Un partido escenificado en el viejo Campeones Olímpicos de Florida fue inicialmente fiesta para unos cuantos miles propios y ajenos de la ciudad de la Piedra Alta, y terminó siendo sólo alegría para dos o tres decenas, también ajenas al pago, que terminaron festejando como victoria su empate 1-1 con Nacional. Con buen juego e inteligente propuesta, El Tanque Sisley bloqueó a Nacional y le empató un partido que fue bastante parejo.

En un marco teórico, sin el menor rigor analítico y con falaces hipótesis, el Nacional Gustavo Munúa, exageradamente cargado de responsabilidades estéticas y de propuesta ofensiva, no podía dejar puntos ante la oncena de un club de por lo menos irregular estructura y administrado por un mandamás que siempre parece al límite de lo permitido y de lo esperado para un club de Primera División. El Tanque Sisley de Freddy Varela -no los jugadores que se ponen la camiseta del club o los profesionales que lo dirigen técnicamente- siempre parece al borde del precipicio institucional deportivo, pero zurciendo futbolistas que vienen de aquí y de allá, con expectativas de proyectarse o de continuar en el mundo de la Primera División, insiste en contrariar las lógicas que defienden la buena aunque humilde administración, la seriedad por sobre la improvisación, lo bueno por sobre la viveza.

No soy de aquí ni soy de allá

Haber llevado su localía a Florida, más allá de los beneficios que representa para el club contar con un precioso estadio en impecables condiciones, minimizar los gastos de alquiler y seguridad, y seguramente achicar así los déficits, no le cambia nada al público local, que cada fin de semana tiene su liga propia con aficionados propios, más que cuando pasa lo que sucedió el sábado: tener la fiesta del pueblo, pero no con El Tanque, sino con Nacional, un cuadro que, como en cada localidad de Uruguay, tiene la segura afición de la mitad del pueblo.

El Tanque planteó de muy buena manera su partido. Apostó a jugar rápido, lo más lejos posible de su arco y por las bandas, para finalizar con los dos puntas corpulentos que tuvo durante buena parte del partido: empezó con la dupla Maxi Callorda-Elías Figueroa y terminó con Luis Machado en lugar de Figueroa. Además, cuando se pudo saltear el estilo urgente y primario de sus zagueros centrales, preocupados por la amenaza de Iván Alonso y Sebastián Fernández, tuvo rápida salida por sus laterales y buena distribución de juego por su eje central, Facundo Moreira. Nacional, ni siquiera cuando estuvo ganando -durante más de media hora, porque el gol de Seba Fernández fue en el minuto 13-, pudo ser desequilibrante ni por su propuesta de juego ni por los valores individuales de sus futbolistas. Era un partido parejo, incluso con más presencia de juego verdinegro, con la intensidad por afuera de Matías Zunino y Franco López y la presencia potente e intimidante del trinitario Callorda. Después del gol de Fernández, atento, capitalizando de zurda un rebote tras internada de Rodrigo Amaral, los del Tola Julio César Antúnez podrían haber empatado en un penal que le hicieron a Zunino y Esteban Conde le contuvo a Figueroa.

Ya al arranque del segundo tiempo el Peto Callorda empató el partido al aprovechar un rebote tras una gran atajada de Conde. Durante los 45 minutos postreros el juego siguió siendo casi de igual a igual, incluso cuando Munúa dispuso de tres reemplazos de lujo como el lugareño Leandro Barcia, Ignacio María González y Sebastián Abreu, que no pudieron cambiar nada. Iván Alonso siguió dominado por los zagueros centrales, Juan Pablo Péndola y Joaquín Aguirre, y el mediocampo tricolor nunca pudo filtrar pelotas para llegar por las bandas en posición de gol.

Cuando terminó el partido, la fiesta ya había terminado para casi todos los protagonistas y aficionados que estaban ahí por Nacional, y apenas seguía para unas decenas de vecinos montevideanos, las familias de los fundadores de El Tanque Sisley y algunos hinchas más. Algunos en sus caminatas o pedaleadas de retorno a sus hogares habrán blasfemado contra sus héroes de la televisión de las 16.00, pero no más que eso: ya hoy, mañana, estarán sintonizando a sus comentaristas deportivos para ver qué dicen de su club, de sus jugadores, allá en la metrópoli, con su vida virtual tan lejana y su fútbol tan cercano.