Convencidas de una victoria danubiana, las redes de Capurro vinieron a enterarse tarde de que el partido terminó 2-1 a favor de Fénix. El sábado de tarde la pelota no tocó las del arco del oeste cuando Ignacio Pallas puso el 1-0, y no queda claro si el balón pasó la línea. Por su parte, la otra red no recibió impacto alguno tras el penal con el que Maximiliano Pérez marcó el segundo: Franco Torgnascioli estuvo a punto de atajarlo. El posterior descuento no evitó que los de la Curva acumulen tres derrotas corridas y envidien a un Fénix que ya sorprende por su campaña.

A veces, en los partidos pasan cosas sin que se las espere. Fénix era menos cuando Pallas marcó el 1-0 a los 39 minutos. Sin posesión, el equipo local jugaba cerca de su arco. Pero la casualidad y el trabajo táctico fueron parte de un cóctel sufrido por la visita. De un tiro libre preparado partió un pase de Maxi Pérez a Andrés Schettino. Éste pareció pifiar un remate que se transformó en habilitación de gol. Al rato, sensación parecida: Raúl Ferro le jugó un pleno al amor propio y, solito, se dio de bruces contra la defensa rival apenas comenzado el complemento. Forzó un penal. Pérez estiró la renta. “Circunstancias del juego”, le gusta decir a Óscar Washington Tabárez. Lo que no se puede planificar pero también incide.

Hasta el 1-0, Fénix no había tenido más que un tempranero remate de Leandro Zazpe, defendido entre Matías de los Santos y un caño. Ante la ausencia de Martín Ligüera, en el arranque los de Capurro sorprendieron con una inusitada triple punta, hija del ingreso del panameño Cecilio Waterman. Pero Danubio pareció domar el potro. Giovanni Zarfino casi hace el gol de la fecha con un remate que dio en un palo. Federico Ricca -¿cuándo no?- por poco anota de cabeza y Gonzalo Barreto estuvo cerca, también, pero recién lo logró a los 68 minutos. Cuando descontó, Danubio ya había formado un rombo, soltando al ingresado Carlos Grossmüller y abriendo al también suplente Marcelo Saracchi, en paralelo a Ignacio González. Creó más pero regaló el medio, donde Fabricio Formiliano se multiplicó entre lamentos por malograr un cabezazo que pudo ser de empate. Sin embargo, lució controlado Juan Manuel Olivera. Fénix estaba en su salsa: salió Ferro, que otra vez fue la figura, y cerró el medio con Mateo Carro y Rodrigo Rojo, que lideró contragolpes peligrosos mientras el equipo resignaba delanteros y blindaba una victoria inofensiva para esas redes que Danubio necesita tocar urgentemente para amortiguar la caída.