Baréin es una islita del Golfo Pérsico de 750 kilómetros cuadrados y 1.200.000 habitantes. Desde la capital, Manama, está dirigida por el emir Hamad bin Isa al Jalifa y por el primer ministro Jalifa bin Salman al Jalifa. El territorio, que dejó de ser protectorado británico el 15 de agosto de 1971, se divide en gobernaciones que dirigen los vice primeros ministros, todos, salvo uno, miembros de la familia Al Khalifa. La monarquía representa a la minoría sunita (15%), pero la mayoría es chiita (70%). Los deportes principales son las carreras de fórmula 1 y el fútbol. La liga de fútbol de Baréin se creó en 1957. El Estadio Nacional tiene capacidad para 35.000 personas.

El período de 1975 a 1999 fue políticamente negro, de arrestos arbitrarios y torturas. El acceso al trono de Isa al Khalifa en 1999 abrió un período de liberalización que se cerró en 2007 con la reaparición de la tortura. A partir de 2011, durante la Primavera Árabe y sus alargues, se cometieron graves violaciones de los derechos humanos. El gobierno prometió reformas que nunca hizo. La situación sigue marcada por el autoritarismo y la brutalidad. Según BIRD, “en los últimos años, más de 250 personas fueron despojadas de su nacionalidad, diez fueron condenadas a muerte y hubo más de 150 muertos desde el levantamiento en 2011. Hoy en día hay más de 4.000 presos políticos, muchos de ellos por delitos menores relacionados con la libertad de expresión”.

Las protestas pacíficas empezaron el 14 de febrero de 2011. El Ejército reprimió brutalmente y hubo heridos y muertos. El 17 de febrero, cinco personas murieron en la Plaza de la Perla. Un día después hubo decenas de heridos y nuevas muertes. A iniciativa de los constructores, el Gran Premio de Baréin del 18 y 19 de febrero fue anulado. En marzo, la oposición formó una coalición para la república que reclamaba el fin de la monarquía. La huelga general afectó a 70% de los trabajadores. Con el apoyo de miles de soldados del exterior, el 14 de marzo se desató una nueva ola de represión. El desalojo de la Plaza de La Perla les costó la vida a tres manifestantes y hubo cientos de heridos. Los arrestos policiales se multiplicaron. Aunque las manifestaciones no tenían carácter religioso, varias mezquitas chiitas fueron destruidas. Miles de funcionarios fueron despedidos, el diario de oposición Al-Wassat, cerrado, sindicatos y asociaciones, prohibidos.