Aquellos lindos 90, los primeros, los del 3-0 en el estadio Franzini en el partido de ida, le dieron a la viola el pasaje a la siguiente fase de la Copa Sudamericana. Global de 3-2 para los uruguayos, y ahora, a esperar a mañana para conocer el próximo rival, que saldrá del cruce entre Universitario de Perú y Deportivo Anzoátegui de Venezuela (el equipo crema limeño ganó 3-1 en la ida, y la serie se define en Venezuela).

La tónica del partido jugado en el final de la tarde de ayer en La Paz fue la esperada. Si bien los dos goles de William Ferreira llegaron en la parte complementaria, desde el arranque se notó que la cosa iba a ser difícil para los violetas. Se teoriza mucho sobre los primeros 15 minutos en la altura. Es una concepción histórica y comprobada en la mayoría de los encuentros que juega algún equipo oriental en La Paz. No sólo es una buena teoría, sino que se comprobó ayer: si el primer ahogo es el más difícil de sobrellevar en condiciones normales, no hay que ser muy imaginativo para concluir que a 3.600 metros sobre el nivel del mar cuesta muchísimo más. Aparte, los equipos bolivianos lo tienen claro y siempre juegan teniendo en cuenta ese factor.

Ante numerosas intenciones de asedio, el violeta se paró seguro y puso un cerrojo defensivo que funcionó bien. El repliegue de Mauro Arambarri y Martín Rabuñal contra los zagueros ayudó a trancar el libre pase por la zona media. Junto a Martín Campaña, la tarea de Guillermo de los Santos y Andrés Scotti fue buena. El peligro de la academia boliviana siempre fue por afuera: con el correr de los minutos, crecieron Juan Callejón y Damián Lizio, y, con ellos, las chances claras de gol.

A los 22 minutos fue la primera del Bolívar. Juan Arce la tuvo en el área chica y Defensor Sporting se salvó por los pelos. Después el aluvión fue continuo, como para poner en cuestión aquello de los primeros 15 minutos. Por más que se planifique, la altura desafía toda ley de preparación premeditada. A los 26, Campaña se le tiró a los pies a William Ferreira, se la trancó, la pelota derivó para Lizio, Campaña se volvió a lanzar y la trabó de nuevo; fue el comienzo de una tremenda actuación del arquero uruguayo.

Unos minutos más tarde, el gallego Juan Callejón se escapó por las espaldas de Emilio Zeballos y pateó de puntín; la humanidad del arquero de la viola evitó el primero nuevamente. Y a los 38, cuándo no, una vez más Campaña tapó en vuelo, con la mano derecha, un tiro cruzado del ingresado Jaime Arrascaita. Así se fue el primer tiempo; Defensor tuvo algunos esporádicos contraataques, uno de los cuales pudo ser gol de Héctor Romário Acuña, pero nadie le avisó de la marca, se tomó demasiado tiempo y se la pelaron justo antes de que pateara.

Si fuera una crónica impersonal, los sinónimos saldrían de taquito: campo, misión, maniobra, período. Pero no, es una nota con nombre propio: Campaña, Martín. A todo lo que paró en el primer tiempo hay que agregarle un anticipo al cabezazo del Demoledor Carlos Tenorio a los 65, un mano a mano a Ferreira en el 71, una volada abajo ante otro cabezazo tras un córner, más muchísimos centros descolgados. Si hay un partido en el que un golero tiene que rendir es en la altura. Y una gran campaña fue la de Campaña.

En los goles no tuvo nada que hacer. El artiguense delantero ex Nacional se la llevó bien entre el hueco de la defensa del violeta y definió cruzado, casi que con el tobillo, y le cambió de palo al arquero. Luego, en el segundo tanto, hizo lo que pudo ante tanto rebote, previo a que el propio Ferreira la atropellara para el 2-0 final.

Hay mérito, y mucho, para el resto del equipo. Guille de los Santos fue un muro y el Trufa Sebastián Ariosa, un titán; Arambarri fue tres pac-man juntos y Felipe Rodríguez, un desahogo por ambas puntas ante tanto viento que sopló torcido.