Tras el triunfo 2-1 obtenido sobre Nacional de Florida en el Campus Municipal de Maldonado, San Carlos ganó la llave semifinal por goles convertidos de visitante. El resultado global es de 4-4 -allá en el Campeones Olímpicos floridense, había ganado el tricolor 3-2- y boletos para el albirrojo, que va por reeditar lo que consiguió hace dos años. Héctor Duarte y Pablo Patrón (en contra) hicieron los goles del ganador, mientras que Federico Sanner convirtió el de Nacional.

Hace siete días, los futboleros de ambos pueblos (y del resto también) se preguntaban cuánto podría incidir aquel gol que metió San Carlos sobre el final del partido de ida. Y fue todo ese 3-2, al menos analizando el partido bajo la arbitraria óptica de los goles y sus diferencias.

Es posible, sí, que la definición de la llave se centre en aquella anotación carolina en Florida con la que San Carlos encaró su partido de local con el comodín de los goles de visitante, pero también es seguro que los albirrojos no clasificaron como consecuencia de las desgracias de Nacional, sino por ser proactivos, seguros y valerosos en su juego, tanto en Florida como en Maldonado.

Es que en el medio pasaron cosas, muchas cosas. La más grande de todas ocurrió ayer, cuando Nacional, sobre la hora del primer tiempo, logró poner el 1-0 a su favor. Un rápido contragolpe, tal vez el único, hizo entrar como cuchillo caliente en la manteca al goleador tricolor Federico Sanner, que definió contra el palo y se llevó el croquis de la escala para el vestuario 2 del Campus. Antes, y como se verá después, San Carlos fue un vendaval sobre el arco del ayer reaparecido Damián Bermúdez. Las cuitas para los bolsos de San Cono empezaron justamente por ahí: al comienzo, casi, de la segunda parte, Bermúdez no aguantó más y debió abandonar el arco en camilla, y fue sustituido por Andrés Álvarez; a los minutos, dos amarillas de la nada en una misma acción en segundos se convirtieron en la roja para Rodrigo León.

Rebelde y empecinado, con un plantel que conserva la mayoría de aquellos campeones de 2013, los carolinos lograron dar vuelta la llave. Cuando faltaban 20 para el final del partido, Duarte empató las cosas, y así y todo no le alcanzaba. Pero siguieron, y al final encontraron lo que buscaban: desborde hasta el final de Emiliano Bernales, centro de la muerte. El que casi se muere fue el tricolor Pablo Patrón, que, en su interés de restar de cabeza, en palomita se la puso contra el palo. Con ese gol en contra, San Carlos igualó la serie, la diferencia de goles, sacó el comodín de aquellos goles de visitante y logró, una vez más, estar en la final.