestamente, República Dominicana y Canadá serían partidos accesibles. Del otro lado tenés a Chile, Cuba y Puerto Rico, que son tres de los más complicados, y a Argentina.

El primer partido con República Dominicana es decisivo. Si perdemos, quedamos casi afuera, porque a Brasil es muy difícil ganarle. Brasil y Argentina ya están casi a nivel europeo y lo demostraron en el Mundial, en el que los dos pasaron de grupo.

-¿Cuál es la importancia de este torneo?

-Si terminamos en la tercera ubicación, jugamos el repechaje para los Juegos Olímpicos. Este año hay dos plazas, como siempre, pero como Brasil es local ya está clasificado, y si llegan a la final, esa segunda plaza se trasladará al que consiga la medalla de bronce. A menos que pase algo muy raro, la final la van a jugar Argentina y Brasil, y eso todos lo sabemos. No apuntamos a quedar primeros o segundos, pero, en ese caso, el tercero jugará el repechaje para Río 2016 contra Alemania. No creo que consigamos ganarle al sexto mejor de Europa, pero no importa. Es la posibilidad de ir a pelear por la clasificación y acumular la experiencia de un partido más a tan alto nivel. Si se da todo como queremos, vamos a tener en Toronto la revancha contra Chile. Se espera que ellos queden segundos en su grupo y nos crucemos de vuelta por el tercer puesto. En el Panamericano Senior nos ganaron en la hora y nos dejaron afuera del Mundial.

Creo que lo tomamos como algo muy importante. En el camino a los Juegos Olímpicos, esta vez tenemos la chance de llegar a lo más alto que podemos alcanzar y pelear por un lugar en Río 2016. Nosotros nos tenemos confianza. Nos fue bien en Kosovo y estamos contentos.

-¿Cuánto te ayudó tu experiencia en España la pasada temporada?

-Muchísimo. Por el simple hecho de jugar contra gente que no te conoce. Yo, allá, enfrentaba todos los sábados a un equipo distinto de los 16 que integraban mi grupo. Hay 98 equipos en la liga. No repetís partidos contra nadie. Acá jugás en el mismo mes partidos contra los mismos equipos, y ya todo el mundo te conoce. Hay cosas que acá sabés hacer y no te salen, porque te conocen y te defienden. Eso te ayuda a ser más variado, pero a nivel de selección no jugás todo el tiempo contra los mismos. Habrás jugado una o dos veces, y visto algún video, pero no podés adivinar qué va a hacer un rival. Nuestra selección es muy joven. La mitad tenemos entre 20 y 23 años. Jugar acá siempre contra los mismos no te da un salto de calidad como te da jugar en Brasil, Italia o España.

-¿La presión de ser un profesional ayuda a dar ese salto de calidad?

-Obviamente, adquirís un enfoque distinto. Te empezás a preocupar por el hecho de que te están pagando por eso. Estoy viviendo para esto, tengo que hacer las pesas, tengo que entrenar y esforzarme. Para ellos es muy fácil; si no les gustás, vas para afuera. No es como acá, que si tenés malos partidos no pasa nada y seguís jugando. Allá tenés cuatro malos partidos y al quinto no entrás a la cancha. Matate entrenando o no vas a jugar.

A mí me pasaba en España que el técnico nos gritaba muchísimo. Era algo que ninguno de los jugadores había vivido antes. A las tres semanas me quería ir. De a poquito fui agarrando juego y me adapté. También conversando con Manuel Adler [golero de la selección], que estuvo en la primera de Italia, notamos una diferencia. Mi equipo, que era de tercera y más joven, tenía el perfil de querer formar jugadores. El de él exigía rendimiento. No te iban a hacer mejorar. Buscaban que hicieras lo que te pagaron para hacer. No le pagan a un tipo para que llegue con la mentalidad de que en tres años va a ser un buen jugador.

-Y en Uruguay no existe esa exigencia.

-El Alemán tiene otros fines porque es un colegio. Creo que haber jugado al básquetbol en Trouville desde sub 11 hasta sub 20 fue fundamental en mi carrera. Fundamental por cómo ve el entrenamiento un equipo de básquetbol que trabaja para sacar jugadores. Tenés esa visión de entrenar en serio para no perder el puesto, de que haya citación para los partidos. Recuerdo que el entrenamiento físico me ayudó mucho en cuanto a salto y velocidad para el handball. Es más tirando a lo profesional, y eso te cambia la visión de lo que es el deporte. En una etapa, entrenaba todos los días ambos deportes, y eso a los dos años se empezó a notar. Después de que viviste el entrenamiento profesional y sabés lo que es, lo incorporás. Trabajás al máximo siempre.

-¿Tu idea a futuro es seguir jugando afuera? ¿Qué planes tenés?

El tema del handball es muy complejo. Yo volví y no estoy jugando porque para volver a jugar acá tengo que pagar 1.800 dólares de mi pase. Nunca le voy a pedir al Colegio Alemán que me lo pague, porque es mi pase. Yo me quise ir y yo quiero volver. Pero me voy seis meses para crecer, mejorar o lo que sea, vuelvo y no puedo jugar. Ahora estoy en una liga amateur para no parar. Si los pago y el año que viene me voy de nuevo por seis meses, cuando vuelva los tengo que pagar nuevamente. Para ir a España lo paga el club, pero acá no lo paga nadie. Entonces estoy viendo qué pasa. Hoy por hoy, la idea es quedarme, terminar la facultad en dos años y después empezar a ver.

-Y después de dos años acá, ¿pensás que podés volver a salir?

-Siempre es un riesgo, pero soy chico. Tengo 21 años y, suponiendo que siga bien y mi nivel no baje, no sé si podré conseguir un equipo de primera o segunda, pero por lo menos al nivel que estaba puedo ir. El otro tema es saber si vale la pena irse o no. Imaginate que yo me quedo ocho años y vuelvo. ¿Qué hago acá con 29 años? Sin haber ahorrado una plata para el resto de mi vida, como hace un jugador de fútbol. Si fuese básquetbol, yo sé que me voy y vuelvo a jugar en un equipo profesional de Liga Uruguaya, cobrando. En el handball no. Cuando volvés nadie te paga. Argentina, por ejemplo, tiene becas para traer de vuelta a los que se fueron. Les mantienen el sueldo por estar en la selección. Entonces pueden volver, sin dejar de ganar el dinero que cobraban en Europa. Pero acá te preguntás qué rinde más. Yo tengo dos trabajos, familia y novia. Todavía no me puse a pensar, ni tuve una oferta clara como para tomar la decisión.

-¿Cómo imaginás tu vida después del handball?

-Yo creo que no va a existir un después del handball. Como estoy estudiando Educación Física, voy a seguir muy ligado a este deporte. Ahora estamos empezando un proyecto con Trouville de escuelitas de handball, y me gustaría empezar a mover la parte formativa. Me gustaría hacer lo que no puedo como jugador: cambiar un poco las cosas. Hacerlo como docente y desde abajo. Empezar a formar. Yo vi cómo se forma gente en España y en Italia y pude anotar cómo entrenan. Quiero ver si puedo hacer las cosas como yo creo que se hacen para sacar jugadores. En España tenía práctica a las ocho, pero iba al club a las cuatro y me quedaba anotando todas las prácticas de todas las categorías. Me traje cuatro cuadernos de ejercicios que cada tanto miro, repaso para qué servían y uso.